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miércoles, 19 de marzo de 2014

LOS NIÑOS NOS NECESITAN TAMBIÉN POR LA NOCHE

 Ampliando información sobre el tema del sueño infatil, por el que tanto me preguntáis aquí os dejo este artículo de la bióloga María Berrozpe, de su blog "reeducando a mama", el cuál os lleva a un interesante reporte, que os invito a leer. Artículo original aquí. 

 

LOS NIÑOS NOS NECESITAN TAMBIÉN POR LA NOCHE

Es evidente que el tema del sueño infantil preocupa a las familias. La entrevista que me hizo Gema Lendoiro, publicada en el ABC bajo el título: Los niños no Aprenden a Dormir. No Haga Llorar a sus Hijos batió el récord de lecturas y hasta ahora ha sido compartido en Facebook 53.668 veces (15 de Marzo del 2014 a las 18:30 de la tarde). En este momento, y a pesar de que fue publicado hace más de un mes, vuelve a estar en la lista de los diez artículos más leídos del periódico.
También parece evidente que se está produciendo un cambio de mentalidad importante que empieza en el mundo de la investigación del sueño infantil  y termina en los propios padres. Y una prueba de ello puede ser el hecho de que la entrevista  al presidente de la Sociedad Española del Sueño, el doctor Diego García Borreguero, titulada Un Bebé debería saber Dormir con Mes y Medio de Vidapublicada en el mismo periódico, lleva compartida en facebook solo 270 veces (cuando la de Gema Lendoiro llevaba más de 10.000 tras permanecer las mismas horas en el aire)  y en este momento está en la posición 196 de la lista de los más leídos, a pesar de ser reciente. Conclusión: las declaraciones del doctor García Borreguero ni interesan ni convencen a las familias que buscan información sobre el sueño infantil. Las mías sí. Y, evidentemente, no es porque las haya hecho yo. De hecho yo diría que es A PESAR de que las he hecho yo, una doctora en biología desconocida, presidenta de nada, pero que esgrime una herramienta incuestionables: más de 500 artículos científicos recopilados en una revisión centrada exclusivamente en el debate científico sobre el sueño infantil. 
Estoy segura de que dentro de unos años los métodos basados en dejar llorar ya ni siquiera serán una alternativa, a pesar de que los medios de comunicación siguen difundiendo las declaraciones de profesionales afines a los mismos. Pero somos muchos los que desde nuestras diferentes profesiones y posiciones, cada uno llegando hasta donde puede llegar, vamos denunciando esta situación intolerablemente sesgada e irracional que nos llegaba desde una parte bastante dominante de la pediatría del sueño. 
Nuestros niños no se merecían eso. Nosotros tampoco.
Hoy  os quiero traer aquí el trabajo de una mujer estupenda que se ha puesto como objetivo informar a la sociedad de las alternativas a los métodos basados en el llanto que pretenden "enseñar" a dormir a los niños. Ella es Sibylle Lüpold, autora del libro Ich Will bei euch schlafen (Quiero dormir cerca de vosotros), enfermera, monitora de La Liga de la Leche Suiza y IBCLC en formación. Sibylle ha escrito un folleto que recopila la opinión sobre los métodos basados en dejar llorar de 20 expertos en salud infantil. Entre ellos se encuentran dos que seguro que conocéis: Carlos Gonzalez y Rosa Jové. 
En un principio el folleto se editó en alemán e inglés (tal vez también en italiano y francés, pero de eso no estoy segura). Ahora tenemos la suerte de contar con su versión en español. He tenido el gusto y el honor de echar una mano en la traducción de este estupendo trabajo y os lo quiero traer aquí por si os es de utilidad. Tenéis la versión normal y  la versión para imprimir. Podéis imprimir y divulgar todo lo que queráis. Las únicas condiciones son: 
  • Si vais a venderlos el precio debe de ser únicamente para cubrir gastos. Siempre sin ánimo de lucro.
  • Se debe respetar toda la información de folleto. No se puede cambiar nada.
  • Se debe respetar la autoría.
Y aquí os dejo los enlaces:

sábado, 15 de marzo de 2014

El Método Estivill sufrido en propia carne: el punto de vista del niño.

Es obvio que las personas necesitamos el contacto humano, como el aire que respiramos, como el agua que bebemos. Siempre me he preguntado con temor como vive un niño la falta de esa necesidad primaria en mitad de la noche. En este artículo del psícologo Ramón Soler, la experiencia de uno de sus pacientes relatada en unas de sus sesiones.  Artículo completo aquí.





Desde hace mucho tiempo, deseaba escribir un artículo sobre cómo viven, sufren y sienten los niños pequeños, en sus carnes, los métodos conductistas que muchos expertos recomiendan para enseñarles a dormir. La celebración del Día Internacional del Sueño Feliz, el próximo día 29 de junio, me ha dado el empuje que necesitaba para ponerme al teclado.
Desde mi experiencia profesional, ayudándome de las Técnicas Regresivas, he podido acompañar a muchas personas a revivir situaciones que les marcaron negativamente en su infancia y que les impedían, muchos años después, ser felices en su vida presente. Estoy convencido de que si los profesionales y los padres pudieran ponerse en el lugar de los niños y supieran cómo les afectan estos métodos de adiestramiento, no serían capaces de defenderlos ni de aplicarlos.
Aún no han llegado a mi consulta adultos que hayan sido víctimas del conocido “método Estivill”, pero, todos sabemos que el famoso doctor no ha inventado nada y que estas técnicas restrictivas de adiestramiento llevan aplicándose desde hace muchísimo tiempo.
Mi intención con esta entrada es darle voz a los que todavía no pueden hablar y a los que, aun sabiendo hablar, no son escuchados. De una vez por todas, tenemos que ser conscientes de las verdaderas consecuencias que tiene física, emocional y psicológicamente, el dejar a un niño llorando solo en su cuna. A todos los que defienden estos métodos, alegando que el niño se duerme y no le sucede nada, yo les digo que SI que pasa. La sensación de soledad, de desamparo, de que nadie se preocupa por ti y de que, aunque llores, no va a servir de nada y, sobre todo, el sometimiento y el terminar replegándose sobre uno mismo para poder economizar fuerzas y poder sobrevivir, dejará una profunda huella en la personalidad de ese niño. Cuando sea un adulto inseguro, carente de empatía, sumiso frente a sus superiores, pero implacable con los más indefensos, cuando no se defienda aunque le estén exprimiendo porque piense que no sirve de nada y que es mejor quedarse como está, lo único que estará haciendo, será repetir inconscientemente todo lo que aprendió cuando le dejaban solo en la cuna.
Para que no sufra ningún niño más y para que algunos dejen de lucrarse con el dolor de los más pequeños, me gustaría dejaros un breve extracto de una de las muchísimas sesiones, que he realizado a lo largo de los años, en la que se puede constatar de primera mano, cómo y qué siente un niño abandonado en su cuna.
Álvaro acudió a consulta por “un problema con la gente”. Era incapaz de expresar su opinión y defenderse cuando alguien le llevaba la contraria o le recriminaba algo. Su introversión era tan extrema que, incluso, él mismo había llegado a pensar que podría ser Asperger (un trastorno del espectro autista). Toda esta situación mermaba su autoestima y le tenía al borde de la depresión.
En una de las sesiones que Álvaro realizó durante su terapia, fuimos retrocediendo hasta llegar a una escena en la que se veía en su cuna, siendo bebé.
(he mantenido el estilo original para conservar el realismo)
“Ramón Soler: ¿Cómo es el sitio donde estás?
Álvaro: Soy muy pequeño, como un bebé. Estoy tumbado boca arriba. Parece que es una cuna, veo barrotes metálicos.
RS: ¿Cómo te sientes ahí?
A: Me veo agitado, no paro de moverme. Parece que estoy llorando.
RS: Ahora vas a tomar unas respiraciones profundas y vas a conectar mucho más con ese bebé. Vas a meterte en la piel del bebé para poder sentir todo lo que le pasa.
A: Estoy solo. Es de noche y hay sombras que me asustan, encima de la cuna. Tengo miedo. Miro a todos lados, buscando a alguien, pero no hay nadie.
(Álvaro comienza a agitarse en el sillón)
RS: ¿Qué pasa entonces?
A: No quiero estar solo. Me asusta todo. Lloro, llamando a mi mamá, pero no me escucha.
RS: ¿Dónde está tu madre?
A: No sé… oigo ruidos y voces fuera. Está con otra gente, amigos suyos. No se ha ido. Está en el salón, pero no viene. (llora)
¡Mamá, mamá! ¿por qué me dejas aquí solo? ¿por qué no vienes?
La llamo y la llamo, pero no viene. Nunca viene. Pero no me entiende. No sé hablar, sólo puedo llorar.
RS: ¿Y qué haces cuando tu mamá no viene?
A: Lloro y me quejo, pero al final me callo. Me relajo, pero por dentro no estoy relajado. Es como que sé que ella no va a venir y bajo los brazos. Bajo los hombros. (solloza)
Me doy la vuelta y me encojo, casi en posición fetal. Al menos, así estoy más protegido. Cierro los ojos y también cierro los oídos, dejo de oír las voces que vienen de fuera. Me repliego sobre mí mismo. No quiero saber nada de fuera.
RS: ¿Y cómo te sientes entonces?
A: Me viene la palabra “desesperanza”. Es como que no hay nada que hacer salvo quedarse quieto y dormir. ¿De qué sirve llorar si no te hacen caso?
RS: De toda esa escena de la cuna, ¿qué se mantiene todavía en tu presente? ¿te resulta familiar esa reacción?
A: Sí, cada día. Cuando conozco a alguien nuevo, me cuesta mucho abrirme. No me fio. Siempre tengo la sensación de que me la va a jugar. Mantengo conversaciones superficiales, pero no me abro.
No merece la pena esforzarse con la gente. ¿Para qué, si tarde o temprano te defraudan? Poco a poco me voy encerrando más. He perdido muchos amigos por esto.”

La sesión continuó y la terminamos buscando maneras más sanas de relacionarse con los demás. Revivir esta escena le permitió, a Álvaro, entender que no todas las personas tienen por qué abandonarle y no hacerle caso, y que ya no tiene que encerrarse en sí mismo como hizo de pequeño.
Hay que aclarar que este no es el único hecho traumático que tuvo lugar en la vida de Álvaro. Por algunas de sus expresiones, podemos deducir que esta no fue la única vez que su madre le dejaba solo en la cuna para que se durmiera, mientras ella estaba con sus amigos. También vivió otras situaciones en casa y en el colegio que le hicieron reforzar su patrón de desconfianza hacia los demás y de buscar refugio en sí mismo, pero esta escena de la cuna tuvo un gran peso en el inicio de sus problemas de su vida adulta.

 
 

martes, 4 de febrero de 2014

La crianza con apego, por el pediatra Carlos Gonzalez



Imperdible video de Carlos Gonzalez, sobre la teoría del apego. Es algo largo, pero merece la pena verlo, aunque sea poco a poco. 








lunes, 27 de enero de 2014

«Los niños no aprenden a dormir. No haga llorar a sus hijos»

Hay tanta controversia sobre el tema del sueño infantil, que los padres nos volvemos locos intentando descifrar que es lo normal. A mi entender el sueño infaltil y la crianza en general, tiene que basarse en decisiones  tomadas con sentido común y sobre todo documentadas,  contrastando informaciones.
No hay una fórmula mágica, solo hay un camino para cada familia, que basado en el respeto  de todos los integrantes de la misma,  les hace saber que es le camino  correcto.
Dicho esto, os recomiendo que leáis a María Berrozpe, que da su punto de vista argumentado desde la base científica y la de madre.

 

María Berrozpe, autora del «Debate Científico sobre la realidad del Sueño Infantil» explica cómo conseguir que los niños duerman

 
 
«Los niños no aprenden a dormir. No haga llorar a sus hijos»

Si tiene hijos lo sabrá. Una de las cosas que conlleva es perder la increíble capacidad de disfrutar una noche entera durmiendo a pierna suelta… al menos hasta que pasan unos años. La mayoría de los padres se desesperan, consultan a otros, piden cita al pediatra, incluso algunos hasta los medican (totalmente contraindicado salvo enfermedades diagnosticadas por especialistas).
 
Algunos padres recurren al método Estivill, un sistema que «enseña» a los niños a dormir y que, según algunos especialistas, a pesar de su eficacia, tiene consecuencias negativas.
 
María Berrozpe, doctora en Biología, autora del Debate Científico sobre la realidad del Sueño Infantil y coautora de Una Nueva Maternidad y del blog, Reeducando a Mamá, recuerda que hace dos años leyó las declaraciones del doctor Estivill en un periódico asegurando que desde el mundo científico no recibía reproches a su método. «No estoy de acuerdo. En el mundo científico del sueño infantil hay un acalorado debate que ni se puede ni se debe negar a los padres. Desde el cuestionamiento del sueño en solitario o las diferentes técnicas para establecerlo, hasta los factores relacionados con la muerte súbita del lactante, todo está en entredicho y, a día de hoy, hay muy pocas verdades establecidas».
 

—¿Aprenden los niños a dormir?
Entendiendo la pregunta literalmente, tengo que decir que no. Todos sabemos dormir, igual que sabemos respirar. El feto ya duerme, como bien explica el mismo doctor Estivill, y evidentemente nadie le ha «enseñado». Lo que sí puede aprender un niño es a dormir en una serie de condiciones establecidas culturalmente. En nuestra cultura aprenderá a dormir metiéndose en la cama, bajo el edredón o sábana y en pijama, por ejemplo. Otros niños dormirán con la ropa del día y en una estera, algunos tienen que aprender a dormir solos, mientras que otros pueden seguir disfrutando de la compañía de sus cuidadores durante el sueño.
 
—¿Por qué considera que el método Estivill no es el más adecuado?
Este método tiene en sus mismas raíces un error fundamental: la ciencia del siglo pasado convirtió una costumbre establecida culturalmente, el sueño en solitario de nuestros hijos es una cuestión de salud y ciencia. Los defensores de este método siguen considerando que el niño que a los 6 meses no es capaz de dormir en solitario toda la noche tiene una enfermedad llamada «insomnio infantil por hábitos incorrectos» que si no se soluciona le producirá problemas de sueño en el futuro. Pero hoy está perfectamente demostrado que el sueño en solitario no es imprescindible para tener un sueño saludable. De hecho, es una manera de dormir excepcional para las crías humanas. Hasta el mismo doctor Richard Ferber, mentor del doctor Estivill, acepta el colecho (dormir con los padres) como una práctica perfectamente sana y respetable. Esto no significa que no podamos enseñar a nuestros hijos a dormir en solitario si ese es nuestro deseo. Sólo significa que ya no tenemos excusas (del tipo es por su bien, es para curarle) para forzar este comportamiento mediante un método que implica dejarle llorar, y a una edad a la que el niño todavía no está preparado para asumir esta exigencia cultural. Y no todos los niños lo estarán a la vez. Unos lo lograrán antes y otros después. Lo único cierto es que todos lo harán cuando estén preparados, independientemente de que se hayan aplicado o no este tipo de métodos de adiestramiento, lo que demuestra que, a largo plazo, es absolutamente innecesario.
 
—Desde su punto de vista, ¿cómo explica el proceso madurativo del sueño del niño?
El sueño es un proceso evolutivo que se va a adaptando a las necesidades del ser humano. De la misma manera que las características especiales del sueño durante la primera infancia tiene un papel fundamental en el desarrollo del cerebro del bebé, también son un espejo de los cambios que este sufre. El desarrollo del sistema nervioso central que se inicia en la época prenatal continúa en la vida adulta, pero sufre los cambios más dramáticos en los dos primeros años de vida, algo que se ve perfectamente reflejado en el sueño de nuestros hijos.
 
Hoy se sabe que los fetos ya duermen y, según Rosa Jové, a partir del séptimo mes de embarazo ya tienen claramente dos fases: sueño activo y sueño pasivo. Según esta autora, entre el nacimiento y los 3 meses los bebés dormirán un promedio entre 14-20 horas al día, aunque todavía seguirán un ritmo ultradiano (sin diferenciar el día de la noche). A partir de los 3 meses ya serán capaces de empezar a adquirir el ritmo circadiano (dormir más por la noche que por el día) y la adquisición progresiva de las distintas fases del sueño les irá permitiendo hacer intervalos de sueño cada vez más largos.
 
Aunque precisamente la adquisición de estas diferentes fases puede traducirse en un mayor número de despertares nocturnos. Hasta los 7 meses el sueño del bebé ha estado en construcción. A partir de los 8 meses entrará en una etapa de maduración y no será hasta los 6 años que se parecerá definitivamente al sueño del adulto. En cuanto a la duración del sueño, en la literatura científica existen tablas estableciendo los percentiles a las diferentes edades, pero parece que todos los autores están de acuerdo a la hora de reconocer la existencia de una enorme variabilidad en la población infantil en cuanto a las necesidades de sueño. A pesar de esto, podemos observar unas tendencias generales en lo que podríamos calificar como un patrón de sueño normal en la niñez:
a.Una disminución progresiva de la duración del sueño diario desde la niñez hasta la adolescencia.
b.Un desplazamiento de la hora de empezar a dormir hacia una hora más tardía, que empieza en la mitad de la niñez y se acelera en la adolescencia.
 
—¿Se sabe de manera científica cuáles son las consecuencias de aplicar el método Estivill a los niños?
—Hay poca investigación realizada directamente analizando este método, aunque muchos investigadores consideran que los resultados obtenidos al estudiar el efecto del estrés producido por el cuidado materno inadecuado o la separación del bebé de su madre son extrapolables. Muy resumidamente, podemos decir que el desarrollo de los sistemas de respuesta al estrés de estos bebés se ve afectado negativamente, de manera que, en el futuro, tendrán más probabilidades de desarrollar patologías como la depresión o la ansiedad.
También se ve afectado el desarrollo de sus capacidades cognitivas y hay pruebas del impacto sobre el desarrollo del sistema inmune, ya que tendrán más probabilidades de sufrir enfermedades autoinmunes de adultos. Uno de los pocos estudios realizados directamente sobre la aplicación a bebés de una técnica de adiestramiento lo publicó Middlemiss en el año 2012 y demostró algo que a mí me ha impresionado mucho: tras tres días de adiestramiento los bebés ya no lloraban cuando se les dejaba solos, pero los niveles de cortisol (la hormona del estrés) eran tan altos como el primer día (en el que sí lloraban). Por el contrario, en las madres sí se producía una disminución de cortisol al tercer día, comparado con el primero. O sea, las madres, al ver que el bebé ya no lloraba, ya no se estresaban. Pero el bebé, aunque ya no lloraba, seguía sufriendo.
 
Hay muchísima controversia entre este método y el que está en el extremo contrario que es dormir con los hijos en la misma cama (colechar) ¿Presenta riesgos dormir con los hijos? ¿Existen datos científicos que digan que, efectivamente, puede suceder la muerte súbita, por ejemplo?
El colecho actualmente sólo resulta controvertido en su relación con la muerte súbita del lactante y sólo durante los tres primeros meses de vida del bebé. Algunos investigadores consideran que por sí mismo es un factor de riesgo independiente en este tiempo, mientras que otros consideran que no hay evidencias que demuestren esta relación y que la práctica del colecho realizada en unas condiciones seguras no solo no es peligrosa sino que es protectora. Pero estoy hablando del colecho con los menores de tres meses. A partir de ese momento ya no hay controversia: el colecho es considerado absolutamente saludable y respetable.
 
—¿Cuándo empiezan, en general, a dormir bien los niños?
—Siempre que al bebé sano se le permita dormir en las condiciones que él necesita y se encuentre bien,«dormirá bien». Esto significa que un bebé recién nacido en íntimo contacto con su madre y con continuo acceso a su pecho dormirá de maravilla porque en sus múltiples microdespertares no necesitará desvelarse del todo para tener acceso a su alimento y sentirse protegido y feliz. Un bebé de 6 meses en las mismas condiciones posiblemente también dormirá de maravilla, aunque se despierte de vez en cuando un poquito y coma un par o tres de veces por la noche, que es lo normal a esta edad.
 
Un niño de dos años colechando con su madre también dormirá de maravilla y, dado su momento del desarrollo, posiblemente la mayoría de las noches dormirá de «un tirón», o sea, que no nos despertará en toda la noche. Si lo que me pregunta es cuándo dormirá bien en las condiciones que nosotros exigimos, pues dependerá de estas condiciones. Si exigimos que duerma bien colechando con nosotros, es posible que duerma bien desde el primer día. Si exigimos que duerma bien solo, en su habitación, sin molestarnos, es posible que lo haga ya a los dos años, pero también es posible que no lo haga hasta los 4 o 5 años o tal vez más tarde. Dependerá de muchos factores. Aplicando el método Estivill posiblemente lo conseguiremos mucho antes pero ¿A qué precio? Es nuestra responsabilidad saber hasta qué punto podemos exigir o no a nuestro hijo para no superar su capacidad natural de adaptarse a esta exigencia cultural. Lo que el pediatra Oskar Jenni llama respetar su «bondad de ajuste». Y es evidente que obligar a nuestro hijo a dejar de reclamarnos a base de no atenderle tal y como él necesita no es respetar su bondad de ajuste personal.

domingo, 12 de enero de 2014

DEL DORMIR Y OTRAS CUESTIONES

Hablando de las costumbres para dormir, a mí personalmente me gusta leer el libro que lleve entremanos, y despues dormir  acurrucada, sintiendome  acompañada. A mi hija le ocurre lo mismo, le gusta que le contemos un cuento, una historia y luego dormirse acompañada... Es curioso, tengo 36 años y a mi edad eso es normal, sin embargo en mi hija de 4 no se ve normal... paradojas de esta sociedad en la que vivimos. 


 Os dejo este excelente artículo de Ileana Medina,  sobre como son realmente los bebés, y lo diferente a lo que nos contaron. No dejes de leerlo!.


No. Los bebés no son como nos lo contaron. A los bebés no les gusta dormir en cuna. Rodeados de barrotes. Presos en una jaula. 

No. Los bebés quieren dormir junto al cuerpo de su mami, calentitos, seguros, amparados, amados, tocados.

No. Los recién nacidos no quieren siquiera estar en posición horizontal. Quieren dormir en tu pecho, en vertical, meciéndose al arrullo de tu corazón. En horizontal su digestión se ralentiza, vomitan, buchean, cogen cólicos, se asustan, se sienten vulnerables.

No. Los bebés no se acostumbran a los brazos: ya nacen acostumbrados. Desde el principio saben bien lo que es bueno.

No. Los bebés no duermen toda la noche. Se despiertan a cada rato. Para comer y para no comer. Para comprobar que estás a su lado y que los estás cuidando. Para cerciorarse de tu presencia, que es su seguridad. Para tocarte y olerte.

No. Los bebés no quieren estar solos. No quieren perderte de vista ni un minuto, quieren estar junto a ti, en el centro de la vida.

No. Los bebés no quieren jugar solos en un corral. Quieren jugar contigo, sonreír, ser atendidos, treparte por encima, gatear por el salón.

No. Los bebés no quieren tomar leche de otra especie. Quieren leche de la suya, de la que sabe a mamá.

No. Los bebés no quieren chupar todo el día un trozo de plástico. Quieren chupar tus pechos, sus manitos, tus dedos… piel humana.

No, los bebés no quieren que los vistas, ni que les pongas tejidos picones, pendientes en las orejas, ropas apretadas, cintas, encajes y otras cosas molestas. Quieren estar desnudos, correr sin zapatos, disfrutar del tacto de la naturaleza en su piel, del piel con piel contigo.

No. Los bebés no quieren estar quietos. Quieren que te muevas, que los mezas, los arrulles, que andes y pasees, y los lleves contigo. En cuanto pueden, quieren gatear, correr, saltar, explorar, llegar a todas partes…

Sí. Los bebés son curiosos por naturaleza. Quieren y deben tocarlo todo. Incluidas esas cosas que más tú tocas: los mandos, los relojes, los teléfonos, los equipos informáticos…Su riqueza sensorial se desarrolla a partir de ahí.

No. Los bebés aprenden lo que viven. Si siempre oyen “no”, pronto a todo te dirán no. Si a todo tienes miedo, pronto a todo tendrán miedo.

No. Los bebés no son alto-demandantes. Somos nosotros los bajo-tolerantes, los bajo-pacientes, los bajo-disponibles, los bajo-respondedores.

No. Los bebés no quieren que los dejes. Quieren ir contigo a todas partes, eres su ejemplo, su seguridad, su referente, su único universo.

Te guste o no te guste, así son los bebés humanos, primates, mamíferos. Si quieres comprobarlo, tan solo ten uno. Ninguna otra especie desconoce y putea tanto a sus propias crías. Si queremos un mundo un poquito más humano, bien haríamos en comprenderlo.

No son como nos lo contaron. Son infinitamente mejores y más inteligentes. Cualquiera que ve a estas crías diría: ¡qué especie tan avanzada! ¿Y cómo se convirtieron en lo que hay?

 


jueves, 27 de octubre de 2011

Estivill delira... POR ILEANA MEDINA FERNANDEZ

"Mamá, ¿por qué si yo soy pequeña y tengo miedo, he de dormir sola, > y ustedes que son grandes duermen acompañados?".

El dr. Estivill (también conocido como Cruel Devil) arremete de nuevo. Presenta un nuevo libro denominado algo así como "pediatría con sentido común para padres con sentido común" y también anuncia una nueva edición de su ya tristemente célebre Duérmete niño, que según él mismo dice ha vendido más de tres millones de ejemplares.

Ya sabemos que algo se anuncia de un modo porque es precisamente lo contrario. Un libro firmado por Estivill y que se llama "con sentido común" es igual a los embutidos de una conocida marca que se anuncian como "sanísssimos". O las pizzas congeladas que se venden como "comida de la abuela".

Este señor, especialista en trastornos del sueño, encontró la gallina de los huevos de oro: si digo que los niños (que normal y naturalmente se despiertan de noche) tienen un trastorno del sueño, tendré como clientes potenciales ¡a todos los bebés y niños del mundo! Es decir, a sus padres, desinformados, cansados, explotados laboralmente, y/o desconectados de su esencia emocional. Los bebés son las víctimas. Precisamente porque despertarse de noche no es un problema ni un trastorno ni una enfermedad en los bebés y niños pequeños.

Además, este señor, en su afán lucrativo, padece una gran deshonestidad intelectual. Sí, simple y llanamente miente.

Miente cuando omite en su libro toda referencia bibliográfica, escamoteando a los lectores que su método fue creado por el Dr. Ferber (quien a su vez se inspiró en otro libro publicado ¡en 1895!). Miente, porque su famoso libro del metodito fue redactado por una periodista, que aparece como coautora (siempre hay "coautores" en sus libros).

Si él no creó el método, ni tampoco escribió el libro: ¿qué ha hecho este señor más allá de crear una marca con su apellido, y extender la fórmula con sus tentáculos mercantiles a todos los ámbitos: la alimentación, la adopción, la crianza, la pediatría en general...?

Estivill, aupado por la industria editorial, vio un nicho de mercado en padres desorientados y desbordados por la no-conciliación, y creó una marca comercial de divulgación del adiestramiento conductista en la crianza infantil (con unos cien años de retraso). Eso sí, cada vez más disfrazado de progresía, de buenas palabras y de "buenas intenciones".

Métodos de "modelado de conducta" que dejan afuera a las emociones, que han existido siempre, y que tomaron cuerpo en la primera psicología que quiso ser científica. Son métodos de extinción de respuesta: el niño deja de llorar porque aprende que no va a ser atendido. El niño come algo que no le gusta o que no necesita (lo que sea que el progenitor le haya puesto en el plato) por miedo al castigo, o porque no le queda más remedio.

> Es la pedagogía negra de la resignación. De "así es la vida". Qué triste. Enseñar a los niños que por mucho que lloren, sus demandas, sus necesidades emocionales, no van a obtener respuesta de las personas que más los quieren: sus propios padres. Y de paso, fomentar la deshumanización y la industria del sucedáneo: el cuerpo y el abrazo sustituidos por el chupete-que-brilla-en-la-oscuridad, el muñeco de peluche, las luces móviles, las cunas sofisticadas.


Y miente finalmente cuando en su delirio de grandeza se autoproclama "la voz de la ciencia", porque precisamente su especialidad, la neurofisiología, en los últimos años ha ido por los derroteros contrarios: está demostrando los grandes estragos que las hormonas del estrés (el cortisol, la adrenalina...) hacen sobre el cerebro, sobre todo cuando está en formación, como es el caso de los bebés humanos.

También los antropólogos han demostrado que el sueño infantil, a lo largo de toda la historia y la evolución humanas, ha sido siempre discontinuo, y por supuesto, acompañado, como en el resto de primates y mamíferos.

Los niños se despiertan de noche -y necesitan compañía para reanudar el sueño- porque necesitan cerciorarse de que las personas que les cuidan están cerca. Que les quieren y les protegen. Todos somos descendientes de los que se despertaron. Porque los que no lloraron, se los comió el lobo. Por tanto, despertarse de noche y demandar compañía es una conducta absolutamente normal, premiada por la evolución, -y quizás hasta deseable- en los niños pequeños. Son bebés "despiertos", que velan por su vida. Es una señal de inteligencia, es una estrategia de supervivencia.

Y la conducta normal de todas las tribus humanas a lo largo de la historia, ha sido la de acompañar a los bebés en sus despertares, darles teta, un abrazo, una nana, mecerlos o pasearlos, meterlos en la cama (colecho), para que todos puedan reanudar pronto el sueño. La mayoría de los bebés del planeta duermen acompañados por sus progenitores, como debe ser.

Despertarse de noche, Sr. Estivill, no es un trastorno en un niño pequeño, a menos que usted pretenda con sus métodos crear de verdad inseguridades, fobias y miedos que deriven en insomnio en el futuro, y así convertir a los padres en los clientes de hoy y a los niños en sus clientes del mañana.


Los terrores nocturnos y las pesadillas no son "normales" a los 3, ni a los 4, ni a los 5 años, como dicen algunos libros y sostienen algunos pediatras. Más bien serán la consecuencia de dejar a los niños solos toda la noche. Normal que sientan miedo, normal que quieran estar acompañados. Sí, son habituales en una cultura de la soledad y el desamparo emocional como es la nuestra. Pero no biológicamente normales.

El sueño es un proceso madurativo, y como tal, con los años se va alcanzando la capacidad de dormir solos y de un tirón, desde la seguridad, el apoyo y la compañía mucho mejor que desde la soledad y la negación de sus necesidades afectivas.

> Además, el colecho es una magnífica oportunidad de compartir tiempo, piel con piel, amor, respiración y tacto con nuestros hijos, que se pasan todo el día en el colegio desde casi recién nacidos.

Una hija de una amiga le preguntó a sus padres un día: "mamá, ¿por qué si yo soy pequeña y tengo miedo, he de dormir sola, y ustedes que son grandes duermen juntos?". Una reflexión demoledora. Eso sí que es sentido común.

No se trata de ciencia, señor Estivill: se trata de con-ciencia, de humanidad, de empatía, de amor, si me apuras de "animalidad", pura conducta mamífera. Algo que usted probablemente no conoció de niño, y que arrastra y proyecta inconscientemente a día de hoy. Se puede saber todo sobre la electro-bioquímica de la fase REM, y muy poco del amor, de la vida, de la carencia afectiva, de las estrategias emocionales de supervivencia.

Se autoproclama usted "la voz de la ciencia", el traductor para profanos de un supuesto conocimiento elevado y exclusivísimo. Dice usted que nadie en el mundo científico ha criticado sus métodos. Si nadie en la comunidad científica se hubiera pronunciado, sería una vergüenza para la ciencia (y no sería la primera vez), pero no es verdad.

La neurofisiología es su especialidad: divulgue lo que está diciendo sobre los efectos de las hormonas del estrés en el cerebro humano, aún más en los bebés y en los niños pequeños. Difunda lo más actual sobre las emociones y la configuración neuronal. Su ciencia para incautos se ha quedado en el siglo XIX.

Los padres que necesitan que sus hijos duerman solos, son responsables de lo que hacen. Pero no se puede vender como algo científico, ni educativo, ni beneficioso para los niños. Es sencillamente anacrónico, falaz e inadmisible.

Y a usted, y a los demás que le siguen, les dejo un amplio listado bibliográfico, sustentado por otros profesionales, tan científicos (y tan humanos) como usted:

> Firmada por varios médicos, pedagogos y profesionales: Declaración sobre el llanto de los bebés

González, Carlos: Bésame mucho, Temas de Hoy, 2006.
Gutman, Laura: No quiere dormir solo, marzo 2011.
Jové, Rosa: Dormir sin lágrimas, La Esfera de los Libros, 2006.> Jové, Rosa:
Crianza Feliz, La Esfera de los Libros, 2009. > Gerhard, Sue:
El amor maternal, Albesa, 2010. > McKenna, James:
Bebés de la edad de piedra en la era de la conquista espacial, París, 2005.>
Punset, Eduard: El cerebro del bebé, Redes 447, diciembre 2007.>
Sunderland, Margot: La ciencia de ser padres, Grijalbo, 2007.>
Small, Meredith: Nuestros hijos y nosotros, Crianza Natural, 2006.

Y a revisar los listados bibliográficos y referencias científicas correspondientes que se citan en todos esos libros.

Que cada uno elija su opción, pero que nadie se erija en portavoz de la ciencia.

http://es.paperblog.com/estivill-delira-719425/

sábado, 6 de agosto de 2011

PEDIR MEDIDAS LEGALES PARA PROMOCION, PROTECCION DE LA LACTANCIA MATERNA & COLECHO

http://actuable.es/peticiones/pidele-leire-pajin-se-respete-y-proteja-lactancia

Pídele a Leire Pajín que proteja la lactancia prolongada y el colecho

Acción promovida por Eva Drake

Necesitamos que la lactancia materna prolongada y el colecho se respeten, se recomienden, se conozcan realmente y que nadie pueda acuar en contra de ellas.

Las madres que dan el pecho a niños mayores de un año no suelen estar bien vistas socialmente. Los padres que colechan tampoco. La falta de información, apoyo y protección institucional perjudica su práctica, limita las posibilidades de elección en la crianza de muchos padres y permite que haya profesionales se actúen en contra de ellas impunemente.

Todo ello va en contra de nuestra salud como mujeres y en contra de la salud de nuestros hijos.

Por eso pídele al Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad que tome medidas urgentes y adecuadas para la promoción, protección y apoyo de la lactancia materna prolongada y el colecho
Al firmar la petición estarás enviando esta carta
Destinatario: Ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín
Estimada Ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín
Como usted sabe, la OMS (Organización Mundial de la Salud) y UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) recomiendan como imprescindible la lactancia materna exclusiva y a demanda durante los seis primeros meses de vida y continuarla compartida con la alimentación complementaria hasta los dos años. A partir de esa edad ambas entidades recomiendan continuar con la lactancia materna a criterio de la madre y del niño sin ningún límite de edad ni intervención en contra. Asimismo la OMS y UNICEF recomiendan que se informe adecuada y plenamente a los padres de la práctica y las ventajas del colecho, ya que realizado con las adecuadas medidas de seguridad favorece la lactancia materna, proporciona importantes beneficios para la salud de la madre y del bebe y además previene el síndrome de muerte súbita del lactante. Todas estas recomendaciones están avaladas por estudios e investigaciones científicas y han motivado numerosas campañas de concienciación, políticas sociales y recursos económicos destinados a la promoción, protección y apoyo de la lactancia materna, aquí en España y en todo el mundo.
Sin embargo estos esfuerzos se han centrado exclusivamente en la lactancia del recién nacido y la primera infancia, dejando de lado y desprotegidas la lactancia materna con niños de más de un año y el colecho. Una de las consecuencias directas de esta desprotección es la crítica y el rechazo social que con frecuencia viven las madres con niños lactantes de un, dos, tres o cuatro años de edad o que colechan. Otra consecuencia es el desconocimiento, la desinformación y el exceso de prejuicios existentes en torno a estas dos prácticas que suelen dificultar su realización e incluso favorecen el abandono precoz de la lactancia en detrimento de la salud materno-infantil.
Lo mas grave es que en nuestro país existen numerosos profesionales del sector público relacionados con la infancia y la maternidad que no proporcionan una información adecuada sobre estas dos prácticas, carecen de la formación necesaria para difundirlas, las critican, menosprecian e incluso actúan directamente en contra de ellas, como en el caso del Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) que exige a las residentes de algunos de sus centros de acogida la interrupción medicada de la lactancia según sus criterios y sin que exista ningún diagnostico médico que así lo recomiende (tal y como se ha descubierto recientemente)
Por todo ello y teniendo en cuenta el valor indiscutible e inigualable que supone la lactancia materna para el desarrollo, crecimiento y salud de madres e hijos, solicito al Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad que tome medidas urgentes y adecuadas para la promoción, protección y apoyo de la lactancia materna para niños a partir de un año de edad (mal llamada lactancia prolongada) y el colecho
De manera que:
• La lactancia materna con niños mayores de un año y el colecho sean identificadas como prácticas saludables y recomendables, mediante campañas informativas y de sensibilización que proporcionen información clara, actual y completa a los padres en concreto y al a sociedad en general • Se facilite a los profesionales, funcionarios y trabajadores del sector publico relacionados con la infancia y la maternidad la formación adecuada y necesaria para dar una atención respetuosa a las familias practicantes de la lactancia materna con niños mayores de un año y el colecho, así como el apoyo y la información necesaria a todas aquellas que deseen hacerlas • En ningún caso se pueda actuar en contra de estas dos prácticas desde los servicios públicos de salud, asistencia social, formativa o educativa, de manera que no pueda limitarlas, perseguirlas o perjudicarlas prevaleciendo una política de protección de las mismas a nivel nacional y más allá de intereses políticos, comerciales, personales o criterios subjetivos.
El valor y las aportaciones de la lactancia materna exigen un compromiso fuerte, urgente y estable que la favorezca y erradique comportamientos, opiniones y decisiones perjudiciales a su práctica, tanto en la lactancia de niños mayores de un año como en el colecho. Cuento con ese compromiso por su parte ante un tema de tanta relevancia.
Muchas gracias

miércoles, 29 de junio de 2011

HABLEMOS DEL COLECHO

Si yo tuviera el poder para cambiar las leyes y las normas sociales, una de las cosas que consideraría importantes y nocivas para la salud de nuestros hijos es dormir solos desde que nacen en otra habitación. No es una moda, no es un capricho… para un recién nacido, dormir acompañado, es una necesidad básica. Y en nuestra sociedad no se considera maltrato, ni siquiera está mal visto… es NORMAL.

Cualquier familia que dejara sin comer a un bebé varios días sería privada de la tutela de ese bebé. En cambio sí se puede dejar a un bebé solo en otra habitación y que nos parezca algo corriente. Se entiende que comer es una necesidad básica del ser humano, pero el contacto con la madre no lo es.

Analicemos con detenimiento y lógica esta visión errada de las necesidades de un bebé. Durante una media de 40 semanas, es decir, toda su vida, el bebé vive en un entorno cálido, siempre en movimiento, con ruidos conocidos como el corazón, el intestino o el estómago trabajando. Se desarrolla permanentemente alimentado a demanda, abrazado por el líquido amniótico y las paredes del útero materno, a la temperatura justa…

¿Qué nos puede llevar a creer que, por el simple hecho de pasar por el canal de parto, un bebé cambia sus necesidades básicas de un día para otro? ¿Es que creemos que el hecho de ver al bebé hace que cambie su esencia de alguna manera? Es una cuestión de lógica que los bebés siguen necesitando fuera del útero lo mismo que tenían dentro. Si, además, tenemos en cuenta lo duro que ha podido ser el cambio para una criatura tan pequeña, deberíamos extremar aún más el contacto permanente con otro ser humano, la presencia constante y en movimiento que siempre tuvo.

Ya debe ser duro dejar de estar flotando calentito para adaptarse a los cambios de temperatura de nuestro hábitat, al contacto con el aire, a la sensación de ser más pesado, a no poderse mover con la misma libertad, a tener que PEDIR de alguna manera lo que antes se nos daba sin descanso. Pero encima pretendemos que se adapten a dormir solos, sin ruido, sin calor, sin presencia, sin comida disponible a cualquier hora… Creo que tan importante es para un bebé ser alimentado como ser mecido, tocado, abrazado durante todo el día y la noche. Pero si, cuando además, el bebé reclama lo que le pertenece, los padres no acuden…aún puede ser peor.
Esto es un maltrato auténtico, pero no sólo no está codificado en nuestro código penal como tal, sino que, además, hay quienes escriben libros sobre la mejor manera de hacer sufrir a nuestros bebés, de dejarlos dormir solos desde que nacen, y se enriquece con ello!! ¿No debería esto ser ilegal?

Si de mí dependiera, informaría a cada pareja de padres, al igual que se les informa del estado de salud del bebé que nace, de cuanto y cuándo deben alimentarle, bañarle, etc… de que jamás deberían dejar al bebé recién nacido solo en una habitación y hacer caso omiso de sus llantos. Así de simple, porque simple es la necesidad de los recién llegados al mundo.

Un bebé del que ignoramos su llanto, su miedo y su ansiedad al estar solo en otro cuarto, no aprende a dormir, aprende que sus llamadas no serán atendidas y tiene la primera experiencia de traición de su vida. La persona que le ha provisto de todo durante 9 meses, la que debería estar a su lado consolándolo y ayudándolo a adaptarse a este mundo, ignora su llamada. La persona más importante, la única y primera relación que conoce…
Pero si ese bebé, cuando cumpla 40 años no ha sido capaz de confiar en una pareja y comprometerse con nadie, si es infeliz porque no consigue encontrar un equilibrio en sus relaciones… nadie va a relacionar este hecho con el abandono primigenio de su madre, porque lo único que pretendía su madre era enseñarlo a dormir, avalada por especialistas en la materia…
Nos pasamos nueve meses acariciándonos la barriga, fantaseando con la idea romántica y de película de tener un bebé… planificamos nuestra vida, el momento en que sucederá… y de repente, cuando ese bebé nace lo convertimos en nuestro enemigo y nos infunden la necesidad de apartarlo de nosotras, de mantener la distancia para que no se “malacostumbre”, para que no nos tome el pelo, nos deshaga la vida, nos maneje y chatajee… ¿No es ridículo? ¿Para esto tanta planificación? Si realmente los hijos vinieran al mundo a tiranizarnos… ¿no se habría extinguido ya la especie?¿no sería lo lógico?

Creo que tener hijos no es un cuento de hadas. Hace falta mucha madurez para poner las necesidades de otro por encima de las nuestras. Pero es que nosotros hemos decidido que esa vida llegue al mundo y es nuestra responsabilidad entregarnos a ello para que, la persona que será, consiga ser lo más feliz posible. Nadie nos obliga a tener hijos, podemos decidir tenerlos o no, elegir el mejor momento o el peor… pero no deberíamos poder traerlos al mundo para tratarlos como si fueran nuestros enemigos.

Defiendo el colecho, claro que sí. Y lo defiendo a pesar de conocerlo en profundidad y en primera persona, a pesar de saber que si hubiera dejado a mi hija sola en otra habitación desde que nació, ahora yo dormiría como una reina y ella también. Porque lo que habría tenido que sentir ella para llegar a dormir toda la noche con dos años, habría estropeado para siempre nuestra fusión, la unión que, como madre e hija que siguieron conectadas a través del pecho y el contacto continuo, aún tenemos y que nos hace especiales como díada. Nuestra relación habría quedado fracturada para siempre y, dejar de dormir un par de años no parece un precio tan alto a pagar si miras a lo lejos y te das cuenta de que la confianza que un bebé recién nacido ha depositado en su madre, bien merece no ser quebrantada por un par de años más o menos de sueño.

Unos años de sueño reducido, que no insuficiente, porque si fuera insuficiente o incompatible con la vida seríamos muchas las que habríamos muerto en el intento. Y antes de morir de agotamiento seguramente enfermaríamos gravemente y nos darían una baja para que descansáramos, nos iríamos a casa, dejaríamos el trabajo, las labores del hogar y el resto de exigencias sociales y, sin dejar de colechar, mejoraríamos porque podríamos adaptar nuestros horarios a los de nuestros bebés, podríamos dormir siestas con ellos y largas noches de 12 horas para compensar la baja calidad del sueño con una gran cantidad.

Y me parece, que esto último prueba que no es el colecho lo que está mal planteado, sino el sistema y el esquema social que exige un ritmo de vida a las madres que es incompatible con las necesidades de nuestros hijos. Sería mucho más fácil cambiar este sistema para adaptarnos a lo que somos como especie, que cambiar la especie entera para que el sistema perdure. Sin embargo, y por absurdo que parezca, lo más difícil es lo que intentamos llevar a cabo, mientras que la solución lógica y fácil ni siquiera se plantea.



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