lunes, 2 de enero de 2012

Gandhi, la felicidad y las neuronas espejo.‏

"Le preguntaron a Mahatma Gandhi cuáles son los factores que destruyen al ser humano. Él respondió así:

La Política sin principios,
el Placer sin compromiso,
la Riqueza sin trabajo,
la Sabiduría sin carácter,
los Negocios sin moral,
la Ciencia sin humanidad y
la Oración sin caridad.
La vida me ha enseñado:
que la gente es amable, si yo soy amable;
que las personas están tristes, si estoy triste;
que todos me quieren, si yo los quiero;
que todos son malos, si yo los odio;
que hay caras sonrientes, si les sonrío;
que hay caras amargas, si estoy amargado;
que el mundo está feliz, si yo soy feliz;
que la gente es enojona, si yo soy enojón;
que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.
La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa.
La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí.
"El que quiera ser amado, que ame".
La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz..."

Esto me recuerda la función de las neuronas espejo, como facilitadores de la empatía. Estudios científicos demuestran que en nuestro cerebro existen una serie de neuronas, llamadas espejo, que son las responsables de que podamos ponernos en el lugar de otras personas, es decir, de empatizar. Se encuentran localizadas en el área premotora frontal y en el lóbulo temporal de la corteza cerebral, en una zona muy próxima al área del lenguaje. Las neuronas no están aisladas, sino que realizan numerosas interconexiones con otras zonas del cerebro, especialmente con aquellas que están implicadas en las emociones, las del sistema límbico. Otros estudios han confirmado que también son responsables del contagio emocional, de ahí hallamos explicación a nuestro comportamiento similar a las personas de nuestro entorno, también la risa que se contagia, y los sentimientos que nos inundan cuando vemos a otro sufrir. Una de las ventajas que esto confiere es que podemos ser capaces de predecir el comportamiento de otras personas y anticiparnos a sus acciones, de la misma manera que es una forma de mejora en nuestras relaciones sociales. El poder entender a una persona, más allá de lo que sus palabras expresan, facilita una buena comunicación.


Cuando vemos a un niño repitiendo gestos del padre o de la madre, actitudes, comportamientos, es la empatía la que está ahí presente. Es un aprendizaje por imitación, como si nos pusiéramos delante del espejo y la imagen fuera otra persona, que hace lo que nosotros; siendo al contrario cuando somos los imitadores.
Lo impactante es que, en nuestro cerebro, se activan las mismas neuronas cuando recibimos un pinchazo que cuando observamos cómo se a pincha otra persona. Distintas patologías, pueden presentar una alteración de la función de las neuronas espejo, como podría ser el caso de los autistas, quienes tienen dificultades socializadoras.


Justamente hoy me han hecho la observación de que hay algunas personas a las que no se les ve la característica de la empatía en su actitud. Esto no quiere decir que sufran una patología, sino que están resentidas y el muro/escudo que interponen, y que tal vez no sean del todo consciente de sus repercusiones insalubres, les lleva justamente a ese aspecto distante, inseguro y crítico.


¿Empatizas o bloqueas tu fluir natural?

1 comentario:

Angel dijo...

Interesante reflexión de uno de los grandes inspiradores de la paz...y que predicó con el ejemplo...que hablar solamente es muy fácil.

Un saludo.