jueves, 28 de abril de 2011

¿Ya hay que lavarle los dientes?

Esta es una pregunta que nos hacen con bastante frecuencia las mamás de niños pequeños.

Apenas aparece el primer diente en la boca es necesario comenzar a limpiarlo, esto ayudará a mantener ese diente con buena salud y entablará los hábitos de higiene dental que habrán de mantenerse toda la vida.

Primeramente podremos utilizar una gasa humedecida con agua y limpiar suavemente los dientes y las encías. Más o menos hacia los 12 meses ya podremos comenzar a utilizar un cepillo de dientes suave adaptado a la edad del bebé.

A esta edad son muy curiosos, todo quieren tocarlo, prabarlo y tienen una gran capacidad de imitación, todo lo que hacemos quieren hacerlo también, estas características son ideales para hacerlos partícipes. Es bueno que nos vean lavándonos los dientes, al menos cada noche, porque eso les ayudará a incorporarlo como un hábito diario, y, mientras nos lavamos nosotros seguramente ellos querrán hacerlo también, por lo que podrá comenzar como un juego de imitación, un momento agradable, cómplice y divertido antes de irnos a dormir.

Sin embargo, que el bebé juegue a limpiar sus dientes no quiere decir que de verdad pueda hacerlo, faltarán varios años para que adquiera la destreza motora suficiente como para poder eliminar la placa bacteriana por sí mismo, por lo que, la verdadera limpieza debemos realizarla los padres.

¿Con qué le limpio los dientes?


Como comentaba antes, primeramente puede utilizarse una gasita humedecida en agua, pero hacia los 12 meses o incluso un poco antes dependiendo del niño o niña, al emerger los primeros dientes, podemos comenzar a utilizar un cepillo de dientes suave, adaptado a la edad del bebé.

¿Cómo debe ser el cepillo?

El cepillo dental es el protagonista en la higiene de los dientes y la capacidad de eliminar la placa dental es independiente de la capacidad detergente de la pasta dental.

El cepillo debe tener un cabezal (la “cabeza” donde están los “pelitos”) de un tamaño acorde a la boca del niño, por lo que deberá ser de tamaño pequeño hasta alrededor de los 6 años, momento en que comenzarán a erupcionar los dientes permanentes y podrá pasar a utilizarse un cepillo con cabezal de tamaño medio. El tamaño de adulto recién es recomendable a partir de los 10-11 años de edad.

Las cerdas del cepillo deben ser de nylon con las puntas redondeadas y de consistencia suave. Y, por supuesto, el cepillo debe estar en buen estado, si vemos que las cerdas están “despeinadas” se han abierto y desalineado, ese cepillo debe ser reemplazado porque ya no puede ejercer su función de limpieza correctamente y, además, puede lesionar las encías.

Hoy en día en el mercado hay multitud de oferta de cepillos infantiles, generalmente divididos por rangos de edad, lo que facilita mucho la elección del cepillo dental.

Algo importante a la hora de elegirlo, además de todo lo mencionado anteriormente que es básico en la elección, es la forma del mango, el cual conviene que sea ancho para facilitar el agarre de los niños pequeños.

¿Cómo le lavo los dientes?


Para hacer una limpieza cuidadosa y efectiva es importante recordar limpiar todas las superficies dentarias, es decir: las internas (próximas a la lengua), las externas (próximas a los labios y carrillos) y las masticatorias (las que muerden).

Es interesante comenzar el cepillado siempre por el mismo lado y realizar el mismo recorrido para no olvidarnos ningún sector. A mí por ejemplo me gusta comenzar con la zona anterior y luego por los distintos cuadrantes, siempre comenzando por el mismo y recorriendo cada uno en el sentido de las agujas del reloj.

Finalmente no hay que olvidar hacer un enjuague con agua para eliminar los restos.

Hay que tener cuidado con la forma en que sujetamos el cepillo, al limpiarles nosotros no podemos sentir lo que ellos sienten, además a veces, las primeras veces, podemos estar algo tensos por lo que podríamos ejercer demasiada presión y provocar rechazo en el niño. Para evitar esto, la Dra. Barbería recomienda sostener el cepillo como se sujeta un bolígrafo.

- Niños menores de 3 años:


A estas edades es necesario que el cepillado lo hagamos los padres, 2 veces por día y poniendo especial cuidado en el cepillado de la noche. Se hace con el cepillo solo, sin pasta de dientes, para disminuir el riesgo de ingestión de flúor y a la vez, facilitar la visión por nuestra parte, la presencia de dentífrico hace que el niño quiera tragar o salivar y entorpece la tarea. Además, los niños pequeños no tienen la capacidad para salivar correctamente por lo que la cantidad ingerida es mayor.

Algunos niños, cerca de los 2 años, nos piden que les pongamos pasta, como comentaba antes, les encanta hacer todo lo que hacemos y, si nos ven a diario poner pasta en nuestro cepillo, puede que comiencen a pedirnos poner en el suyo también. Es preferible que al principio la pasta de dientes que les pongamos no contenga flúor, hay cremas dentales especiales para niños, algunas fabricadas con ingredientes naturales y sin flúor. En cualquier caso hemos de leer las indicaciones para comprobar que señalen específicamente que están adaptadas para la ingesta puntual por parte del bebé y siempre poner una cantidad mínima, apenas “manchando” las cerdas del cepillo.

- Niños de 3 a 6 años:


Con estas edades los niños todavía no tienen el desarrollo neuromuscular suficiente para eliminar las colonias bacterianas, por lo que los padres debemos realizar el cepillado nocturno, cepillado especialmente importante ya que, al dormir, disminuyen los mecanismos de autolimpieza (por medio de la saliva y la lengua) y el riesgo de caries aumenta.

Sin embargo a estas edades es importante que vayan ejercitándose en el cepillado para ir adquiriendo destreza, por lo que es necesaria nuestra presencia para enseñarles una correcta técnica, indicarles qué zona puede necesitar un repaso y, a la vez, valorar sus logros. El cepillado de la mañana puede ser un buen momento.

A estas edades ya puede comenzarse a utilizar una pequeña cantidad de pasta dental (del tamaño de una lenteja), con la cantidad de flúor adaptada a su edad (generalmente la mitad de la que se utiliza en las pastas dentales para adultos) y recordando que han de salivar bien y enjuagar al final.

-Niños de 6-7 años y más:

A estas edades ya pueden lavarse solos, pero tras el cepillado de la noche debemos supervisarlos y, si es necesario, hacer un repaso.

Cada niño tiene un ritmo evolutivo propio, las edades que he puesto anteriormente son sólo orientativas, hay niños que con 6 años todavía requieren ayuda, todo el proceso es necesario hacerlo de forma paulativa, con cariño, paciencia, normalidad y continuidad, si nosotros tenemos un buen hábito de higiene bucodental ellos también lo adquirirán.

Otro elemento indispensable en la higiene dental es la seda o hilo dental que se utiliza para eliminar la placa dental en los espacios interproximales cerrados donde las cerdas del cepillo no pueden penetrar.

La utilización de la seda es algo laboriosa pero muy importante en los niños con alto riesgo de caries; suele comenzarse a utilizar cuando el cepillado ya se ha adquirido como un hábito.

Al igual que con el cepillado, hasta que el niño adquiera la la habilidad suficiente, seremos los padres los que pasaremos la seda dental, siempre utilizando una correcta técnica y poniendo especial cuidado de que al pasar por el punto de contacto (zona donde se tocan los dos dientes vecinos), no caiga bruscamente sobre la papila (la encía que está justo por debajo) ya que podría lesionarla.

Así como una buena higiene dental es importante y es algo que se puede controlar, también lo es la dieta, es decir lo que el niño come y la frecuencia con que lo hace.

Los dientes están bañados por la saliva y entre la superficie de éstos y la saliva se produce un continuo intercambio de iones de calcio y fosfato lo que da lugar a un ciclo constante de desmineralización-remineralización.

Sin embargo este equilibrio puede alterarse. En presencia de carbohidratos fermentables (que aportan los alimentos, en especial los elaborados con azucares refinados pero incluso los considerados saludables para la salud, como el pan, la pasta, las frutas, etc) las bacterias de la boca los metabolizan a ácidos orgánicos que producen un descenso del pH salival favoreciendo la desmineralización, mecanismo por el que se produce la caries.

Por el contrario, si están presentes iones de fluoruro, y otros, se formarán cristales más resistentes a la agresión ácida. Por lo tanto, el proceso de desmineralización-remineralización, resulta de la interrelación entre el esmalte dentario y su entorno, es decir, la placa dental (la que controlamos con el cepillado), la saliva y la dieta.

La dieta, el tipo de alimento y la frecuencia con que se consume, es un tema muy interesante, especialmente en la infancia, y merece una entrada aparte.

Pero antes de terminar, una última pregunta:

¿Cuándo tengo que comenzar a llevarlo al dentista?

La mayoría de los odontopediatras recomiendan llevarlo cuando cumple 1 año de vida.

Generalmente a esa edad no hay patología y el odontopediatra puede brindar algunas recomendaciones sobre la alimentación, los hábitos y la higiene dental.

Lo ideal es esto, hacer la primer consulta con el niño sano, sin dolor, con un dentista acostumbrado a tratar con niños pequeños, de modo que su primer contacto con el profesional que cuidará su salud buco-dental sea agradable y distendida, esto le permitirá familiarizarse con el ambiente odontológico, lo que le ayudará a reducir el estrés que produce lo desconocido en sus próximas visitas.

Espero que estos pequeños consejos os hayan resultado útiles.

Sol de Z.

Lda. en Oodontología, Diploma de Estudios Avanzados en Pediatría Clínica y Nutrición Infantil, y Mamá de dos niñas.

http://marsupina.wordpress.com/2009/12/18/lavarle-dientes/

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