Cada vez nuestros chiquitines gatean menos. ¿Sabías que el gateo desarrolla la visión, el equilibrio, la manualidad, la medida del medio y su adaptación, además de otras importantes funciones en un solo ejercicio? ¿No? Pues al suelo, bebé.
La mayoría de los niños no gatean. Inmediatamente se les pone de pie. “Normalmente no les damos la oportunidad de estar en el suelo porque están en tacatacas, parquecitos, sillitas, los brazos de mamá, etc.”, señala Carlos Gardeta, experto en estimulación multisensorial y director de los Institutos Fay.
Menos el lenguaje y la audición, el gateo desarrolla la visión, la tactilidad, el equilibrio, la propioacepción, el movimiento grueso o desplazamiento con nuestro cuerpo y el movimiento fino o manualidad en un solo ejercicio. Además integra los diferentes subsistemas del movimiento, que otros movimientos muchos más complejos, como andar, correr, jugar al fútbol o al tenis, añade Gardeta.
POR QUÉ ES IMPORTANTE EL GATEO
Crea rutas de información
Conecta los hemisferios cerebrales
El gateo es una base fundamental para el desarrollo educativo del niño. Crea rutas de información neurológicas entre los dos hemisferios, es decir, facilita el paso de información de un hemisferio a otro. Las rutas creadas no sólo valen para funciones del movimiento sino que son precursoras de conexiones que servirán para crear otras conexiones entre los dos hemisferios para funciones cognitivas, destaca Gardeta.
Sincroniza el brazo con el pie del lado contrario Desarrolla el patrón cruzado
Es la función neurológica que hace posible el desplazamiento corporal organizado del ser humano. Implica que el brazo derecho va sincronizado con el pie izquierdo y el brazo izquierdo con el pie derecho. Se llama patrón cruzado porque hay dos ejes cruzados, y mediante el apoyo en equilibrio sobre las dos extremidades opuestas de uno se pueden desplazar las dos del otro eje y encontrarles nuevos puntos de apoyo que serán la base del siguiente desplazamiento.
Una consecuencia importantísima es que ese movimiento implica que el de las caderas y el de los hombros, que se mueven al avanzar gateando crea una rotación relativa de la columna tonificando los músculos que permitirán mantenerla erecta cuando el niño se ponga de pie.
Permite saber dónde están las partes del cuerpo Desarrolla el sistema vestibular
Este sistema manda señales de los dos laberintos del oído al cerebelo para saber en qué posición está constantemente la cabeza. Así permite luego referenciar (colocar) todo el cuerpo respecto a esa posición. Es la llamada propioacepción o saber dónde están los puntos del cuerpo, lo que permite moverlo, ya que sabemos donde está al principio y al final de cada movimiento, explica Gardeta. El niño, al saber cuál es su posición en el laberinto, que es única, sabe dónde está su cabeza, y coloca en su imagen cerebral toda la información que va recibiendo. Imagina que tienes una pierna dormida, que no manda información al cerebro o si lo hace, no llega al no tener riego sanguíneo. No puedes andar porque no sabes dónde está la pierna.
Posibilita el enfoque de los ojos Desarrolla la convergencia visual
Al mirar al suelo, el niño converge o enfoca los dos ojos a un mismo punto, a corta distancia. Cuando mira adónde va, a unos 3 metros por lo menos, coloca con los ojos la convergencia en un punto infinito. Es un ejercicio muscular fantástico para los ojos que facilita la acomodación visual, dice Gardeta. Según estudios de optómetras, el 98% de los niños con estrabismo no gatearon lo suficiente de pequeños. También parece que los ojos vagos están relacionados con un mal desarrollo de las convergencias.
Siente el tacto y luego podrá asir objetos Desarrolla la oposición cortical
En el gateo, la cabeza está en un plano y la palma de la mano en otro. El niño siente la tactilidad de la palma que ve, fundamental para desarrollar luego la oposición cortical del dedo gordo de la mano, oponiéndose a los otros cuatro dedos, expone Gardeta. Esa función en una mano es la que permite asir los objetos, la manualidad fina, esencial para luego poder escribir. Al masajear la palma de la mano envía información al cerebro de dónde está la palma y de cómo al moverla para apoyarse va sintiendo diferentes sensaciones.
Se adapta al medio Le ayuda a medir el mundo que le rodea
“La distancia que hay entre los ojos y la palma de la mano al gatear es una medida fundamental -la braza- en todas las civilizaciones”, explica Gardeta. “Con esa nueva medida corporal, el niño mide el mundo circundante y se adapta al medio, porque lo mide constantemente y va retomando información”. Si entras de mayor en una casa donde pasaste la infancia, te parece más pequeña de lo que era para ti porque entonces, tu medida de braza, era menor.
Un hemisferio será el dominante Ayuda a establecer la futura lateralización En el nivel de desarrollo posterior al gateo, comienzan los primeros procesos de lateralización. Es necesario que uno de los hemisferios se convierta en el dominante y el otro en el subdominante o servidor, para no tener que operar con ambos a la vez. Al conectar los dos hemisferios gracias al gateo, se facilita acudir más rápidamente a funciones más complejas que requieren de ambos hemisferios y de áreas cerebrales no simétricas y diferenciadas. Un niño pequeño que va a coger una naranja echa las dos manos a la vez. Una misma orden llega simultáneamente a cada uno de los dos hemisferios. Un niño con un nivel de organización superior coge la naranja con una mano o con otra, dependiendo de si está a un lado o a otro o si es más diestro o zurdo.
DISTINTOS NIVELES, TODOS NECESARIOS
La mayoría de los niños no gatean. Inmediatamente se les pone de pie. “Normalmente no les damos la oportunidad de estar en el suelo porque están en tacatacas, parquecitos, sillitas, los brazos de mamá, etc.”, señala Carlos Gardeta, experto en estimulación multisensorial y director de los Institutos Fay.
Menos el lenguaje y la audición, el gateo desarrolla la visión, la tactilidad, el equilibrio, la propioacepción, el movimiento grueso o desplazamiento con nuestro cuerpo y el movimiento fino o manualidad en un solo ejercicio. Además integra los diferentes subsistemas del movimiento, que otros movimientos muchos más complejos, como andar, correr, jugar al fútbol o al tenis, añade Gardeta.
POR QUÉ ES IMPORTANTE EL GATEO
Crea rutas de información
Conecta los hemisferios cerebrales
El gateo es una base fundamental para el desarrollo educativo del niño. Crea rutas de información neurológicas entre los dos hemisferios, es decir, facilita el paso de información de un hemisferio a otro. Las rutas creadas no sólo valen para funciones del movimiento sino que son precursoras de conexiones que servirán para crear otras conexiones entre los dos hemisferios para funciones cognitivas, destaca Gardeta.
Sincroniza el brazo con el pie del lado contrario Desarrolla el patrón cruzado
Es la función neurológica que hace posible el desplazamiento corporal organizado del ser humano. Implica que el brazo derecho va sincronizado con el pie izquierdo y el brazo izquierdo con el pie derecho. Se llama patrón cruzado porque hay dos ejes cruzados, y mediante el apoyo en equilibrio sobre las dos extremidades opuestas de uno se pueden desplazar las dos del otro eje y encontrarles nuevos puntos de apoyo que serán la base del siguiente desplazamiento.
Una consecuencia importantísima es que ese movimiento implica que el de las caderas y el de los hombros, que se mueven al avanzar gateando crea una rotación relativa de la columna tonificando los músculos que permitirán mantenerla erecta cuando el niño se ponga de pie.
Permite saber dónde están las partes del cuerpo Desarrolla el sistema vestibular
Este sistema manda señales de los dos laberintos del oído al cerebelo para saber en qué posición está constantemente la cabeza. Así permite luego referenciar (colocar) todo el cuerpo respecto a esa posición. Es la llamada propioacepción o saber dónde están los puntos del cuerpo, lo que permite moverlo, ya que sabemos donde está al principio y al final de cada movimiento, explica Gardeta. El niño, al saber cuál es su posición en el laberinto, que es única, sabe dónde está su cabeza, y coloca en su imagen cerebral toda la información que va recibiendo. Imagina que tienes una pierna dormida, que no manda información al cerebro o si lo hace, no llega al no tener riego sanguíneo. No puedes andar porque no sabes dónde está la pierna.
Posibilita el enfoque de los ojos Desarrolla la convergencia visual
Al mirar al suelo, el niño converge o enfoca los dos ojos a un mismo punto, a corta distancia. Cuando mira adónde va, a unos 3 metros por lo menos, coloca con los ojos la convergencia en un punto infinito. Es un ejercicio muscular fantástico para los ojos que facilita la acomodación visual, dice Gardeta. Según estudios de optómetras, el 98% de los niños con estrabismo no gatearon lo suficiente de pequeños. También parece que los ojos vagos están relacionados con un mal desarrollo de las convergencias.
Siente el tacto y luego podrá asir objetos Desarrolla la oposición cortical
En el gateo, la cabeza está en un plano y la palma de la mano en otro. El niño siente la tactilidad de la palma que ve, fundamental para desarrollar luego la oposición cortical del dedo gordo de la mano, oponiéndose a los otros cuatro dedos, expone Gardeta. Esa función en una mano es la que permite asir los objetos, la manualidad fina, esencial para luego poder escribir. Al masajear la palma de la mano envía información al cerebro de dónde está la palma y de cómo al moverla para apoyarse va sintiendo diferentes sensaciones.
Se adapta al medio Le ayuda a medir el mundo que le rodea
“La distancia que hay entre los ojos y la palma de la mano al gatear es una medida fundamental -la braza- en todas las civilizaciones”, explica Gardeta. “Con esa nueva medida corporal, el niño mide el mundo circundante y se adapta al medio, porque lo mide constantemente y va retomando información”. Si entras de mayor en una casa donde pasaste la infancia, te parece más pequeña de lo que era para ti porque entonces, tu medida de braza, era menor.
Un hemisferio será el dominante Ayuda a establecer la futura lateralización En el nivel de desarrollo posterior al gateo, comienzan los primeros procesos de lateralización. Es necesario que uno de los hemisferios se convierta en el dominante y el otro en el subdominante o servidor, para no tener que operar con ambos a la vez. Al conectar los dos hemisferios gracias al gateo, se facilita acudir más rápidamente a funciones más complejas que requieren de ambos hemisferios y de áreas cerebrales no simétricas y diferenciadas. Un niño pequeño que va a coger una naranja echa las dos manos a la vez. Una misma orden llega simultáneamente a cada uno de los dos hemisferios. Un niño con un nivel de organización superior coge la naranja con una mano o con otra, dependiendo de si está a un lado o a otro o si es más diestro o zurdo.
DISTINTOS NIVELES, TODOS NECESARIOS
El primer nivel de organización cerebral del movimiento es mover los miembros del cuerpo por separado, lo que hacen los bebés en la cuna. El segundo es el arrastre sobre el suelo. Los niños se impulsan con uno o ambos brazos o con una o ambas piernas. Esa fase culmina en el arrastre en patrón cruzado, donde empiezan a establecerse conexiones a través del cuerpo calloso cerebral (la estructura que posibilita la coordinación entre los dos hemisferios) para que aparezca el gateo, que es el siguiente nivel de organización. Si el gateo se desarrolla correctamente se favorecen conexiones futuras de otro tipo entre los dos hemisferios, que posibilitan las funciones correctas cognitivas y de movimiento.
CÓMO INFLUYE EN LA ANATOMÍA
Al gatear, el niño apoya su peso en las palmas de las manos y soporta esa tensión en las articulaciones de los hombros, de la columna vertebral, del fémur y la cadera. Aprende la oposición a la gravedad. La formación de la articulación de las caderas, que realiza con el arrastre y el gateo, es fundamental para cuando se ponga de pie, pueda sustentar sobre esas articulaciones el peso del cuerpo. Y la función hace que los huesos se calcifiquen, asegura Gardeta.
Que siga gateando
¿LE PASA ESTO A TU PEQUE?
En el gateo el niño se apoya en dos puntos. Para ponerse de pie tiene que estar bien organizado cerebralmente para apoyarse en un punto y mantener el equilibrio. “Es muy típico que los niños que se ponen de pie sin tener desarrollado todo el sistema, se queden como confundidos o mareados, miren alrededor, se sorprendan de que no logran mantener la posición, bajen al suelo y pasen una temporada gateando como locos hasta que vuelven a ponerse otra vez de pie”, recalca Gardeta.
CURIOSIDAD: CUÁNDO EMPEZÓ
“Históricamente, el gateo sólo fue posible con el asentamiento de pueblos nómadas”, afirma Gardeta. “Tener un suelo limpio y seguro para el niño se ha conseguido muy recientemente en la evolución humana. En los pueblos primitivos, dejar un niño en el suelo suponía su muerte, porque se ponía al alcance de los alacranes, serpientes, etc.”. Hasta mediados del siglo pasado, las madres echaban una mantita en el suelo y echaban al niño. Hoy existen demasiados aparatos y cachivaches que evitan que el niño gatee por el suelo.
CÓMO INFLUYE EN LA ANATOMÍA
Al gatear, el niño apoya su peso en las palmas de las manos y soporta esa tensión en las articulaciones de los hombros, de la columna vertebral, del fémur y la cadera. Aprende la oposición a la gravedad. La formación de la articulación de las caderas, que realiza con el arrastre y el gateo, es fundamental para cuando se ponga de pie, pueda sustentar sobre esas articulaciones el peso del cuerpo. Y la función hace que los huesos se calcifiquen, asegura Gardeta.
Que siga gateando
¿LE PASA ESTO A TU PEQUE?
En el gateo el niño se apoya en dos puntos. Para ponerse de pie tiene que estar bien organizado cerebralmente para apoyarse en un punto y mantener el equilibrio. “Es muy típico que los niños que se ponen de pie sin tener desarrollado todo el sistema, se queden como confundidos o mareados, miren alrededor, se sorprendan de que no logran mantener la posición, bajen al suelo y pasen una temporada gateando como locos hasta que vuelven a ponerse otra vez de pie”, recalca Gardeta.
CURIOSIDAD: CUÁNDO EMPEZÓ
“Históricamente, el gateo sólo fue posible con el asentamiento de pueblos nómadas”, afirma Gardeta. “Tener un suelo limpio y seguro para el niño se ha conseguido muy recientemente en la evolución humana. En los pueblos primitivos, dejar un niño en el suelo suponía su muerte, porque se ponía al alcance de los alacranes, serpientes, etc.”. Hasta mediados del siglo pasado, las madres echaban una mantita en el suelo y echaban al niño. Hoy existen demasiados aparatos y cachivaches que evitan que el niño gatee por el suelo.
CÓMO PROMOVER EL GATEO
El gateo a veces se utiliza como gimnasia. Pero no hay ninguna línea o escuela que lo fomente como mecanismo de desarrollo de la organización cerebral infantil. Se sabe que el movimiento tiene una importancia esencial pero no se fomenta como se debería, dice Gardeta.
-Busca un suelo limpio, seguro, acogedor, no frío, y mantén a tu peque el mayor tiempo posible en el suelo, por ejemplo, una hora al día. El solito empezará a aprender. También hay técnicas de estimulación para que aprenda primero a arrastrarse y luego a gatear.
-No le fuerces a ponerse de pie. Si no está preparado le crea inseguridad, concuerdan los expertos. Es consciente de que le pones un desafío para el cual no está preparado y fracasa. Lo mejor es que empiece a andar por sí solo, primero dos pasitos, luego tres... “Poner de pie al niño, sentarle en una sillita o montarle en un tacataca, sin que tenga la musculatura preparada para mantener el tronco erecto, hace trabajar incorrectamente a un sistema que no está maduro”, afirma Gardeta.
-Uno de los sitios que le hace ponerse de pie es el corralito porque no puede gatear. “No está mal tenerlo un ratito ahí pero luego hay que dejar que el niño gatee, recorra la casa, que es lo mejor. Utiliza el cochecito para llevar al niño de un sitio a otro cuando todavía no ha llegado a andar”, pero evita abusar de estos y otros aparatos que retardan el desarrollo del movimiento, aconseja Gardeta.
-Lo mejor es madurar y asentar cada una de las fases anteriores al andar, que son arrastrarse y gatear. Si estas fases han sido desarrolladas correctamente, cuando el niño se ponga de pie, no tendrá problemas. Ahora los niños no tienen experiencia de luchar contra la gravedad progresivamente y utilizar funciones que luego constituirán su movimiento, explica Gardeta. Si no gatean no es que no se logre la organización cerebral pero se retrasará el desarrollo.
-Gatear con una pelota es mucho más efectivo que poner una alfombra colorida en el suelo, porque cuando el niño es capaz de converger con los dos ojos, el proceso superior es el seguimiento visual y seguido de desplazamiento de un objeto que se mueve, aclara Gardeta.
¿CÚANDO DEJARÁ DE GATEAR?
Cuando el sistema de funciones cerebrales necesarias esté lo suficientemente maduro por sí mismas o convenientemente estimuladas, el propio niño se pondrá de pie, señala Gardeta. Los primeros pasos suelen aparecer alrededor al año de vida, señala Gardeta. “Entre los 16 meses y los dos años se afirma la bipedestación. Pero no pasa nada porque gateen.
SITUACIONES ESPECIALES
En niños con problemas, los Institutos Fay usan la técnica del gateo para la organización neurológica en múltiples situaciones: problemas visuales, de coordinación, cuando las caderas no están formadas por falta de oportunidad, en malformación o no formación del cuerpo calloso cerebral, etc.
Institutos Fay Carlos Gardeta Oliveros,
Director de Institutos Fay para la Estimulación Multisensorial en Aravaca (Madrid)
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