jueves, 24 de noviembre de 2011

Si se siente bien, no se portan mal -Rebeca wild


Rebeca Wild
pedagoga


Tengo 67 años. Nací en
Alemania y desde hace
45 años vivo en
Ecuador, donde en
1977 fundé junto a mi
marido un centro
escolar alternativo que
ha despertado gran
interés a escala
mundial. Tenemos dos
hijos y tres nietos.
Acabo de publicar
‘Libertad y límites’, con
la editorial Herder, que
pretende explicar cómo
los límites son
necesarios para el
desarrollo, pero hay
que saber aplicarlos.

Por qué tanto niño en
las consultas de los
psicólogos?
–¿No estaremos criando
a los niños para una
sociedad en la que se valora más la
adaptación que la consideración de
los procesos humanos de desarrollo?
Posiblemente.
–¿Tienen que estar agradecidos los
hijos de los indios de los Andes
porque, en lugar de acompañar a sus
padres al campo, pueden acudir a
escuelas de cemento para poder
repetir lo que un profesor dice de
memoria? ¿Se convertirán así en
personas perfectamente válidas?
–No.
–Los humanos tenemos un proceso
biológico de desarrollo y aprendizaje
que hay que respetar. Enseñar antes
de hora a leer a un niño no es
hacerlo más inteligente.
–¿Cuál es la alternativa?
–No está en la educación sin límites
de muchos padres alternativos, y
tampoco en la autoritaria, porque
nadie se comporta mal cuando se
siente bien. Comportarse mal
significa no percibir los límites o
menospreciarlos.
–Límites sí, pero...
–Los límites que incluyen un
entorno adecuado a las necesidades
del niño le proporcionan seguridad.
Sólo en un ambiente en el que los
conceptos de libertad y límites son
vividos con coherencia, será posible
una convivencia armónica.
–¿Por qué se portan mal?
Para llamar la atención del adulto
y, muy a menudo, para descargarse
de toda una serie de actividades (ir
al supermercado, aguantar una
visita, no tocar eso, no correr, no
gritar...) que van contra la
naturaleza del desarrollo del niño.
–A veces te los tienes que llevar
de compras.
–Lo sé. Pero hay que saber que eso a
ellos no les gusta, y pactar. Muchos
padres no tienen tiempo suficiente
para sus hijos y llenan ese vacío con
caprichos que no son necesidades
auténticas: regalos, concesiones,
dejarles estar levantados de noche
hasta tarde o caramelos.
–Los padres tienen que trabajar.
–Cuando estás con ellos, has de estar
al 100%. ¿Estás realmente presente
cuando atiendes sus necesidades
físicas (a la hora de la comida, el
baño) o estás sólo a medias con los
pensamientos en otro lugar?
–Entiendo.
–Estos detalles cotidianos son la base
para la autoconfianza del niño. No le
dé caramelos, dele atención,
interésese por lo que hace el niño sin
por ello interrumpirle o dirigirle.
Estos momentos de atención en los
que el niño no necesita al adulto y ni
siquiera ha solicitado su presencia
aportan las pruebas más claras de
un amor sin condiciones.
–A los niños no les gusta que sus
padres hablen por teléfono.
–Interrumpa la conversación,
diríjase al niño, establezca un
contacto directo con él y dígale que
ahora no puede estar por él.
–¿Contacto directo?
–Sí,
agáchese, póngase a su altura,
tóquele, mírele a los ojos y háblele...
–Limites sí, pero con atención.
–Exacto, con atención y amor. Si no
quiero que mi hijo toque el aparato
de música, no me cargo de paciencia
hasta estallar en un grito, no discuto
ni doy explicaciones eternas.
Simplemente me coloco yo como
límite físico entre el aparato y él y
con palabras firmes le digo que no le
permito jugar con ese objeto.
–¿Y?
En lugar de una prohibición, el
niño se ve frente a alguien que no le
rechaza sino que se planta con las
señales de una ya conocida
presencia que le ama entre él y esa
cosa que no puede tener.
Puede estallar una pataleta.
Los límites siempre son dolorosos,
y en especial para niños con un viejo
dolor, pero hay que permanecer
firme sin anular el sentimiento del
niño con explicaciones. Deje al niño
que desahogue esos viejos dolores.

–¿Demasiadas explicaciones son
negativas?
–Los niños utilizan todavía todos sus
sentidos para establecer contacto
con el mundo exterior. Se orientan
por nuestra postura, mirada,
expresión, olor y sonidos.
–¿Limite y presencia?
Sí, no hay que dejar al niño sólo en
el difícil momento del límite.
Cuando está dolido debe sentirse
acompañado, pero en ningún caso
intentar explicarle los buenos
motivos que nos llevan a establecer
ese límite, porque hacer eso es no
respetar ese momento de dolor.
–¿Si el niño juega con la comida?
–Mantenerse firme en el “¡No, con la
comida no!”, pero el proceso de
desarrollo del niño le exige ese
revolver, así que hay que preparar
algo en su entorno con lo que el niño
pueda remover. Eso se puede aplicar
en todas esas actividades en las que
los niños quieren participar: si estás
cortando zanahorias, dale un
cuchillo adecuado, pero sobre todo
no le digas cómo debe hacerlo.
No hay que ser entrometido.
–Nunca te inmiscuyas en sus juegos,
dale autonomía y déjale realizarse.


Vivir: estar
limitado
IMA SANCHÍS
“La base de la educación de los
niños es la relación entre padres
e hijos; aquéllos son los que les
aportan la seguridad emocional
para que cuando éstos sean
adultos puedan desarrollarse
seguros y felices”.Wild explica
en su libro cómo poner límites a
nuestros hijos según la etapa de
su desarrollo”. Cuando los niños
juegan se están haciendo a sí
mismos. “La libertad consiste en
desarrollar el potencial que cada
niño lleva dentro y no en
adaptarse a una sociedad cuyas
metas son otras”.
Para que esa
libertad con limites se pueda dar
hace falta un ambiente
adecuado donde poder saltar,
pintarrajear, golpear, porque ésta
es su manera de entenderse a sí
mismo y el entorno”. Dónde y
cuándo es fundamental; vivir
significa estar limitado



2 comentarios:

Viviana dijo...

http://www.soymamablog.com/2011/12/rebeca-wild.html

yo tambien la estoy leyendo, me gusta mas q laura gutman... me siento mas cercana a su pensar

Viviana dijo...

Saludos desde Cancun!