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martes, 23 de diciembre de 2014

El espejo mágico


Salimos del colegio como cada tarde, yo la miraba y con solo mirarla ya me  sentía feliz. 
Ella me hablaba de una niña con el pelo largo, preciosa, una niña que había visto cantar en la televisión y le parecía del todo especial. Era su sueño, ser tan fascinante como aquella imagen de la tele.  Le pregunté si quería conocer a la niña más increíble, única... sin igual del mundo entero. Claro que sí mamá,... me contestó. Saqué de mi bolso un espejito redondo lleno de pequeños brillantitos que lo hacían aun más llamativo. Me miraba algo confusa, desconfiando, pero a la vez con ojos de ilusión infantil....Cogió el espejo y le dije que lo abriese cuidadosamente, al fin y al cabo era un espejo mágico.... y que mirase atentamente.... Tras unos segundos le pregunté; ¿ la has visto?... Ella me dijo.. no, mama... no está esa niña tan especial que me dices. La miré a los ojos y le dije;  la niña más hermosa, única y especial  esta en ese espejo  y cada espejo en el que te mires. Me miró y sonrió, no hubo que decir nada más... su  beso al  reflejo de esa niña me dijo todo lo que quería saber.









jueves, 11 de septiembre de 2014

RESILIENCIA

Una preciosa metáfora sobre la resiliencia



 
RESILIENCIA
 
Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro.

Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso. 

El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. 

El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. 

Kintsukuroi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.

Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman.

¡Cuán importante resulta el enmendar! 

Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados y nuestro corazón maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.

La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud... 

La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia —la capacidad de recuperarse— son dignas de llevarse en alto.

- EDU WIGAND

domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Qué tal hoy en el cole?





Esta entrada de la página  Huffingtonpost, me parece perfecta para empezar este nuevo curso.
Feliz entrada a todos.

 25 formas de preguntar a tus hijos '¿cómo ha ido el día en el cole?

Este año, Simón está en quinto de primaria y Grace en segundo, y todos los días me veo preguntándoles: "¿Cómo ha ido el día en el cole?".
Y todos los días me dan respuestas como "bien", pero a mí me sabe a poco.
¡QUIERO SABER MUCHO MÁS!
O, al menos, quiero que me respondan con una frase entera. Así que la otra noche me puse a hacer una lista de preguntas más concretas para hacérselas al volver de la escuela. No son perfectas, pero por lo menos consigo que me contesten con oraciones completas, y algunas han dado lugar a conversaciones muy interesantes, a respuestas cómicas y a visiones más profundas de lo que mis hijos piensan y sienten acerca de la escuela.
1. ¿Qué es lo mejor que te ha pasado hoy en el colegio? ¿Qué es lo peor que te ha pasado hoy en el colegio?.
2. Cuéntame algo que te haya hecho reír hoy.

3. Si pudieras elegir, ¿con quién te gustaría sentarte en clase? (¿Con quién NO te gustaría sentarte y por qué?).
4. ¿Cuál es el mejor lugar de la escuela?
5. Dime una palabra rara que hayas oído hoy (o algo raro que alguien haya dicho).
6. Si llamara hoy a tu maestra, ¿qué me diría de ti?
7. ¿Has ayudado a alguien hoy? ¿Cómo?
8. ¿Alguien te ha ayudado a ti? ¿Cómo?
9. Dime algo que hayas aprendido hoy.
10. ¿Qué es lo que te ha hecho más feliz hoy?
11. ¿Qué es lo que te ha parecido aburrido?
12. Si una nave de alienígenas llegara a tu clase y se llevara a alguien, ¿a quién querrías que fuera?
13. ¿Hay alguien con quien te gustaría jugar en el recreo y con el que nunca hayas jugado?
14. Cuéntame algo bueno que te haya ocurrido hoy.
15. ¿Cuál es la palabra que más ha repetido el maestro hoy?
16. ¿Qué crees que deberíais hacer más o aprender más en la escuela?
17. ¿Qué crees que deberíais hacer menos o aprender menos en la escuela?
18. ¿Con quién crees que podrías ser más simpático en clase?
19. ¿Dónde juegas más en el recreo?
20. ¿Quién es la persona más divertida de la clase? ¿Por qué es tan divertida?
21. ¿Cuál ha sido tu parte favorita de la comida?
22. Si mañana fueras tú el maestro, ¿qué harías?
23. ¿Hay alguien en tu clase que necesite tiempo muerto?
24. Si pudieras cambiarle el sitio a alguien de tu clase, ¿con quién lo harías? ¿Por qué?
25. Dime tres momentos diferentes en los que hayas utilizado el lápiz hoy.
*****
Hasta ahora, mis respuestas favoritas proceden de las preguntas 12, 15 y 21. Las preguntas como la de los extraterrestres dan a los niños la oportunidad de decir sin problema a quién no les gustaría tener en clase, y abren la puerta a la discusión, a la posibilidad de descubrir razones y problemas ocultos de los que antes no tenías ni idea.
Las respuestas que obtenemos a veces son realmente sorprendentes. Cuando les hice la pregunta 3, descubrí que uno de mis hijos ya no quería sentarse al lado de su mejor amigo en clase, no por un deseo de crueldad o discriminación, sino por la esperanza de poder trabajar con otros niños.
Mis hijos se hacen mayores y sé que voy a tener que trabajar con más intensidad para comprometerme con ellos, pero sé que el trabajo merecerá la pena.

Este post apareció originalmente en Simple Simon and Company.
Traducción de Marina Velasco Serrano


 

domingo, 25 de mayo de 2014

"Yo soy porque nosotros somos."

Para leer y meditar, de la página "Cuento de Luz"

Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas.
Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron juntos a disfrutar del premio.
Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: UBUNTU, ¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?
UBUNTU, en la cultura Xhosa significa: "Yo soy porque nosotros somos."





sábado, 3 de mayo de 2014

¿Te gustaría que te separaran de tus amigos de siempre?

En este interesante artículo de Ramón Soler publicado en la página de "mente libre", podéis leer argumentos de peso que hacen cuestionarse una vez más porque los niños han de sufrir gratuitamente, porque así esta establecido.

 
Hoy os traemos una de esas medidas demenciales y carentes de sentido, que se toman, unilateralmente, en las escuelas aunque no aporte ningún beneficio para los niños. Una norma que, a pesar de ser absurda y arbitraria, se está extendiendo como la pólvora por muchos colegios de nuestro país.

Hace unos días, una amiga me comentó, alarmada, que en el colegio de su hija planeaban, para el próximo curso, separar a los grupos de amigos y mezclarlos con los niños de otras clases. La hija de mi amiga, que lleva varios años con los mismos compañeros, ha conseguido reunir un grupo de amigas y amigos con los que juega y se lleva estupendamente. Al igual que ella, muchos niños y niñas, llegado septiembre, van a ser separados de sus amigos de toda la vida, lo que les va a causar, innecesariamente, un gran malestar. El ambiente en muchos colegios, al parecer, cada vez se vuelve más hostil para los niños.

Tras acabar la conversación con mi amiga me decidí a informarme de los argumentos que esgrimen en esos centros para separar a los niños de sus personas queridas. Después de buscar más datos sobre este tema, me topé con titulares tan inquietantes como éste: “Para evitarles situaciones traumáticas, expertos escolares abogan por separar a los niños de sus mejores amigos”.

Al parecer, esta moda de separar a los niños que han forjado una buena amistad en el colegio es una idea importada del sistema escolar británico. 

 Según aluden sus ideólogos, el “tener un mejor amigo es contraproducente para los niños pequeños” (me quedé estupefacto al leer esto). Además, los defensores de esta medida argumentan que con ella, buscan fomentar que los niños se integren en grupos más grandes. Esta explicación que, a priori, podría parecer loable, en realidad no lo es tanto. Por un lado, algunos niños no se manejan bien en grupos grandes (al igual que muchos adultos) y por otro lado, resulta absurdo el fomentar la amistad a costa de romper la estrecha relación de un grupo de amigos (de dos o más miembros) ya consolidado. Si bien es cierto que el favorecer las relaciones entre todos los alumnos de la clase y estimular la cooperación resulta muy positivo y necesario, también lo es el hecho de que existen muchas otras maneras de hacerlo sin tener que separar a los buenos amigos.

Por otra parte, también argumentan que si se separa a los amigos cuando son pequeños, no sufrirán cuando tengan que separarse por ir al Instituto o a la Universidad (por favor, ¿alguien entiende esto?).

Esta filosofía me recuerda mucho a los educadores y padres que dicen que hay que castigar y frustrar a los niños porque, como la vida a la que se van a enfrentar es muy dura, más vale que vayan acostumbrando. Nunca he escuchado una excusa más burda para justificar la violencia contra la infancia.

La forma de ayudar a los niños a soportar las separaciones de la vida no debe estar basada en un abuso, el provocarles, arbitrariamente, una ruptura innecesaria con sus amigos. Cuando algunas separaciones lleguen a sus vidas, que algunas llegarán, educadores y padres debemos estar presentes a su lado y acompañarles emocionalmente. 
Con esta filosofía de “sin mejores amigos” (como se conoce en el Reino Unido), lo que realmente se está provocando es una grave merma en la sociabilización de los pequeños.  Por un lado, separados de sus mejores amigos, a los niños se les impide elaborar relaciones de especial intimidad con personas ajenas al círculo familiar y, por otra parte, se les está cercenando la posibilidad de experimentar por sí mismos la evolución natural de la amistad (unas siguen de por vida, otras son más estrechas, algunas más superficiales, otras se rompen, etc.). 

Preocupado, me pregunto por las consecuencias sociales que va a ocasionar este absurdo experimento. ¿Qué es lo que puede sentir un niño al que le fuerzan a separarse de su mejor amigo? ¿Qué pasa cuando esa decisión viene impuesta desde arriba, sin tener en cuenta lo que ellos opinen? ¿Qué modelo de relación le estamos enseñando a estos niños?
El modelo británico que estamos importando propugna que cada dos cursos, los amigos sean separados y cambiados de clase. ¿El objetivo de esta medida?: el evitar relaciones de estrecha amistad entre ellos. Imaginad qué puede suponer para los niños ser apartados de sus amigos cada dos años.  
Poco a poco, las relaciones que establezcan serán más superficiales, menos íntimas. ¿Para qué me voy a molestar en hacer amigos si luego me separarán de ellos? El egoísmo y la superficialidad en las relaciones serán las características predominantes entre los niños, precisamente, los mismas características negativas que se dan en nuestra  sociedad y que muchos estamos tratando de cambiar.

Si esta medida de “sin mejores amigos” hubiera estado vigente en 1997, cuando J.K. Rowling publicó “La piedra filosofal”, Harry, Ron y Hermione habrían sido separados dos años después, su amistad se habría visto mermada y deteriorada. Los valiosos principios de solidaridad, hermandad y cooperación se habrían visto diluidos; no habrían trabajado en conjunto, confiando los unos en los otros, aportando cada uno lo mejor de sí mismo para el beneficio de todos y, finalmente, no habrían conseguido derrotar al malvado Voldemort. Alguien malintencionado podría pensar que Voldemort y el Ministerio de Magia tenían un plan común para separar a los amigos y, así, poder vencerles.

Intentando profundizar un poco más en los posibles motivos de esta demencial política de separación, no puedo dejar de pensar en el “divide y vencerás”, atribuida a Julio César. Cuando un grupo de amigos tienen una relación especial, son menos manipulables, más fuertes y seguros, se apoyan y se defienden entre ellos. Al parecer, este fuerte vínculo entre los niños,  no es del agrado de algunos profesores y directores de colegios que desean poder controlar y dominar a los alumnos con la máxima facilidad y celeridad. Para poder imponer su pedagogía autoritaria necesitan que los niños estén lo más indefensos posible. ¿Cómo se consigue esto?  Evitando que intimen demasiado entre ellos, que se muestren seguros, que protesten ante las arbitrariedades y el abuso, que tengan un fuerte sentimiento de grupo, que se sientan apoyados y respaldados.
Me resulta muy alarmante que, incluso, muchos padres no le dan importancia al hecho de que sus hijos sean separados de esta forma de sus mejores amigos. Muchos esgrimen la excusa de que “los niños se adaptan con facilidad a los cambios”. Por supuesto que los niños son flexibles y capaces de resistir situaciones muy extremas, pero no debemos provocarles daños innecesariamente. Que los pequeños puedan adaptarse a los cambios no significa que los traumas no les dejen huella. No podemos dañar voluntariamente a los niños bajo el pretexto de que “ellos se acostumbran pronto a todo”.

Mucho más que los afluentes de los ríos de España o que la tabla periódica de los elementos, los mejores recuerdos de los años escolares son las aventuras que vivimos con nuestros amigos, las anécdotas divertidas y, también, el apoyo que ellos nos ofrecieron en los momentos difíciles. ¿Queremos que nuestros hijos se pierdan eso? No debemos permitir que les separen de sus mejores amigos por una moda arbitraria, que no tiene ningún fundamento científico y que es el reflejo de la falta de recursos (y de empatía) de algunos profesionales de la educación.
Texto: Ramón Soler

jueves, 10 de abril de 2014

¿Qué beneficios tiene leer?


 Me encanta leer, me apasiona aprender con cada libro, tan solo con que me haya aportado una nueva idea ya ha merecido la pena leerlo. Me parece muy interesante este artículo que habla sobre los beneficios de la lectura.  Artículo completo aquí.




¿Qué beneficios tiene leer?
  • 1. Aumenta la agilidad mental
Leer aumenta la capacidad de concentración, promueve la empatía, favorece las conexiones neuronales y, si es un hábito frecuente, es un ejercicio útil para evitar la pérdida de las funciones cognitivas asociadas a la edad.
Diversos estudios han constatado que un cerebro activo no sólo realiza mejor sus funciones, sino que incrementa la rapidez de la respuesta ya que, mientras se lee, se obliga al cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar, lo que permite mejorar la capacidad intelectual estimulando nuestras neuronas.
  • 2. Favorece las relaciones sociales
Según los expertos, la lectura también puede generar temas de conversación, lo que facilita la interacción y las relaciones sociales. En un estudio publicado por investigadores de la Universidad de Búfalo (Estados Unidos) en Psychological Science aseguraba, tras un estudio en lectores de la popular saga de Harry Potter, que este tipo de lecturas puede favorecer el aumento del sentimiento de pertenencia a un grupo, lo que es bien sabido que mejora el estado de ánimo y la satisfacción, similar a la de formar parte de grupos reales.
  • 3. Reduce el nivel de estrés
Fomentar la lectura también tiene otras ventajas para nuestra salud, como la reducción del nivel de estrés (sobre todo cuando uno lee novelas de ficción). Recordemos que demasiado estrés es origen o un factor de empeoramiento de muchas dolencias neurológicas como cefaleas, epilepsias o trastornos del sueño. Asimismo, la lectura antes de acostarse proporciona buenas rutinas de higiene de sueño.
  • 4. Activa el sistema visual
Aprender a leer activa el sistema visual en las regiones especializadas en la forma escrita de las letras y también en las regiones visuales primarias, es decir, aquellas donde llega toda la información visual. Además, la lectura “activa el sistema del habla” para tomar consciencia de los sonidos y permite “establecer relaciones entre el sistema visual y el sistema del habla, entre las letras escritas y los sonidos.
  • 5. Podría predecir el éxito profesional
Según un estudio de la Universidad de Oxford, la lectura por placer predice el éxito profesional. Los lectores habituales en la adolescencia tienen más posibilidades de éxito profesional cuando son adultos. Durante más de dos décadas, los investigadores analizaron los hábitos y actividades de casi 20.000 jóvenes para conocer qué actividades predecían el éxito profesional a los 30. Sólo la lectura (y no otras actividades, como ir al cine o hacer deporte) logró tener un impacto significativo en el éxito profesional.

¿Existe algún tipo de lectura que potencie todos estos efectos beneficiosos?
En realidad, los beneficios se dan cualquiera que sea el género elegido. No obstante, sí que es cierto que los expertos aseguran que las narraciones, sean o no de ficción, nos ayudan también a mejorar las habilidades sociales y la empatía, precisamente porque nos permiten sumergirnos en las vivencias de los personajes y en las interacciones que establecen entre ellos.
Fuente:  medciencia.com

domingo, 30 de marzo de 2014

EL PUNTO- PETER H REYNOLDS


"Tal vez fuiste ese niño, cuyo punto era algo feo o insignificante a ojos de otros,  tal vez lo creiste y te fuiste apagando., marchitando.... Pregúntate ahora por ese punto, ese talento único que tienes dormido, esperando con los brazos abiertos a que lo dejes florecer. Pregúntate si a tu lado hay alguien igual, tus hijos, tu pareja.... y abre los ojos al valor del arte único y especial. Rompe la cadena , encuentra  "Tu punto" y permite a los demas mostrar el suyo. "

sábado, 29 de marzo de 2014

LOS EFECTOS DEL CACHETE A TIEMPO

Este artículo de Ramón Soler, resume esas excusas que tanto oimos sobre porque pegar a los niños. Os dejo la primera entrada  de una serie de 4 en la página de mente libre, que merece muchisimo la pena leer. A reflexionar e interiorizar.





La idea de hacer esta entrada surgió a partir de un artículo publicado en Noviembre de 2010 en EL PAÍS sobre el uso de los cachetes titulado “El cachete duele, pero no funciona” y de otros similares que podéis encontrar aquí y aquí. En ellos se citan estudios que constatan los efectos negativos del uso de los cachetes y se denuncia la excesiva permisividad hacia la violencia ejercida contra los niños que aún hoy en día se da en nuestra sociedad. No obstante, lo que me llevó a escribir esta entrada (dividida en varias partes) fue el exagerado y alarmante número de comentarios que defendían sin tapujos el uso de la agresividad y la coacción en la crianza. Más del 80% de los comentarios eran de padres que justificaban de alguna manera el uso de los cachetes en la educación de sus hijos.
Hay que aclarar que, desde 2007, el Código Civil dejó fuera la bofetada como opción educativa. La votación del Consejo de los Diputados fue de 184 a 162, con los votos a favor de los partidos liberales y en contra de los conservadores. Dudo que esto implique algún cambio a nivel práctico, sobre todo si tenemos en cuenta que un juez de familia de Sevilla opina que “si un niño pequeño va a electrocutarse con un enchufe y se le da un cachete en el culo, eso es aceptable. Otra cosa es causarle un daño físico o psicológico (…) Nadie en su sano juicio va a denunciar a un padre por dar un cachete suave a un niño”. No es, pues, una cuestión de leyes, sino de educación y abandonos primarios.
Desde hace bastantes años y tras muchas experiencias vividas en este sentido, soy consciente de que es imposible o, cuando menos, infructuoso tratar este tema cara a cara con la mayoría de estas personas. En cuanto comienzan a oír argumentos contrarios a su proceder, se cierran en banda y empiezan a gritar o a insultar. No se puede argumentar con alguien que está totalmente cerrado y no quiere o, tal vez,  no desee escuchar.
Dejando a un lado las aspiraciones de que esto convenza a algún maltratador, me dispongo a analizar las diferentes excusas falaces que dan para pegar a sus hijos, desmontando cada una de ellas desde mi experiencia como psicólogo con cientos de pacientes, apoyado por otros muchos expertos de todo el mundo que denuncian la violencia en la infancia y por todas las evidencias científicas de los últimos años que demuestran los terribles efectos del maltrato infantil a corto y a largo plazo.
Quizás, esta serie de entradas os pueda servir para comprender mejor la manera de pensar de los que defienden el cachete. Los que ya conocéis el blog, sabéis que mi opinión es que necesitarían hacer un trabajo profundo de introspección para comprender su propia infancia y cuestionarse el modelo educativo violento que ellos también sufrieron de pequeños.
En cada uno de los argumentos, os pondré un par de ejemplos de lo que dicen estos padres para que podáis haceros una idea. Aunque alguna frase os pueda sorprender, los textos que van entre comillas son frases reales de comentarios recopilados en distintos blogs.
Antes de empezar, no puedo resistirme a copiaros este testimonio que me parece un perfecto resumen de todo lo que comentaremos después:
“A mí me dieron alguna torta bien dada a tiempo y no estoy traumatizada ni mucho menos, lo que estoy es agradecida de que me educaran y no me dejaran salirme con la mía. Sin embargo veo a mi prima, que con 8 años cuando quiere algo se pone a llorar y lo único que acierto a decir es” que ostia te daba en toda la cara para que llorases por algo“, por eso a mí me respeta y a sus padres les torea. Los niños no entienden, son animales, y aprenden como ellos con dolor (ojo, hablamos siempre de una torta, no de una paliza)
Veamos ahora, punto por punto, los argumentos que esgrimen los defensores del cachete correctivo.

-Tono agresivo y absolutista en la manera de escribir.

“Hace falta ser imbécil para decir que un bofetón a tiempo no consigue nada.”
“A el elemento que firma el artículo, se conoce que no le dieron un par de leches por escribir tontunas en su momento y como todo, las tontunas de su infancia se han convertido en estupideces en su madurez.”
Lo primero que llama la atención al leer estas justificaciones del cachete es el tono tremendamente violento que utilizan para argumentar. Además,  el desprecio, la descalificación y el insulto, suelen jalonar con frecuencia su discurso. No tienen ninguna intención de reflexionar o cambiar, las cosas son así porque ellos lo dicen y el que piense lo contrario está equivocado. En todos los comentarios hay un aroma a dictadura que espanta.
Lo paradójico, como veremos más adelante, es que estas personas se autocalifican como las más educadas y respetuosas del mundo. Según ellos, estas “extraordinarias” condiciones morales las adquirieron ¡por supuesto! gracias a los azotes que recibieron de sus padres. Desde luego, sin lugar a dudas, este es un hecho harto improbable ¿cómo a través de la agresividad se puede enseñar educación y respeto? En realidad, lo único que aprende un niño bajo coacciones físicas es a reprimir la propia personalidad por miedo al castigo y a repetir ese mismo patrón de agresividad en cuanto empiece a tratar con individuos más débiles. No son personas educadas, son sujetos reprimidos y enormemente resentidos. Su tono agresivo al escribir habla por ellos.
Siguiendo con los comentarios, veremos cómo algunos asustan por el tono amenazante que emplean. ¿Cómo debe ser crecer en un entorno así? ¿Cómo lo vivirán los hijos de estas personas? Yo lo veo cada día en la consulta e, imagino, que muchos de vosotros lo habréis  sufrido en primera persona.

- El cachete no es maltrato.

“Una cosa es una corrección puntual y otra los malos tratos”
“Confundir cachete con maltrato, por otra parte, es de mentes muy obtusas o muy retorcidas, que las hay.”
“Que digan lo que quieran, pero como último recuso, un par de buenas bofetadas a tiempo (no confundir con palizas sin motivo ni razón, por favor) son parte integral de la educación de cualquier niño.”
Simplemente, me parece un burdo intento justificarse y de acallar su conciencia por pegar a sus hijos. Estamos ante un autoengaño tan descabellado, que no existe forma lógica de mantenerlo. El cachete jamás está justificado. La única diferencia entre el que da un cachete, el que da diez y el que da una paliza es la cuantía empleada. La desigualdad está en la cantidad, pero todo acto de violencia, por pequeño que le parezca a la persona que lo perpetra, es reprobable. No hay una diferencia cualitativa, sino cuantitativa.
Cualquier actitud que no respete al niño como persona, es maltrato. Las palizas y violaciones son maltrato, esto parece que lo tenemos claro, pero también lo es el azote ocasional. Aparte de un abuso desequilibrado de poder del adulto sobre el niño, el cachete conlleva un desprecio y una falta de respeto hacia una persona que no puede defenderse. Por lo general, esta actitud no se limita exclusivamente al cachete, sino que se aprecia en otras situaciones de la vida cotidiana. Estos padres imponen qué y cuánto debe comer su hijo, cómo y cuándo debe dormir, deciden arbitrariamente lo que puede o no puede hacer sin tener un motivo de peso y todo esto denota una total falta de respeto a los procesos naturales del niño.
Por lo tanto, el cachete es un signo más, dentro de una actitud generalizada de menosprecio hacia el niño. Y eso es maltrato.


-Por tu propio bien.

“ ¡ Gracias mamá por no dejarme caer, por tu inflexibilidad en el bien y en el mal, y por corregirme adecuadamente a cachetazos !”
“¡¡Bendito cada coscorrón, tortazo y azote que me dieron en mi infancia!! porque (entre otras medidas educativas) me han forjado como el hombre que soy, no tengo trauma alguno por ello y en mi círculo de amigos conocidos ( entre los 40 y 50 años) a ninguno le pesan las tortas que recibieron ( la mayoría justificadamente)”
“recibí algunas nalgaditas, no considero a mis padres maltratadores, y puedo decir que gracias a ellos tengo la educación que tengo”
“Por tu propio bien” es el título de uno de los libros de Alice Miller en el que expone con absoluta nitidez el sutil, pero cruel, mecanismo de la violencia en la infancia.
Ya hemos explicado en entradas anteriores que, cuando somos pequeños, necesitamos a nuestros padres para que nos cuiden y nos protejan mientras no podemos valernos por nosotros mismos. Hacemos lo que sea para conseguir su atención y su cariño, incluso, si esto supone sacrificar partes de nosotros mismos. Como esto es muy duro de asumir, terminamos creyéndonos que nuestros padres nos pegan porque nos quieren y que lo hacen por nuestro propio bien.
En estas condiciones, el niño reprime su creatividad, su libertad y se somete a la voluntad arbitraria de los padres (incluso en la edad adulta) sin cuestionarse ninguna de las órdenes. De esta forma, toda posibilidad de juicio o crítica ha sido eliminada bajo el yugo de la violencia, y la persona, crece pensando que se merece esos azotes.
Con el paso de los años, cuando crezca y sea padre, este niño maltratado ya no recordará lo que tuvo que sacrificar en su infancia, sólo tendrá en su mente la idea que escuchó una y otra vez de sus padres “me duele a mí más que a ti… lo hago por tu propio bien… ya me lo agradecerás cuando seas mayor”. Estamos ante un verdadero caso de alienación en el que, incluso, la persona se creerá legitimada para aplicar el mismo sistema con sus hijos. Estará convencida de que es lo mejor para ellos y, además, deberán estarle agradecidos.
Muchos de mis pacientes llegan a la consulta con ideas parecidas: “me pegaban porque era un bicho y me lo merecía” ó “me pegaban lo normal”. A medida que van avanzando en su terapia, descubren que no es normal y que ningún niño se merece que le peguen. Sus padres, simplemente, repetían sin cuestionarse el modelo educativo violento que habían recibido en su infancia.

-Pues a mí me pegaron y no tengo traumas ni soy violento.

“La gran mayoría hemos crecido y cuando éramos chicos nos han dado un cachete cuando desobedecíamos o hacíamos algo malo, y yo no tengo ningún trauma ni ninguna de las personas que conozco tampoco, y son personas normales, no lo que hay hoy en día.”
“Soy de la generación del 60, me han dado muchos azotes, y he tenido suerte porque a muchos otros les tocaban bastante más que azotes. Ninguno tenemos hoy traumas”
Me viene a la mente el latinismo “Excusatio non petita, accusatio manifesta” o el “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Resulta curioso que lo primero que dicen todos los que recibieron azotes de pequeños es que no tienen traumas.
Según dicen ellos, no son violentos con sus mujeres, ni con otros adultos, ni se rebelan contra la autoridad. De hecho, se presentan a sí mismas como personas educadas y normales. Sin embargo, defienden, sin cuestionarse la amoralidad que supone, la violencia que se ejerce sobre los más pequeños e indefensos.
El mero hecho de justificar y repartir azotes a sus hijos ya indica que sí que están afectados por lo que sufrieron de pequeños. Creo que identifican “estar traumatizado” con el que, por ejemplo, tiene miedo al color negro porque le mordió un perro de ese color. Desconocen, que los efectos negativos de la infancia son mucho más profundos y sutiles de lo que ellos piensan. De hecho, si observamos desde fuera a estos padres, vemos que son personas reprimidas y represivas, con una gran carga de agresividad latente. Personas, que desconocen el diálogo y cuyas opiniones, siempre defendidas con vehemencia, son rígidas e inamovibles. No hay duda, todo estos signos nos muestran a personas muy traumatizadas.
Obviamente, admitir que las cosas se pueden hacer de otra manera, implicaría asumir que sus padres no debieron pegarles y esto, supondría el derrumbe de todas las creencias que han mantenido a lo largo de su vida. Por ello, prefieren, repitiendo la misma violencia con sus hijos, no cuestionarse nada y seguir engañados.
Las personas que exculpan los daños del cachete, lo defienden asegurando que ellas también fueron criados así. Esto, lo único que demuestra es que la violencia se transmite y se justifica de generación en generación de forma falaz y torticera. Como decía Mahatma Gandhi: “Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él”. Además, se demuestra claramente que la violencia engendra violencia. Y así, vemos como estos adultos “educados” que consideran normal pegar a un niño están repitiendo lo mismo que aprendieron cuando eran pequeños y recibían los azotes de sus padres, a saber: que el más fuerte impone su voluntad, que los conflictos se solucionan por la fuerza, que el débil no puede tener opinión y tiene que obedecer, etc.
En fin, dice el refrán que “no hay más ciego que el que no quiere ver”.

- Te respeto y te quiero, pero te pego.

“yo sufrí castigos físicos y educo a mis hijos con paciencia y amor, y algún coscorrón. Respeto tu opinión, es lo que me enseñaron mis padres entre algún coscorrón de vez en cuando.”
“El equilibrio siempre. Si puedes dialogar, dialogas. Pero con un niño de 2 ó 3 años no se puede dialogar. Hay que transmitir el mensaje de quién manda, con firmeza pero con amor.
“en mi caso, mis padres me enseñaron lo importante del cariño, el respeto, la atención, y también lo importante de una buenas hostia en su momento. 2 me hicieron falta, no más. Y no he salido tan mal.”
¿Cómo es posible reunir, en una misma frase, palabras como “paciencia”, “amor” y “algún coscorrón”? Sólo alguien muy cegado y con una visión muy limitada de la realidad, podría hacerlo.
Si fueron criados de esa manera, es absolutamente normal que su percepción de la realidad esté distorsionada. El niño interioriza que la forma de mostrar el cariño incluye la violencia. Como no ha vivido otra realidad, no será capaz de cuestionarse si esa es la forma de criar con cariño y respeto. Cuando sea mayor y tenga hijos, los seguirá tratando de la misma manera, con paciencia, amor y algún coscorrón.
Por definición, cualquier acto de violencia implica una falta de respeto hacia el otro. Los niños que son tratados de esta manera aprenden a no respetar a sus semejantes, tendrán más probabilidad de ser niños agresivos en el colegio y, cuando sean adultos, tendrán poca empatía y ningún respeto por sus compañeros o vecinos.
Seguro que algún lector ya se habrá percatado de que esta unión del azote con el amor está detrás de todos los casos de violencia de género y de tantos asesinatos que aún seguimos sufriendo en nuestros días. De hecho, el discurso del maltratador es el mismo que el del padre que defiende el cachete: “lo hago porque te quiero”, “Me duele más a mí que a ti”, “¿No ves que es por tu bien?”. No sirven de nada las campañas de concienciación, ni los cursos de reeducación del maltratador si no se percatan ellos mismos de que su comportamiento es cruel y dañino. Si, de verdad, queremos cambiar esta tendencia destructiva, debemos hacer hincapié en la implantación de una educación respetuosa, apegada y sin violencia.
En posteriores entradas, seguiremos analizando las excusas que utilizan muchos padres para pegar a sus hijos.
Puedes continuar leyendo la segunda parte: Lenguaje y comunicación. Excusas para pegar a mi hijo (II)
Texto: Ramón Soler

¿Puedo ir con niños?

¿Por qué los niños son bienvenidos?... sobran las palabras...

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martes, 25 de marzo de 2014

LA IMPORTANCIA DEL APEGO


Cada vez más profesionales divulgan  y con ello dan credibilidad al apego. Este artículo pertenece al blog del Dr. Jose Luis Gonzálo, "buenos tratos". A la investigación de referencia tiene su origen en este enlace. 


"Un nivel alto de afecto materno temprano podría reducir el malestar emocional en la vida adulta", conclusión de un reciente estudio


Recientemente, mi amigo y colega Rafael Benito, de la Clínica Quirón de Donostia-San Sebastián, me envió esta noticia publicada en el portal para profesionales Medscape.

Es una excelente picada que demuestra desde la investigación experimental que el modelo del buen trato y del apego seguro es el más adecuado sobre el que seguir investigando y trabajando, tanto para prevenir (y programar crianzas afectivas de los nasciturus) como para tratar de comprender e intervenir educativa y terapéuticamente con los niños y adultos. Lo que desde la teoría y la práctica profesional se observa, se confirma en la investigación. Y esto es importante porque es un impulso a un modelo (el del apego) que ha animado más a los psicólogos evolutivos y de la educación que a los clínicos.

Por lo que yo he podido saber, no se ha hecho una investigación tan seria, tan a largo plazo (longitudinal) y con tantos participantes en la misma (482=n) Y los resultados son concluyentes y sorpendentes: niveles normales, e incluso altos, de afecto materno ¡¡a los 8 meses!! tienen una relación directa con menores niveles de angustia ¡¡a los 34 años!! Casi nada. Impresionante lo que puede predecir. Y trascendentes las implicaciones que tiene para una sociedad, por otro lado, cada vez más volcada en hacer a los niños autosuficientes e individualistas... Hemos de cambiar el rumbo. Lo que no se hace bien a los 8 meses (una edad importantísima), deja secuelas. Por ello podemos comprender que los niños que padecen crianzas carentes de afecto (no digamos si, además, hay malos tratos) a edades muy tempranas, que son clave, presenten problemas en la regulación de las emociones. Lo que no se hace bien en su momento luego no es imposible, pero sí más dificil. Y esto no lo sigo para desanimar a nadie, sino al contrario, para hacerle más consciente de cuál es el camino a seguir.

He traducido del inglés los resultados y conclusiones del estudio publicados en julio de 2010 en Medscape. Aquí los tenéis:

La crianza y el afecto temprano de las madres pueden tener efectos positivos de larga duración en la salud mental a largo plazo de sus hijos en la vida adulta, de acuerdo a un nuevo estudio de cohorte que evaluó a los niños a los 8 meses y a una edad media de 34 años.

“Es llamativo que una breve observación del nivel de afecto maternal en la infancia esté asociado con la angustia en la vida adulta 30 años más tarde”, afirma la autora (y colegas) del estudio dirigido por Joana Maselko, profesora en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta en la Universidad de Durham, Carolina del Norte.

“Estos provocativos resultados se añaden a la creciente evidencia de que la infancia temprana ayuda a sentar las bases para las experiencias posteriores de la vida y proporciona apoyo a la noción de que las “memorias biológicas” se establecen tempranamente y pueden alterar los sistemas psicológicos y fisiológicos y producir vulnerabilidades latentes o resiliencia a los problemas que emergen más tarde en la vida adulta”, añadió la investigadora.

“Yo creo que es importante hacer notar que este estudio es acerca del afecto y sólo el afecto”, dijo la doctora Maselko a Medscape Medical News. “No decimos nada acerca de los niveles de implicación de los padres, etc. “No querría que los clínicos pusiésemos más presión a la madres de la que ya tienen”

El estudio fue publicado on line el 27 de julio en la Journal of Epidemiology and Commnunity Health.

La influencia de las tempranas experiencias de vida

“Nosotros estamos empezando a comprender que una parte significativa de nuestra trayectoria en salud mental en la vida está influenciada por las experiencias tempranas de vida, pero nosotros realmente no podemos comprender cuáles de esas experiencias son importantes y cómo exactamente pueden dejar su huella” dijo la doctora Maselko. “Este estudio es parte de una vasta área de investigación que trata de descifrar lo que pasará en el futuro sobre el particular”

Para este estudio, los investigadores evaluaron a una cohorte de 482 participantes en el Proyecto de Colaboración Nacional Perinatal.

Cuando los niños tenían 8 meses, la calidad de la interacción madre-niño fue “objetivamente” observada y tipificada por un psicólogo en una situación de test. Fue registrado el estatus socio-económico de los padres.

A través de las entrevistas presentadas cuando los niños fueron adultos, La Lista de 90 Síntomas (una prueba) fue utilizada para evaluar el funcionamiento emocional, incluyendo las siguientes 4 subescalas: angustia debida a somatización, sensibilidad interpersonal, ansiedad y hostilidad/ira.

Más afecto equivale a menos angustia

Los resultados valorados a los 8 meses mostraron que el 9,5% de los participantes tenían unos niveles bajos de afectividad maternal, 85% tenían un nivel normal, y casi un 6% tenían un nivel alto.

Aunque la asociación más consistente entre afecto maternal a los 8 meses y angustia en la vida adulta fue observada con la subescala de ansiedad, con diferencias significativas encontradas entre los grupos de baja/normal y alta afectividad (53.86 vs 46.70; p<.001), las diferencias significativas fueron también encontradas entre los grupos para puntuaciones de angustia general (55.38 vs 50.39; p< .001) La diferencia más pequeña fue encontrada para la hostilidad (55.70 vs 52.40; p<.07) “A través de todas las subescalas de síntomas, la dirección de la asociación fue altamente consistente; más afecto fue asociado con menos angustia” informaron los autores del estudio “Nosotros inicialmente esperábamos que tanto los del grupo con bajos y altos niveles de afecto estuviesen peor que los del medio (normales niveles), consistente con la idea de que una madre superafectiva podría ser una mamá asfixiante que pudiera estar asociada con peores resultados una vez que el niño crece, dijo la Dra. Maselko. “Pero no fue esto lo que observamos” En general, estos resultados “proporcionan fuerte apoyo a la afirmación de que incluso las muy tempranas experiencias pueden influenciar la salud de los adultos y enfatiza la importancia de tener una relación afectiva sólida”
“Considero que este estudio confirma la teoría del apego, la cual postula que una relación temprana con un cuidador primario puede configurar al individuo en sus relaciones personales desde la cuna hasta la tumba”, dijo a Medscape Medical News Mohammadreza Hojat, profesor investigador de psiquiatría y conducta humana en el Centro para la Investigación en Educación Médica y Cuidado de la Salud en el College de Philadelphia, Pennsylvania. ¿Ahora, por qué esto es así? De acuerdo con la teoría del apego, una madre amorosamente responsiva puede servir como una base segura para un niño para explorar el mundo con confianza”, dijo el Dr. Hojat, quien no estuvo implicado en este estudio. “Esto puede contribuir a un perfil de personalidad positiva, incluyendo altos niveles de auto-estima y mejores habilidades de afrontamiento ante los sucesos de vida estresantes” Dijo que una ventaja de este estudio es su naturaleza longitudinal. “Hay en general, muy pocos estudios longitudinales que pongan a prueba esta hipótesis” Este estudio refuerza el que la atención se centre en el modelo biopsicosocial de salud y enfermedad más que en el modelo biomédico.
Pediatrics. Publicado online 19, julio 2010

viernes, 21 de marzo de 2014

SER MADRE

 
HER-MO-SO!!

A veces es muy duro convertirse en madre.
Sí: vale la pena.
Sí: es la experiencia más poderosa que puede llegar a vivir una
mujer.
Sí: nada te marca tanto como el momento en que sostienes por fin en
brazos al hijo que acaba de salir de ti, deliciosamente sucio, húmedo, caliente, y te mira
a los ojos como diciendo: te conozco.
Pero es duro.
Y no sólo se trata de la falta de sueño, de las secuelas del parto, de los cuidados que
demanda un recién nacido (¡tan pequeñito y tan exigente!), ni siquiera del cóctel de
hormonas que te deja turuleta hasta varias semanas
después. Tampoco la falta de experiencia y la
incertidumbre acerca de si lo estás haciendo bien o no,
ni las propias dudas y comentarios de familiares
bienintencionados pero que no hacen sino disparar tu
propia inseguridad, tu miedo.
Es bastante más que eso. Es la ruptura total y 
repentina con tu propia identidad, con aquello que 
hasta el momento de parir te había definido: tus proyectos, tus ambiciones, tu trabajo, 
tus amigos, tu cuerpo, y todo aquello que llamabas tuyo. Tu tiempo. Tu vida.
Es mirarte al espejo mientras tu criaturita está prendada a tu pecho, y no reconocerte.
¿En qué momento te convertiste en esta mujer ojerosa que no tiene un minuto ni para
darse una ducha? ¿Quién es ella? ¿Quién eres ahora?
Sigues siendo tú, sólo que una versión más grande de ti misma. Pero al principio no lo
sabes. Al principio no te encuentras. No hay nada que logre vincular esta nueva vida tuya
de cambios de pañal, tetadas a deshoras y canciones de cuna, con aquella otra vida que
parece tan remota, aquella en la que ibas y venías a tu antojo, disponías de tu tiempo y te
pertenecías.
Porque, claro, todo tu ser es ahora para otro. Y ese otro se está alimentando de ti, no
sólo de tu leche, sino también de tus caricias, de tus canciones, de tus palabras, de tu
calor. Y el tiempo pasa, desde luego que pasa. Llegará el momento en el que, sin darte
cuenta casi, las tomas se acorten y las horas de sueño nocturno se alarguen. Tu bebé
aprenderá a sostener la cabeza, luego a darse la vuelta, luego a gatear. El día menos
pensado te regalará una sonrisa y pensarás que todo el esfuerzo ha sido poco. Un día te
dirá mamá. Lo verás correr en el parque, subirse solo al tobogán, jugar con otros niños,
garabatear las primeras letras que te mostrará orgulloso. Y por nada del mundo querrás 
cambiarte por esa otra que eras, y que tan poco sabía acerca del amor..

Autora: Vivian Watson Molina

( fuente: Una Nueva Maternidad de la Editorial Ob Stare)

A veces es muy duro convertirse en madre.

Sí: vale la pena.

Sí: es la experiencia más poderosa que puede llegar a vivir una
mujer.
 
Sí: nada te marca tanto como el momento en que sostienes por fin en
brazos al hijo que acaba de salir de ti, deliciosamente sucio, húmedo, caliente, y te mira
a los ojos como diciendo: te conozco.
 
Pero es duro.
Y no sólo se trata de la falta de sueño, de las secuelas del parto, de los cuidados que
demanda un recién nacido (¡tan pequeñito y tan exigente!), ni siquiera del cóctel de
hormonas que te deja turuleta hasta varias semanas
después. Tampoco la falta de experiencia y la
incertidumbre acerca de si lo estás haciendo bien o no,
ni las propias dudas y comentarios de familiares
bienintencionados pero que no hacen sino disparar tu
propia inseguridad, tu miedo.
 
Es bastante más que eso. Es la ruptura total y
repentina con tu propia identidad, con aquello que
hasta el momento de parir te había definido: tus proyectos, tus ambiciones, tu trabajo,
tus amigos, tu cuerpo, y todo aquello que llamabas tuyo. Tu tiempo. Tu vida.
 
Es mirarte al espejo mientras tu criaturita está prendada a tu pecho, y no reconocerte.
 
¿En qué momento te convertiste en esta mujer ojerosa que no tiene un minuto ni para
darse una ducha? ¿Quién es ella? ¿Quién eres ahora?
 
Sigues siendo tú, sólo que una versión más grande de ti misma. Pero al principio no lo
sabes. Al principio no te encuentras. No hay nada que logre vincular esta nueva vida tuya
de cambios de pañal, tetadas a deshoras y canciones de cuna, con aquella otra vida que
parece tan remota, aquella en la que ibas y venías a tu antojo, disponías de tu tiempo y te
pertenecías.
 
Porque, claro, todo tu ser es ahora para otro. Y ese otro se está alimentando de ti, no
sólo de tu leche, sino también de tus caricias, de tus canciones, de tus palabras, de tu
calor. Y el tiempo pasa, desde luego que pasa. Llegará el momento en el que, sin darte
cuenta casi, las tomas se acorten y las horas de sueño nocturno se alarguen. Tu bebé
aprenderá a sostener la cabeza, luego a darse la vuelta, luego a gatear. El día menos
pensado te regalará una sonrisa y pensarás que todo el esfuerzo ha sido poco. Un día te
dirá mamá. Lo verás correr en el parque, subirse solo al tobogán, jugar con otros niños,
garabatear las primeras letras que te mostrará orgulloso.  
Y por nada del mundo querrás
cambiarte por esa otra que eras, y que tan poco sabía acerca del amor..


Autora: Vivian Watson Molina

( fuente: Una Nueva Maternidad de la Editorial Ob Stare)

jueves, 20 de marzo de 2014

21 MENSAJES PARA TRANSMITIR A CADA MIEMBRO DE LA SIGUIENTE GENERACIÓN




1.-Eres un ser deseado. Estás aquí porque el Universo lo quiso.

2.-Siente que eres libre de ser lo que eres, no permitas que nada ni nadie te etiquete, ni te imponga guiones que no se corresponden con tu autenticidad.

3.-Cada ancestro de tu árbol es un don que hay dentro de ti para ser usado a tu favor y al de todo el Universo.

4.-Aprende a no pedir amor, simplemente ama.

5.-Cree en los pequeños milagros de cada día y atiende a las coincidencias, en ellas hay mensajes ocultos que te guían en el correcto camino.

6.-Cada día, haz un acto generoso con alguien cercano.

7.-Si en tu árbol genealógico hubo traumas, sánalos actuando.

8.-Déjate guiar por tu cuerpo, es sabio. Él te alertará de las situaciones de las que debas alejarte, sintiendo tensión y malestar. También te dirá cuando estás alineado con lo que eres, sintiendo relajación y bienestar.

9.-No contamines tu cuerpo con tóxicos o una mala alimentación.

10.-En cuanto puedas, sé independiente. Trabaja utilizando tu creatividad y hazte adulto.

11.-Escribe un poema cada día.

12.-Busca y provoca situaciones que te hagan reír.

13.-Tiende a compartir, a colaborar a ser solidario.

14.-Cuando tengas problemas, puedes analizarlos, puedes hablarlos, pero ten por seguro que hasta que no actúes no se producirá la transformación.

15.- Siente GRATITUD por todo lo que te regala el Universo.

16.- Recuerda que nada en este plano de existencia perece, sino que se transforma.

17.-Lee, estudia, conoce… experimenta por ti mismo.

18.-No te apegues a nada material. No consumas lo que no necesitas.

19.-Tampoco te apegues a ninguna creencia. Lo mismo que tu cuerpo se renueva constantemente, también lo deben hacer las ideas.

20.-Siembra cada día las semillas que te lleguen de dentro o de fuera. La semillas pueden ser palabras, caricias, belleza, acciones. Ellas son los gérmenes de más sabiduría, amor, arte y salud.

21.-Cuida con mimo el territorio que está más allá de tu cuerpo, tu casa, tu barrio, tu ciudad… el planeta y el Universo.

 Alejandro Jodorowsky

viernes, 14 de marzo de 2014

EL ESPEJO DONDE ELLOS SE MIRAN

Me parece muy interesante, que nosotros como padres seamos conscientes de que somos el espejo en el que se miran nuestros hijos. Ellos repiten los patrones que nosotros marcamos. Por ello tenemos un gran trabajo de intronspeccion para mostrar a nuestros hijos lo mejor de cada uno de nosotros. Nadie dijo que fuera facil ser padre, pero nuestros hijos merecen padres conscientes y presentes.
 Os dejo un video que lo dice todo en poco mas de un minuto, y consejos a aplicar. 


Papás superhéroes: cómo ser un buen ejemplo para tus hijos


Desde que nacen, los niños aprenden por imitación. Son expertos observadores, y muchas veces nos pueden sorprender con la fidelidad de sus imitaciones.
Por ejemplo, si quieres saber lo que pasa en el salón de clases, fíjate en tu hija cuando juega a la escuela, y la verás reproducir las expresiones y hasta el mismo tono de voz de la maestra.
Por eso en casa es muy importante que tengas conciencia del ejemplo que des. Cuando tus hijos están chicos, los papás son sus héroes. Tú eres el modelo que siguen para sus gustos, la resolución de problemas y la construcción de relaciones sanas. ¿Cómo puedes ser una influencia positiva en la formación de su carácter?
  1. Fomenta la comunicación. En tu casa, invita a todos a aceptar sus propias emociones, y a expresar sus sentimientos. Modela para tus hijos frases como: “Me siento triste. Estoy enojado. Estoy contento.”
    Si tus hijos están acostumbrados a escucharte decir cómo te sientes (en vez de encerrarte en el caparazón de invulnerabilidad adulta), ellos se sentirán con el derecho de comunicar sus sentimientos también.
    Poder identificar cómo te sientes y aceptarlo es el primer paso para la inteligencia emocional y la sana comunicación.
  2. Modela la receptividad. Por tu ejemplo, enseña a tus hijos que hay que escuchar y respetar a otros. Si tú escuchas a tus hijos cuando hablan, les estás dando la pauta para que ellos reciban lo que digan los demás.
    Ser un superhéroe no siempre es actuar ni tomar la iniciativa: a veces hay que estar callados para recibir lo que otros quieren decir.
    Acostumbra modelar el silencio receptivo para que tus hijos también se enseñen a escuchar.
  3. Enseña la cortesía. Durante el día es importante que tus hijos te vean dar el ejemplo de la buena educación. En las tiendas, deja que te vean pedir las cosas “por favor” y siempre decir “gracias”.
    En el coche, cuando te cierren el paso o se metan enfrente de ti, demuestra tu educación evitando las groserías y los comentarios agresivos.
    Acuérdate que tus hijos seguirán tu ejemplo, repitiendo tu mismo lenguaje cuando ellos estén en su propio ambiente de la escuela o en los juegos infantiles.
    Fuera de casa, los niños demuestran la educación que tú les has dado con tu ejemplo.
  4. Demuestra el compromiso. Si los niños de hoy no perseveran, y les cuesta tanto trabajo terminar lo que empiezan, es porque faltan ejemplos.
    Deja que tus hijos te vean luchar con problemas difíciles, echándole ganas para seguir adelante.
    Aunque la costumbre sea esconder los retos adultos para no preocupar a los niños, es bueno que ellos entiendan que la vida no es siempre fácil, y que tú te esfuerzas muchísimo para cumplir con tus compromisos hacia la familia.
    Ver tu esfuerzo es una importante lección: hay que trabajar duro y comprometernos a hacer lo mejor que podemos.
  5. Ejemplifica la resolución de conflictos. En un pleito, demuestra tu habilidad de expresar tus emociones, y también la capacidad de ceder. Por tu ejemplo puedes enseñar a tus hijos a pedir perdón cuando se equivocan, y a perdonar.
    Dar un ejemplo de perdón en el ambiente de la casa liberará a tus hijos de la práctica de guardar rencor en la resolución de sus propios conflictos.
  6. Sé generoso. Deja que tus hijos te vean practicar la costumbre de dar a otros el beneficio de la duda. Si tú nunca das chance a nadie a equivocarse y pasas la vida esperando lo peor de tus semejantes, enseñarás a tus hijos a ser desconfiados y poco tolerantes.
    Por tu ejemplo, enseña a tus hijos que nadie es perfecto, y que todos tienen algo que ofrecer. Poder aceptar a los demás con defectos y cualidades es un requisito para la verdadera amistad.
  7. Comparte. Enfrente de tus hijos, siempre muestra tu empatía con aquellos que te necesitan. Si los hijos te ven con las manos abiertas y la voluntad de ayudar, ellos desarrollarán una sensibilidad social que les permitirá ser ciudadanos responsables y participativos.
    El hecho de verte compartir tu riqueza también les infundirá con la sensación de ser afortunados. Él que puede compartir es rico, y le gusta que otros también disfruten de su buena fortuna.
  8. Confía en ti mismo. Un papá seguro le transmite seguridad a sus hijos. Deja que tus hijos te vean tranquilo y seguro de tus decisiones.
    Enséñales con tu actitud y tu presencia que tu casa es un lugar donde ellos pueden sentir la confianza de que tú estés al pendiente.
    Tu fortaleza personal los protege, y les enseña a ser niños tranquilos y seguros.
  9. Demuestra tu fe. Pon el ejemplo en el área espiritual enseñando a tus hijos que todos tenemos necesidad de momentos de reflexión y oración.
    Si profesas alguna religión, demuestra tu compromiso siendo congruente con tus creencias en tu vida diaria.
    Los niños que tienen el ejemplo de la fe tendrán la opción de hacer su propio compromiso en su momento.
  10. Disfruta. Por tu ejemplo, enseña a tus hijos a buscar lo bueno en la vida, y a disfrutar cada día. Tu actitud positiva les da un poderoso ejemplo para que ellos sean personas optimistas y felices, siempre viendo lo mejor en cada situación.
    Tú tienes el poder de formar el carácter y las aspiraciones de tus hijos. No lo tomes a la ligera: acepta el reto de ser un verdadero “superhéroe”, modelando el mejor ejemplo para que ellos imiten actitudes que les brinden la felicidad y el éxito.

lunes, 10 de marzo de 2014

CUANDO LOS MAYORES HABLAN LOS NIÑOS SE CALLAN

Excelente Armando Bastida de Bebes y Mas.



No castigar a los hijos es sólo un detalle dentro de un estilo educativo que escoges, un estilo que podríamos llamar como educar con calma, con paciencia, con diálogo, por poner algún nombre. Se le suele llamar también educación democrática, porque a los niños se les da voz y a menudo voto.
No sé, el nombre me es indiferente. Lo importante es saber que puedes tratar a un niño igual que tratas a los adultos, con el mismo respeto, contando con ellos, escuchando sus palabras sin decir tonterías como “ahora hablamos los adultos, los niños callan”, pero explicando que si ven que dos personas se están hablando es mejor esperar a que acaben de hablar, no hablando de ellos en su presencia como si no estuvieran (no lo hacemos con los adultos, ¿por qué sí con los niños?) y en definitiva haciéndoles partícipes de la vida en sociedad, pero explicándoles que, de igual modo que a ellos les gusta ser bien tratados, a los demás les gusta lo mismo y que, de igual modo que la gente les tiene que respetar, ellos han de hacerlo también con el resto.
Armando Bastida Torres.
Co-Autor Una Nueva Paternidad




No castigar a los hijos es sólo un detalle dentro de un estilo educativo que escoges, un estilo que podríamos llamar como educar con calma, con paciencia, con diálogo, por poner algún nombre. Se le suele llamar también educación democrática, porque a los niños se les da voz y a menudo voto.
No sé, el nombre me es indiferente. Lo importante es saber que puedes tratar a un niño igual que tratas a los adultos, con el mismo respeto, contando con ellos, escuchando sus palabras sin decir tonterías como “ahora hablamos los adultos, los niños callan”, pero explicando que si ven que dos personas se están hablando es mejor esperar a que acaben de hablar, no hablando de ellos en su presencia como si no estuvieran (no lo hacemos con los adultos, ¿por qué sí con los niños?) y en definitiva haciéndoles partícipes de la vida en sociedad, pero explicándoles que, de igual modo que a ellos les gusta ser bien tratados, a los demás les gusta lo mismo y que, de igual modo que la gente les tiene que respetar, ellos han de hacerlo también con el resto.
Armando Bastida Torres.
Co-Autor Una Nueva Paternidad

domingo, 9 de marzo de 2014

El Riesgo de las Recompensas [Alfie Kohn]

 

 

 

"Muchos educadores están acertadamente concientes de que los castigos y amenazas son contraproducentes. Haciendo sufrir a los niños para alterar su comportamiento futuro se puede muchas veces obtener complicidad temporal, pero esta estrategia no los ayuda a convertirse en personas que tomen sus decisiones en forma ética y compasiva. El castigo, incluso referido eufemísticamente como consecuencias, tiende a generar ira, desafío, y deseo de venganza. Más aún, proporciona un modelo del uso del poder en lugar de la razón y rompe la importante relación entre el adulto y el niño.

Del grupo de maestros y padres que hacen un compromiso de no castigar a los niños, una proporción significante se inclina por el uso de recompensas. La manera en que las recompensas son usadas, al igual que los valores que son considerados importantes, difieren entre (y dentro de) cada cultura. Sin embargo, este artículo tiene que ver con las típicas prácticas de las aulas de clase en los Estados Unidos, donde los stickers, estrellas, As y halagos, premios y privilegios, son usados rutinariamente para inducir a los niños a aprender o a cumplir con las demandas de un adulto (Fantuzzo et al., 1991). Al igual que con los castigos, el ofrecimiento de recompensas puede causar complicidad temporal en muchos casos. Desafortunadamente, las zanahorias no son más efectivas que los palos para en ayudar a los niños a convertirse en personas cuidadosas, responsables o personas que aprendan por sí mismas por el resto de su vida. 

RECOMPENSAS VS. BUENOS VALORES
A lo largo de los años, los estudios han hallado que los programas de modificación del comportamiento son raramente exitosos en producir cambios duraderos en actitudes o incluso en el comportamiento. Cuando las recompensas paran, la gente generalmente regresa a la manera en que actuaba antes de que el programa empezara. Aún más perturbante, los investigadores han descubierto recientemente que los niños cuyos padres hacen uso frecuente de recompensas tienden a ser menos generosos que sus compañeros. (Fabes et al., 1989; Grusec, 1991; Kohn 1990).

Efectivamente, las motivaciones extrínsecas no alteran los compromisos emocionales o cognitivos que están detrás del comportamiento l menos no en la dirección deseable. A un niño al que se le ha prometido algo a cambio de aprender o de actuar responsablemente, se le han dado todas las razones para dejar de hacer esto cuando ya no exista una recompensa a obtener.

Las investigaciones y la lógica sugieren que el castigo y las recompensas no son realmente opuestos, si no dos caras de la misma moneda. Ambas estrategias se convierten en formas de tratar de manipular el comportamiento de alguien. En el primer caso, se provoca la pregunta, ¿Qué es lo que ellos quieren que yo haga, y qué me pasará si no lo hago?, y en el otro caso, llevando al niño a preguntar, Qué es lo que ellos quieren que haga y qué recibiré por hacerlo? Ninguna de estas estrategias ayuda a los niños a tratar de resolver la pregunta, Qué tipo de persona quiero ser?.

RECOMPENSAS VS. LOGROS
Las recompensas no son más útiles para incentivar los logros de lo que lo son para promover buenos valores. Al menos dos docenas de estudios han mostrado que la gente que espera recibir una recompensa por completar una tarea (o hacerla con éxito) simplemente no la hace tan bien como quienes no esperan nada (Kohn, 1993). Este efecto es fuerte en los niños pequeños, niños más grandes y adultos; para hombres y mujeres; para recompensas de todos los tipos; y para tareas que van desde la memorización de hechos hasta diseñar collages o resolver problemas. En general, mientras más pensamiento con sofisticación cognitiva y final abierto se requiera para hacer una tarea, peor tiende a actuar la gente, cuando han sido llevados a realizar la tarea a cambio de una recompensa. 

Existen varias explicaciones plausibles para este hallazgo enigmático pero remarcablemente consistente. La más convincente de estas es que las recompensas producen la pérdida de interés de la gente en cualquier cosa por la que sean recompensados por hacer. Este fenómeno, que ha sido demostrado en los resultados de estudios (Kohn, 1993), tiene sentido, ya que la “motivación” no es una característica singular que un individuo posea en mayor o menor grado. Por el contrario, la motivación intrínseca (un interés en la tarea por su propia satisfacción) es cualitativamente diferente de la motivación extrínseca (en la cual el cumplimiento de la tarea es visto sobre todo como un pre-requisito para obtener algo más) (Deci & Ryan, 1985). Por lo tanto, la pregunta que los educadores necesitan hacerse no es cuán motivados están sus estudiantes, si no cómo sus estudiantes están motivados.

En un estudio representativo, se presentó a niños pequeños una bebida no conocida llamada Kefir. A algunos solamente se les pidió que la bebieran; a otros se les halagó excesivamente por hacerlo; a un tercer grupo se les prometió regalos si bebían suficiente. Aquellos niños que recibieron ya sea la recompensa verbal o tangible consumieron más bebida que los otros niños, como se puede predecir. Pero una semana más tarde, estos niños la hallaron significativamente menos gustosa que anteriormente, mientras que los niños a los que no se les ofreció recompensa gustaron de ella tanto, si no más, de lo que lo hicieron anteriormente. (Birch et al., 1984). Si sustituimos beber Kefir por leer o hacer matemáticas, o actuar generosamente, empezamos a vislumbrar el poder destructivo de las recompensas. Los datos sugieren que mientras más queremos que los niños quieran hacer algo, más contraproducente será recompensarlos por hacerlo.

Deci y Ryan (1985) describen el uso de recompensas como control a través de la seducción. Control, ya sea mediante amenazas o sobornos, conducen a hacer las cosas a los niños en lugar de trabajar con ellos. Esto al final debilita las relaciones, tanto entre estudiantes (llevando a reducir el interés por trabajar con los compañeros) y entre estudiantes y adultos (en la medida en que pedir ayuda puede reducir las probabilidades de recibir una recompensa).

Más aún, los estudiantes a los que se les incentiva a pensar en notas, stickers, u otros regalos, se vuelven menos inclinados a explorar ideas, pensar en forma creativa, y tomar riesgos. Por lo menos diez estudios han mostrado que las personas a quienes se les ha ofrecido una recompensa generalmente escogen la tarea más fácil (Kohn, 1993). En la ausencia de recompensas, por el contrario, los niños están inclinados a escoger las tareas que están justo dentro de su nivel de habilidad.

IMPLICACIONES PRÁCTICAS DEL FRACASO DE LAS RECOMPENSAS
Las implicaciones de este análisis y estos datos son preocupantes. Si la pregunta es ¿Motivan las recompensas a los estudiantes?, la respuesta es, Absolutamente: estas motivan a los estudiantes a obtener recompensas. Desafortunadamente, ese tipo de motivación generalmente surge a expensas del interés y excelencia en cualquier cosa que estén haciendo. Lo que se necesita, entonces, es nada menos que una transformación de nuestras escuelas.

En primer lugar, el manejo de los programas de clase basados en recompensas y consecuencias deben ser evitados por cualquier educador que quiera que sus estudiantes tomen responsabilidad por sus propio comportamiento (y de los otros)- y por cualquier educador que coloque la internalización de valores positivos por encima de la obediencia ciega. La alternativa a los sobornos y amenazas es trabajar para crear una comunidad solidaria, cuyos miembros resuelvan sus problemas colaborando y decidiendo juntos sobre cómo quieren que sea su clase (DeVries & Zan, 1994; Solomon et al., 1992).

En segundo lugar, se ha visto que particularmente las notas tienen un efecto perjudicial en el pensamiento creativo, retención a largo plazo, interés en aprender, y preferencia por tareas desafiantes. (Butler & Nisan, 1986; Grolnick & Ryan, 1987). Estos efectos perjudiciales no son el resultado de muchas malas calificaciones, ni muchas buenas calificaciones, o de la fórmula equivocada para calcular las notas. Por el contrario, son el resultado de la práctica de evaluar en sí misma, y la orientación extrínseca que esta promueve. El uso de recompensas o consecuencias por parte de los padres para inducir a los niños a desempeñarse bien en la escuela tiene un efecto similarmente negativo sobre el gusto de aprender y, finalmente, en el desempeño (Gottfried et al., 1994). El evitar estos efectos requiere de prácticas de evaluación orientadas a ayudar a los estudiantes a experimentar el éxito y el fracaso no como una recompensa o castigo, si no como información.

Finalmente, esta distinción entre recompensa e información podría ser aplicada también a la retroalimentación positiva. Aunque puede ser de utilidad escuchar sobre el éxito de uno mismo, y muy deseable el recibir soporte y ánimos por parte de los adultos, la mayor parte de halagos es equivalente a una recompensa verbal. En lugar de ayudar a los niños a desarrollar su propio criterio para el aprendizaje efectivo o comportamiento deseado, los halagos pueden crear una dependencia creciente a asegurar la aprobación de alguien más. En lugar de ofrecer apoyo incondicional, los halagos hacen que la respuesta positiva esté condicionada a hacer lo que el adulto demanda. En vez de aumentar el interés por una actividad, el aprendizaje es devaluado en la medida en que viene a ser visto como un pre-requisito para recibir la aprobación del profesor (Kohn, 1993).

CONCLUSIÓN
En breve, los buenos valores tienen que ser cultivados desde adentro. Los intentos de acortar el camino en este proceso, colgar recompensas frente a los niños es en el mejor de los casos ineficaz, y en el peor, contraproducente. Los niños tienden a volverse estudiantes entusiastas y con gusto por el aprendizaje por el resto de su vida, como resultado de haber sido provistos de un currículo atractivo, una comunidad segura y solidaria, en donde descubrir y crear, y un grado significativo de elección sobre qué (y cómo y por qué) ellos están aprendiendo. Las recompensas como los castigos- son innecesarias cuando estas cosas están presentes, y son por último destructivos en cualquier caso. 

El Riesgo de las Recompensas 
Traducido por  Mónica Salazar con autorización expresa del autor. 
publicado originalmente en: ERIC Digest, Diciembre 1994 (ERIC Identifier: ED376990)