Cada vez más profesionales divulgan y con ello dan credibilidad al apego. Este artículo pertenece al blog del Dr. Jose Luis Gonzálo, "buenos tratos". A la investigación de referencia tiene su origen en este enlace.
"Un nivel alto de afecto materno temprano podría reducir el malestar emocional en la vida adulta", conclusión de un reciente estudio
Recientemente,
mi amigo y colega Rafael Benito, de la Clínica Quirón de Donostia-San
Sebastián, me envió esta noticia publicada en el portal para
profesionales Medscape.
Es una excelente picada
que demuestra desde la investigación experimental que el modelo del
buen trato y del apego seguro es el más adecuado sobre el que seguir
investigando y trabajando, tanto para prevenir (y programar crianzas
afectivas de los nasciturus) como para tratar de comprender e
intervenir educativa y terapéuticamente con los niños y adultos. Lo que
desde la teoría y la práctica profesional se observa, se confirma en la
investigación. Y esto es importante porque es un impulso a un modelo (el
del apego) que ha animado más a los psicólogos evolutivos y de la
educación que a los clínicos.
Por
lo que yo he podido saber, no se ha hecho una investigación tan seria,
tan a largo plazo (longitudinal) y con tantos participantes en la misma
(482=n) Y los resultados son concluyentes y sorpendentes: niveles
normales, e incluso altos, de afecto materno ¡¡a los 8 meses!! tienen
una relación directa con menores niveles de angustia ¡¡a los 34 años!!
Casi nada. Impresionante lo que puede predecir. Y trascendentes las
implicaciones que tiene para una sociedad, por otro lado, cada vez más
volcada en hacer a los niños autosuficientes e individualistas... Hemos
de cambiar el rumbo. Lo que no se hace bien a los 8 meses (una edad
importantísima), deja secuelas. Por ello podemos comprender que los
niños que padecen crianzas carentes de afecto (no digamos si, además,
hay malos tratos) a edades muy tempranas, que son clave, presenten
problemas en la regulación de las emociones. Lo que no se hace bien en
su momento luego no es imposible, pero sí más dificil. Y esto no lo sigo
para desanimar a nadie, sino al contrario, para hacerle más consciente
de cuál es el camino a seguir.
He traducido del inglés los resultados y conclusiones del estudio publicados en julio de 2010 en Medscape. Aquí los tenéis:
La
crianza y el afecto temprano de las madres pueden tener efectos
positivos de larga duración en la salud mental a largo plazo de sus
hijos en la vida adulta, de acuerdo a un nuevo estudio de cohorte que
evaluó a los niños a los 8 meses y a una edad media de 34 años.
“Es llamativo que una breve observación del nivel de afecto maternal en la infancia esté asociado con la angustia en la vida adulta 30 años más tarde”, afirma la autora (y colegas) del estudio dirigido por Joana Maselko, profesora en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta en la Universidad de Durham, Carolina del Norte.
“Estos provocativos resultados se añaden a la creciente evidencia de que la infancia temprana ayuda a sentar las bases para las experiencias posteriores de la vida y proporciona apoyo a la noción de que las “memorias biológicas” se establecen tempranamente y pueden alterar los sistemas psicológicos y fisiológicos y producir vulnerabilidades latentes o resiliencia a los problemas que emergen más tarde en la vida adulta”, añadió la investigadora.
“Yo creo que es importante hacer notar que este estudio es acerca del afecto y sólo el afecto”, dijo la doctora Maselko a Medscape Medical News. “No decimos nada acerca de los niveles de implicación de los padres, etc. “No querría que los clínicos pusiésemos más presión a la madres de la que ya tienen”
El estudio fue publicado on line el 27 de julio en la Journal of Epidemiology and Commnunity Health.
La influencia de las tempranas experiencias de vida
“Nosotros estamos empezando a comprender que una parte significativa de nuestra trayectoria en salud mental en la vida está influenciada por las experiencias tempranas de vida, pero nosotros realmente no podemos comprender cuáles de esas experiencias son importantes y cómo exactamente pueden dejar su huella” dijo la doctora Maselko. “Este estudio es parte de una vasta área de investigación que trata de descifrar lo que pasará en el futuro sobre el particular”
Para este estudio, los investigadores evaluaron a una cohorte de 482 participantes en el Proyecto de Colaboración Nacional Perinatal.
Cuando los niños tenían 8 meses, la calidad de la interacción madre-niño fue “objetivamente” observada y tipificada por un psicólogo en una situación de test. Fue registrado el estatus socio-económico de los padres.
A través de las entrevistas presentadas cuando los niños fueron adultos, La Lista de 90 Síntomas (una prueba) fue utilizada para evaluar el funcionamiento emocional, incluyendo las siguientes 4 subescalas: angustia debida a somatización, sensibilidad interpersonal, ansiedad y hostilidad/ira.
Más afecto equivale a menos angustia
Los resultados valorados a los 8 meses mostraron que el 9,5% de los participantes tenían unos niveles bajos de afectividad maternal, 85% tenían un nivel normal, y casi un 6% tenían un nivel alto.
Aunque la asociación más consistente entre afecto maternal a los 8 meses y angustia en la vida adulta fue observada con la subescala de ansiedad, con diferencias significativas encontradas entre los grupos de baja/normal y alta afectividad (53.86 vs 46.70; p<.001), las diferencias significativas fueron también encontradas entre los grupos para puntuaciones de angustia general (55.38 vs 50.39; p< .001) La diferencia más pequeña fue encontrada para la hostilidad (55.70 vs 52.40; p<.07) “A través de todas las subescalas de síntomas, la dirección de la asociación fue altamente consistente; más afecto fue asociado con menos angustia” informaron los autores del estudio “Nosotros inicialmente esperábamos que tanto los del grupo con bajos y altos niveles de afecto estuviesen peor que los del medio (normales niveles), consistente con la idea de que una madre superafectiva podría ser una mamá asfixiante que pudiera estar asociada con peores resultados una vez que el niño crece, dijo la Dra. Maselko. “Pero no fue esto lo que observamos” En general, estos resultados “proporcionan fuerte apoyo a la afirmación de que incluso las muy tempranas experiencias pueden influenciar la salud de los adultos y enfatiza la importancia de tener una relación afectiva sólida” “Considero que este estudio confirma la teoría del apego, la cual postula que una relación temprana con un cuidador primario puede configurar al individuo en sus relaciones personales desde la cuna hasta la tumba”, dijo a Medscape Medical News Mohammadreza Hojat, profesor investigador de psiquiatría y conducta humana en el Centro para la Investigación en Educación Médica y Cuidado de la Salud en el College de Philadelphia, Pennsylvania. ¿Ahora, por qué esto es así? De acuerdo con la teoría del apego, una madre amorosamente responsiva puede servir como una base segura para un niño para explorar el mundo con confianza”, dijo el Dr. Hojat, quien no estuvo implicado en este estudio. “Esto puede contribuir a un perfil de personalidad positiva, incluyendo altos niveles de auto-estima y mejores habilidades de afrontamiento ante los sucesos de vida estresantes” Dijo que una ventaja de este estudio es su naturaleza longitudinal. “Hay en general, muy pocos estudios longitudinales que pongan a prueba esta hipótesis” Este estudio refuerza el que la atención se centre en el modelo biopsicosocial de salud y enfermedad más que en el modelo biomédico.
“Es llamativo que una breve observación del nivel de afecto maternal en la infancia esté asociado con la angustia en la vida adulta 30 años más tarde”, afirma la autora (y colegas) del estudio dirigido por Joana Maselko, profesora en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta en la Universidad de Durham, Carolina del Norte.
“Estos provocativos resultados se añaden a la creciente evidencia de que la infancia temprana ayuda a sentar las bases para las experiencias posteriores de la vida y proporciona apoyo a la noción de que las “memorias biológicas” se establecen tempranamente y pueden alterar los sistemas psicológicos y fisiológicos y producir vulnerabilidades latentes o resiliencia a los problemas que emergen más tarde en la vida adulta”, añadió la investigadora.
“Yo creo que es importante hacer notar que este estudio es acerca del afecto y sólo el afecto”, dijo la doctora Maselko a Medscape Medical News. “No decimos nada acerca de los niveles de implicación de los padres, etc. “No querría que los clínicos pusiésemos más presión a la madres de la que ya tienen”
El estudio fue publicado on line el 27 de julio en la Journal of Epidemiology and Commnunity Health.
La influencia de las tempranas experiencias de vida
“Nosotros estamos empezando a comprender que una parte significativa de nuestra trayectoria en salud mental en la vida está influenciada por las experiencias tempranas de vida, pero nosotros realmente no podemos comprender cuáles de esas experiencias son importantes y cómo exactamente pueden dejar su huella” dijo la doctora Maselko. “Este estudio es parte de una vasta área de investigación que trata de descifrar lo que pasará en el futuro sobre el particular”
Para este estudio, los investigadores evaluaron a una cohorte de 482 participantes en el Proyecto de Colaboración Nacional Perinatal.
Cuando los niños tenían 8 meses, la calidad de la interacción madre-niño fue “objetivamente” observada y tipificada por un psicólogo en una situación de test. Fue registrado el estatus socio-económico de los padres.
A través de las entrevistas presentadas cuando los niños fueron adultos, La Lista de 90 Síntomas (una prueba) fue utilizada para evaluar el funcionamiento emocional, incluyendo las siguientes 4 subescalas: angustia debida a somatización, sensibilidad interpersonal, ansiedad y hostilidad/ira.
Más afecto equivale a menos angustia
Los resultados valorados a los 8 meses mostraron que el 9,5% de los participantes tenían unos niveles bajos de afectividad maternal, 85% tenían un nivel normal, y casi un 6% tenían un nivel alto.
Aunque la asociación más consistente entre afecto maternal a los 8 meses y angustia en la vida adulta fue observada con la subescala de ansiedad, con diferencias significativas encontradas entre los grupos de baja/normal y alta afectividad (53.86 vs 46.70; p<.001), las diferencias significativas fueron también encontradas entre los grupos para puntuaciones de angustia general (55.38 vs 50.39; p< .001) La diferencia más pequeña fue encontrada para la hostilidad (55.70 vs 52.40; p<.07) “A través de todas las subescalas de síntomas, la dirección de la asociación fue altamente consistente; más afecto fue asociado con menos angustia” informaron los autores del estudio “Nosotros inicialmente esperábamos que tanto los del grupo con bajos y altos niveles de afecto estuviesen peor que los del medio (normales niveles), consistente con la idea de que una madre superafectiva podría ser una mamá asfixiante que pudiera estar asociada con peores resultados una vez que el niño crece, dijo la Dra. Maselko. “Pero no fue esto lo que observamos” En general, estos resultados “proporcionan fuerte apoyo a la afirmación de que incluso las muy tempranas experiencias pueden influenciar la salud de los adultos y enfatiza la importancia de tener una relación afectiva sólida” “Considero que este estudio confirma la teoría del apego, la cual postula que una relación temprana con un cuidador primario puede configurar al individuo en sus relaciones personales desde la cuna hasta la tumba”, dijo a Medscape Medical News Mohammadreza Hojat, profesor investigador de psiquiatría y conducta humana en el Centro para la Investigación en Educación Médica y Cuidado de la Salud en el College de Philadelphia, Pennsylvania. ¿Ahora, por qué esto es así? De acuerdo con la teoría del apego, una madre amorosamente responsiva puede servir como una base segura para un niño para explorar el mundo con confianza”, dijo el Dr. Hojat, quien no estuvo implicado en este estudio. “Esto puede contribuir a un perfil de personalidad positiva, incluyendo altos niveles de auto-estima y mejores habilidades de afrontamiento ante los sucesos de vida estresantes” Dijo que una ventaja de este estudio es su naturaleza longitudinal. “Hay en general, muy pocos estudios longitudinales que pongan a prueba esta hipótesis” Este estudio refuerza el que la atención se centre en el modelo biopsicosocial de salud y enfermedad más que en el modelo biomédico.
Pediatrics. Publicado online 19, julio 2010
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