Una de las vivencias más complicadas para los padres a nivel emocional es aquella en que su hijo se pone enfermo y debe ser tratado o cuando hay que hacerle pruebas o procedimientos invasivos.
En el momento en que entras por la puerta de un centro sanitario parece que pierdes el control de tu hijo, como si cedieras la responsabilidad a los médicos que le van a tratar. Esto tiene su lógica, porque son los profesionales sanitarios los que van a actuar para tratar de restablecer la salud física del niño, sin embargo existe, en ocasiones, un gran vacío emocional en el trato con los niños y en casos así son necesarios unos padres comprensivos que estén al lado de su hijo apoyándole.
En la Carta Europea de los Niños Hospitalizados se puede leer que un niño tienen derecho “a estar acompañado de sus padres o de la persona que los sustituya el mayor tiempo posible durante su permanencia en el hospital, sin obstaculizar la aplicación de los tratamientos necesarios para el niño”.
A pesar de ello hay muchos profesionales que, ante un procedimiento (como una sutura, un análisis de sangre, un sondaje, etc.), instan a los padres a que dejen al niño solo, diciendo incluso que “son normas del centro”.
La opinión de los padres
En los últimos años cada vez más padres declaran querer estar presentes en el momento en que se realice alguna prueba a su hijo. Algunos estudios (los menos) hablan de que menos de la mitad de los padres quieren estar con su hijo en esos momentos, mientras que hay otros (la mayoría) en que la cifra es cercana al 90%. En cualquier caso, la mayoría de los padres desearían tener, al menos, la opción de decidir.
Esta opción de decidir se centra, sobretodo, en el tipo de procedimiento que se va a realizar, ya que cuanto más invasivo sea el procedimiento, menos padres desean estar presentes (hablamos por ejemplo de una reanimación cardio-pulmonar o una intubación endotraqueal).
Por norma general, los padres creen que su presencia ayuda a su hijo, ya que les permite demostrar que lo apoyan y lo quieren. Curiosamente, o quizás no tanto, el acompañamiento no solo beneficia al niño, sino también a los padres. Varios estudios al respecto demuestran que los padres que presencian los tratamientos y las pruebas realizadas a sus hijos tienen menos ansiedad que los que deciden no hacerlo.
Además, los padres sienten que forman parte del proceso y que están ayudando al personal sanitario, ya que al observar el papel de los padres en esas circunstancias se ha visto que más del 90% de los padres habla con sus hijos para calmarlos y cerca del 80% mantiene contacto físico directo con ellos.
Cómo lo sienten los niños
Según la edad de los niños es difícil valorar qué beneficios comporta el hecho de que los padres estén presentes durante la realización de una prueba. Esto se debe a la dificultad para evaluar el dolor (muchos niños no hablan o no saben muy bien cómo describir el dolor).
Sin embargo, parece lógico que ante una situación estresante para un niño se busquen todas las estrategias posibles para calmar la ansiedad y la presencia de los padres es, sin duda alguna, una de ellas.
Algunos autores han tratado de cuantificar dichos beneficios y se han conseguido resultados dispares, ya que en algunos estudios se observa que los niños se comportan peor cuando están sus padres y en otros, en cambio, parece que se comportan mejor. Sin embargo, bajo mi punto de vista, el objetivo de estos estudios es erróneo, pues lo que interesa no es que el niño se comporte mejor o peor, sino que viva el momento con la menor ansiedad posible (a mí como enfermero nunca se me ocurriría sacar fuera a los padres para conseguir que el niño, asustado, estuviera más quieto).
Qué opinan los profesionales sanitarios
El único estudio español en el que se recoge la opinión del personal sanitario muestra que el 95% de los médicos están a favor de la presencia de los familiares junto con el niño, mientras que tan solo el 45% de los enfermeros y el 50% de los auxiliares piensan igual.
Los motivos que se argumentan en contra son los siguientes (además de enumerarlos los comentaré):
■Mayor nerviosismo de los niños: No es cierto. Lo más lógico es que ante una situación estresante en que probablemente se le va a hacer daño a un niño (daño provocado por diversas personas desconocidas), éste se sienta más acompañado si está en contacto directo con un familiar o, si al menos, tiene contacto visual con él. Cuanto más solo se sienta, más nervioso y asustado estará.
■Mayor angustia de los padres: No es cierto. Ante una situación en que a un hijo se le debe hacer un procedimiento doloroso que no comprende (o aunque lo comprende), los padres hacen de tripas corazón y prefieren, por norma general, estar presentes hablando y dando la mano, si es posible, a su hijo, para demostrarle que están ahí para lo que haga falta. Lo más lógico es que los nervios sean muy superiores si están fuera, sabiendo que su hijo lo está pasando mal sin ellos poder hacer nada.
■Mayor riesgo de denuncias: Lamentable. Una mala praxis lo es tanto si los padres están presentes como si no lo están. Imagino que la gracia está en que si los padres no lo ven, siempre puedes disimular el trabajo mal hecho. Por otra parte, el objetivo debe ser siempre buscar el mayor beneficio del niño, así que hacer salir a los padres afuera para evitar una posible denuncia me parece, como digo, lamentable. Además, algunos estudios sugieren que cuando los padres presencian las intervenciones de los profesionales y observan que hacen todo cuanto pueden por su hijo tienen menos ansiedad, menos dudas (“creo que podrían haber hecho más”) y muestran más gratitud por el esfuerzo realizado.
■Interrupción del procedimiento: En ninguno de los estudios realizados al respecto se ha comentado ningún caso de interrupción del procedimiento. Esto no quiere decir que no haya algún padre que al ver sufrir a su hijo decida detener la prueba o tratamiento, sin embargo deben ser tan pocos, que el solo hecho de sugerirlo es irrespetuoso y está fuera de lugar (y mira que lo he oído veces: “prefiero que estén afuera porque alguno se te puede echar encima”).
■Mayor duración del procedimiento: Depende. Algunos procedimientos pueden ser más lentos y en otros apenas habrá diferencia (poner una vía, sacar sangre, suturar una herida,...). De todas maneras, me parece más lógico tardar más tiempo en hacer algo para conseguir que un niño viva el momento de la mejor manera posible que obviar su bienestar para acabar antes.
■Mayor nerviosismo del personal sanitario: También es posible, aunque siguiendo el hilo del punto anterior, el que importa es el niño, no el personal sanitario. Si un profesional se pone nervioso porque los padres están presentes tratando de apoyar a un niño que puede sufrir mucho tendrá que buscar estrategias para conseguir apaciguar dichos nervios. Nadie nace enseñado y está claro que las primeras veces tiembla la mano, sin embargo el tiempo aporta seguridad y la seguridad aporta serenidad.
■Peor rendimiento del personal sanitario: Lamentable. Hemos de mirar por el bienestar de los niños, no por el rendimiento del personal sanitario. Como he dicho, el que no sepa, que haga por aprender, pero que no ponga a los padres como excusa.
■Interferencia en la formación del personal sanitario: Lógico. A nadie le gusta ver sufrir a su hijo, así que los padres deseamos siempre que lo que se le vaya a hacer a un niño, sea haga en las mejores condiciones y en el menor tiempo. A pesar de ello podemos entender que alguien esté aprendiendo y que puede tener menos práctica al realizar algunos procedimientos (mientras sea capaz de retirarse a tiempo si ve que no es capaz). En cualquier caso, si un padre se niega a que un estudiante lleve a cabo alguna técnica, debería respetarse su decisión.
Volviendo a los derechos de los niños…
Tanto hablar de beneficios y de opiniones de padres y profesionales para decir, finalmente, que aunque alguien opine que es mejor que los padres no estén presentes, es un derecho del niño estar acompañado en todo momento por un adulto. Es decir, los padres no deben decir “tengo derecho a estar con mi hijo”, sino “mi hijo tiene derecho a estar con sus padres”. Esto quiere decir que los profesionales sanitarios no deben “invitar” a los padres a esperar fuera, ni aún cuando argumenten que son normas del centro, porque, repito, es un derecho fundamental de los niños.
Una experiencia personal
Teniendo Jon dos años se cayó en casa haciéndose una herida en la cabeza que requería un punto de sutura. En el Hospital nos invitaron a salir, pero Miriam se negó en rotundo. Yo desconocía que era un derecho de mi hijo, así que nadaba entre dos aguas, como padre veía normal acompañar a mi hijo, pero como sanitario entendía su postura, más que nada porque lo tenía normalizado (de tantas invitaciones a salir, uno cree al final que debe ser así).
Finalmente, tras varios “tiras y aflojas”, suturaron a Jon en nuestra presencia. Entonces un médico se acercó y nos dijo:
Entiendo vuestra postura porque yo también soy padre, pero esto no lo podéis hacer porque le estáis dando a entender al niño que le hacemos daño y que vosotros no estáis haciendo nada al respecto.
Como todas las tortillas tienen dos caras, decidimos darle la vuelta y ver qué había ahí debajo:
Sí, pero después de haberse abierto la cabeza, hay que suturarle sí o sí, así que ya que hay que coserle y hacerle daño, prefiero explicarle que hay que hacerlo, que va a doler, pero que papá y/o mamá no se va a separar en ningún momento de él.
Dentro de unos días os comento algún otro caso personal, porque como muchos padres y madres, me he visto en más de una ocasión en dicha tesitura.
ARTICULO PUBLICADO POR LA WEB DE BEBES Y MAS, AUTOR ARMANDO B.
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