El pasado viernes la Audiencia Nacional (Sección 4ª de lo contencioso administrativo) acogió la primera vista del primer juicio sobre la demanda interpuesta por 70 familias con hijos autistas contra los laboratorios fabricantes de vacunas con el conservante Tiomersal o Timerosal (elaborado a base de mercurio) y el Ministerio de Sanidad. Muchos niños con una metilación lenta no pueden eliminarlo facilmente y se les va acumulando motivo por el cual pueden sufrir trastornos neurológicos y desarrollar autismo, hiperactividad, déficit de atención, etc.
En esta primera vista los peritos de las compañías farmacéuticas contestaron a las preguntas de la parte demandante. En líneas generales continúan escudándose en que “no hay evidencia científica” de la relación entre el conservante de mercurio que llevan muchas vacunas y el autismo y los problemas neurológicos que padecen los hijos de los demandantes. Para ello citan estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que por cierto no han aportado en el juicio y que como argumenta el abogado defensor de esta familias, Felipe Holgado:
“no sabemos de dónde salen esos estudios, su financiación ni porqué la propia OMS se contradice pues ahora realiza afirmaciones nada concluyentes sobre este asunto cuando con anterioridad sí era más clara a favor de que existe causa efecto entre la inyecta de vacunas con mercurio y el autismo en los niños”.
Como se puso de manifiesto en el juicio, el propio Ministerio de Sanidad, a través del Instituto Nacional de Toxicología, emitió hace tiempo una nota en la que reconocía los posibles problemas de autismo relacionados con este conservante de las vacunas.
Pero al margen de la enorme cantidad de documentos que prueban que puede existir relación entre la vacunación con preparados que contengan como conservante mercurio que ha presentado ante la Audiencia Nacional la parte demandante, a los que ya hace tiempo tuve acceso, asistimos en este primer juicio a una nueva estrategia por parte de los laboratorios demandados. Estrategia de la confusión consistente en hacer creer que el derivado del mercurio utilizado como conservante en sus vacunas, el etilmercurio se disuelve en sangre y se elimina con normalidad cuando existen estudios científicos que aseguran que esto no es así. Aún más, como ha demostrado Holgado, en Italia el laboratorio Sanofi, uno de los demandados ante la Audiencia Nacional en este caso, reconoce en el prospecto de su vacuna DTaP (triple bacteriana, para niños de dos, cuatro, seis y siguientes meses) que como efecto colateral está el autismo.
El perito de Sanofi, ante la pregunta del abogado defensor sobre este particular, apenas contestó:
“si usted se lee los prospectos de los medicamentos se asustaría, poco más o menos me dijo, lo que no es contestar nada”, explica Felipe Holgado.
En fin, este es el primer juicio que se realiza en España sobre los posibles daños que pueden provocar las vacunas que contienen o han contenido ciertos conservantes. Juicio que será largo pues habrá varias vistas antes de resolverse este caso particular y al que seguirán uno por uno los restantes casos hasta completar los casi setenta que contiene la demanda presentada.
Más info: El libro La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo (Península, 2009) dedica uno de sus nueve capítulos al asunto del mercurio en las vacunas, el autismo y el conocimiento de ello por parte de los fabricantes de preparados vacunales y cómo intentaron anular el conocimiento de estos hechos por parte de la opinión pública. Se titula Concilio de conspiranoicos en el bosque Simpson. El triunfo del miedo al marketing.
http://www.migueljara.com/
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