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Hemos visto hasta ahora qué es el chantaje emocional y como esta violencia puede ejercerse usando al niño como amenaza o convirtiéndolo en víctima indirecta de los enfrentamientos entre adultos, además de ser, en otras ocasiones, él mismo, la víctima directa de un chantaje que, repetido y normalizado, usado como modo de conseguir obediencia, puede dejar huellas en el pequeño.
Pero ahora vamos a ver con más detalle como funciona el chantaje emocional y los recursos que usa la persona que lo realiza, de manera que identifiquemos los procedimientos que utiza.
El miedo en el chantaje emocional
El miedo es el arma del chantajista emocional: miedo a no ser amados, a ser abandonados, a ser rechazados y no respetados, miedo a ser “una mierda”. El propio chantajista, aunque no seamos conscientes de eso, también tiene mucho miedo, ya que su autoestima se asienta no en él mismo, sino en la imagen que proyecta y en lo que consiga de los otros.
Creo que, los chantajistas son frecuentemente personas que sufrieron esta manipulación de niños y su autoestima quedó dañada, siendo substituida por este mecanismo de compensación.
Sale sin pensar además, cuando nos mintieron de niños el repetir frases como “si no te comes todo te vas a quedar canijo“ o “tantos niños muriendo de hambre y tu despreciando mi comida”, “con el cariño que la he preparado…” o, más contundentes “si no te comes la fruta mamá no te va a querer” o peor “si no te comes la fruta te voy a regalar”.
La humillación y la culpa en el chantaje emocional
El chantajista, para inculcar ese miedo y ser creido por su víctima deja de hablar, mira con desprecio, se burla, es sarcástico en privado o, peor, en público. Es decir, usa el amor del otro para hacerle daño y vencerlo, humillándolo para que tema más y sea más facilmente manipulable, que obedezca.
Si mamá te grita, o llora, o te ridiculiza en público por llorar en la puerta de la guardería o hacerte pis por la noche, además de lo que ya se sufra por esa circunstancia, se le suma el temor a no ser digno del amor de la madre y verse rechazado. Y si encima ella te amenaza… pero mamá no sabe que te hace daño, solo quiere lo mejor para ti, solo quiere que seas mejor. De verdad, aunque use técnicas de chantaje, ella no se da cuenta de que le hace algo a su hijo que ella no consentiría si se lo hiciera su pareja.
Pero es que encima el chantajista logra que la víctima se sienta mala, egoísta, incorrecta… manipulándola para que ceda su libertad con tal de lograr que la relación siga en términos más amables. Es destructivo y dañino. Hace que la víctima se sienta culpable por causar el enfado o el rechazo. Pero lo podemos identificar y salir de ese círculo de miedo, humillación y culpa.
Nosotros podemos, pero los niños no. Los niños crecen pensando que quizá es verdad que son malos hijos, malos niños, tontos, que no los querremos si no cumplen todas nuestras expectativas. ¿No es triste hacerles esto sin saber que se lo hacemos y no recordar que nos lo pudieron hacer a nosotros también nuestros padres “por nuestro bien”?
El amor en el chantaje emocional
Todos sentimos emociones. El amor es una de ellas, muy poderosa, y es enorme tanto de vuestros hijos hacia vosotros como de vosotros para ellos. Otra emoción es la necesidad de sentirnos aceptados y amados tal y como somos.
En los adultos esa necesidad es grande, necesitamos saber que las personas a las que amamos nos respetan y nos aceptan como somos, nos dejan desarrollarnos libremente aunque eso no signifique, de ninguna manera, que se nos deba permitir dañar a los demás o ignorar sus sentimientos y necesidades.
En los niños, en nuestros hijos, la referencia fundamental somos sus padres. Nosotros les damos forma, se miran en nosotros como espejos para descubrir lo que son. Nos admiran y su mayor deseo es complacernos y su mayor necesidad es saberse dignos de nuestro amor. Y es precisamente la felicidad y el amor la base de una educación respetuosa.
Todo lo que voy a explicar no significa que debamos dejar que un niño tenga comportamientos agresivos o que dañe a los demás, ni que dejemos su educación en el respeto a la deriva. No significa eso, sino que la manera en la que influimos en ellos y modificamos sus comportamientos, cuando lo hacemos mediante el chantaje emocional, es una forma dañina de establecer relaciones y no favorece una comunicación sana ni la autoestima de los niños.
Lo que más teme un niño, todos los niños, es no ser amados por sus padres, perderlos, ser abandonados o no ser queridos por ellos. Ese temor, ese miedo, es el que usamos cuando les hacemos chantaje emocional y los amenazamos con dejar que quererlos si no hacen lo que queremos que hagan.
El chantaje no es una forma sana de expresar amor
Por mucho que estemos convencidos de que amar a nuestros hijos y querer su bien hace que los medios no importen, no es cierto.
Amar sanamente no hace daño y respeta al otro. Usar el amor de nuestros hijos, su miedo a perdernos, para lograr quebrar sus decisiones, hacer que obedezcan o conseguir cosas concretas como que se coman todo, estudien o se comporten tranquilos en reuniones sociales, lo que hacemos es dañino, ya que los estamos amenazando, hacerles sentir asustados y sin autoestima, nos obedecen por miedo, no por convencimiento y les enseñamos a hacer este tipo de chantajes a otras personas. Haber usado el chantaje emocional no nos convierte en malos padres, solamente en unos padres que pueden ser mejores. Y eso es lo que todos deseamos.
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