jueves, 27 de octubre de 2011

Estivill delira... POR ILEANA MEDINA FERNANDEZ

"Mamá, ¿por qué si yo soy pequeña y tengo miedo, he de dormir sola, > y ustedes que son grandes duermen acompañados?".

El dr. Estivill (también conocido como Cruel Devil) arremete de nuevo. Presenta un nuevo libro denominado algo así como "pediatría con sentido común para padres con sentido común" y también anuncia una nueva edición de su ya tristemente célebre Duérmete niño, que según él mismo dice ha vendido más de tres millones de ejemplares.

Ya sabemos que algo se anuncia de un modo porque es precisamente lo contrario. Un libro firmado por Estivill y que se llama "con sentido común" es igual a los embutidos de una conocida marca que se anuncian como "sanísssimos". O las pizzas congeladas que se venden como "comida de la abuela".

Este señor, especialista en trastornos del sueño, encontró la gallina de los huevos de oro: si digo que los niños (que normal y naturalmente se despiertan de noche) tienen un trastorno del sueño, tendré como clientes potenciales ¡a todos los bebés y niños del mundo! Es decir, a sus padres, desinformados, cansados, explotados laboralmente, y/o desconectados de su esencia emocional. Los bebés son las víctimas. Precisamente porque despertarse de noche no es un problema ni un trastorno ni una enfermedad en los bebés y niños pequeños.

Además, este señor, en su afán lucrativo, padece una gran deshonestidad intelectual. Sí, simple y llanamente miente.

Miente cuando omite en su libro toda referencia bibliográfica, escamoteando a los lectores que su método fue creado por el Dr. Ferber (quien a su vez se inspiró en otro libro publicado ¡en 1895!). Miente, porque su famoso libro del metodito fue redactado por una periodista, que aparece como coautora (siempre hay "coautores" en sus libros).

Si él no creó el método, ni tampoco escribió el libro: ¿qué ha hecho este señor más allá de crear una marca con su apellido, y extender la fórmula con sus tentáculos mercantiles a todos los ámbitos: la alimentación, la adopción, la crianza, la pediatría en general...?

Estivill, aupado por la industria editorial, vio un nicho de mercado en padres desorientados y desbordados por la no-conciliación, y creó una marca comercial de divulgación del adiestramiento conductista en la crianza infantil (con unos cien años de retraso). Eso sí, cada vez más disfrazado de progresía, de buenas palabras y de "buenas intenciones".

Métodos de "modelado de conducta" que dejan afuera a las emociones, que han existido siempre, y que tomaron cuerpo en la primera psicología que quiso ser científica. Son métodos de extinción de respuesta: el niño deja de llorar porque aprende que no va a ser atendido. El niño come algo que no le gusta o que no necesita (lo que sea que el progenitor le haya puesto en el plato) por miedo al castigo, o porque no le queda más remedio.

> Es la pedagogía negra de la resignación. De "así es la vida". Qué triste. Enseñar a los niños que por mucho que lloren, sus demandas, sus necesidades emocionales, no van a obtener respuesta de las personas que más los quieren: sus propios padres. Y de paso, fomentar la deshumanización y la industria del sucedáneo: el cuerpo y el abrazo sustituidos por el chupete-que-brilla-en-la-oscuridad, el muñeco de peluche, las luces móviles, las cunas sofisticadas.


Y miente finalmente cuando en su delirio de grandeza se autoproclama "la voz de la ciencia", porque precisamente su especialidad, la neurofisiología, en los últimos años ha ido por los derroteros contrarios: está demostrando los grandes estragos que las hormonas del estrés (el cortisol, la adrenalina...) hacen sobre el cerebro, sobre todo cuando está en formación, como es el caso de los bebés humanos.

También los antropólogos han demostrado que el sueño infantil, a lo largo de toda la historia y la evolución humanas, ha sido siempre discontinuo, y por supuesto, acompañado, como en el resto de primates y mamíferos.

Los niños se despiertan de noche -y necesitan compañía para reanudar el sueño- porque necesitan cerciorarse de que las personas que les cuidan están cerca. Que les quieren y les protegen. Todos somos descendientes de los que se despertaron. Porque los que no lloraron, se los comió el lobo. Por tanto, despertarse de noche y demandar compañía es una conducta absolutamente normal, premiada por la evolución, -y quizás hasta deseable- en los niños pequeños. Son bebés "despiertos", que velan por su vida. Es una señal de inteligencia, es una estrategia de supervivencia.

Y la conducta normal de todas las tribus humanas a lo largo de la historia, ha sido la de acompañar a los bebés en sus despertares, darles teta, un abrazo, una nana, mecerlos o pasearlos, meterlos en la cama (colecho), para que todos puedan reanudar pronto el sueño. La mayoría de los bebés del planeta duermen acompañados por sus progenitores, como debe ser.

Despertarse de noche, Sr. Estivill, no es un trastorno en un niño pequeño, a menos que usted pretenda con sus métodos crear de verdad inseguridades, fobias y miedos que deriven en insomnio en el futuro, y así convertir a los padres en los clientes de hoy y a los niños en sus clientes del mañana.


Los terrores nocturnos y las pesadillas no son "normales" a los 3, ni a los 4, ni a los 5 años, como dicen algunos libros y sostienen algunos pediatras. Más bien serán la consecuencia de dejar a los niños solos toda la noche. Normal que sientan miedo, normal que quieran estar acompañados. Sí, son habituales en una cultura de la soledad y el desamparo emocional como es la nuestra. Pero no biológicamente normales.

El sueño es un proceso madurativo, y como tal, con los años se va alcanzando la capacidad de dormir solos y de un tirón, desde la seguridad, el apoyo y la compañía mucho mejor que desde la soledad y la negación de sus necesidades afectivas.

> Además, el colecho es una magnífica oportunidad de compartir tiempo, piel con piel, amor, respiración y tacto con nuestros hijos, que se pasan todo el día en el colegio desde casi recién nacidos.

Una hija de una amiga le preguntó a sus padres un día: "mamá, ¿por qué si yo soy pequeña y tengo miedo, he de dormir sola, y ustedes que son grandes duermen juntos?". Una reflexión demoledora. Eso sí que es sentido común.

No se trata de ciencia, señor Estivill: se trata de con-ciencia, de humanidad, de empatía, de amor, si me apuras de "animalidad", pura conducta mamífera. Algo que usted probablemente no conoció de niño, y que arrastra y proyecta inconscientemente a día de hoy. Se puede saber todo sobre la electro-bioquímica de la fase REM, y muy poco del amor, de la vida, de la carencia afectiva, de las estrategias emocionales de supervivencia.

Se autoproclama usted "la voz de la ciencia", el traductor para profanos de un supuesto conocimiento elevado y exclusivísimo. Dice usted que nadie en el mundo científico ha criticado sus métodos. Si nadie en la comunidad científica se hubiera pronunciado, sería una vergüenza para la ciencia (y no sería la primera vez), pero no es verdad.

La neurofisiología es su especialidad: divulgue lo que está diciendo sobre los efectos de las hormonas del estrés en el cerebro humano, aún más en los bebés y en los niños pequeños. Difunda lo más actual sobre las emociones y la configuración neuronal. Su ciencia para incautos se ha quedado en el siglo XIX.

Los padres que necesitan que sus hijos duerman solos, son responsables de lo que hacen. Pero no se puede vender como algo científico, ni educativo, ni beneficioso para los niños. Es sencillamente anacrónico, falaz e inadmisible.

Y a usted, y a los demás que le siguen, les dejo un amplio listado bibliográfico, sustentado por otros profesionales, tan científicos (y tan humanos) como usted:

> Firmada por varios médicos, pedagogos y profesionales: Declaración sobre el llanto de los bebés

González, Carlos: Bésame mucho, Temas de Hoy, 2006.
Gutman, Laura: No quiere dormir solo, marzo 2011.
Jové, Rosa: Dormir sin lágrimas, La Esfera de los Libros, 2006.> Jové, Rosa:
Crianza Feliz, La Esfera de los Libros, 2009. > Gerhard, Sue:
El amor maternal, Albesa, 2010. > McKenna, James:
Bebés de la edad de piedra en la era de la conquista espacial, París, 2005.>
Punset, Eduard: El cerebro del bebé, Redes 447, diciembre 2007.>
Sunderland, Margot: La ciencia de ser padres, Grijalbo, 2007.>
Small, Meredith: Nuestros hijos y nosotros, Crianza Natural, 2006.

Y a revisar los listados bibliográficos y referencias científicas correspondientes que se citan en todos esos libros.

Que cada uno elija su opción, pero que nadie se erija en portavoz de la ciencia.

http://es.paperblog.com/estivill-delira-719425/

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