España Raúl Millares- Tercera Información 24-10-2010
Un reportaje de EL MUNDO contra la lactancia materna ha desatado una avalancha de críticas. Desde una portada soez, tramposa y sexista hasta falacias pseudocientíficas, todo vale para atacar una práctica natural que bastante tiene con resistir los embates de la poderosa industria de la alimentación infantil. El texto remata su agresión tratando de enfrentar a unas madres con otras en el campo del feminismo. Científicos escandalizados y madres dolidas son el triste saldo de un reportaje que ha logrado lo que buscaba, alentar un debate falso.
El pasado domingo, la revista MAGAZINE, suplemento dominical del diario EL MUNDO, dedicó su portada y un amplio reportaje al debate sobre la lactancia materna y sus implicaciones sociales y laborales para las madres.
La portada de la revista estaba ilustrada con la imagen de una mujer desnuda y pintada como una vaca que sostenía en brazos a un bebé; junto a ellos, en grandes caracteres, el titular “Madre o vaca”. En el interior de la revista, la madre, desnuda y a cuatro patas, simulaba ofrecer sus pechos al bebé. El título del artículo reza “La era de las madres vaca”, precedido por el antetítulo “Polémica. Dar el pecho sí o sí”.
Aquí surge la primera controversia. Al margen del recurso fácil al desnudo femenino, el titular de portada opone, mediante una conjunción adversativa, la cualidad de ‘madre’ y la cualidad de ‘vaca’. Es decir, una mujer solo puede ser una cosa o la otra. ¿Quién es qué? ¿Insinúa esta portada que la mujer que da el pecho no es madre sino vaca? Lo grosero de la disyuntiva ofende a la inteligencia y, de paso, a las vacas, a quienes escamotea su derecho a ser madres. No cuesta imaginar la ofensa contraria; una mujer disfrazada de biberón con un bebé en brazos… Cruel, como mínimo.
Ya en páginas interiores, el texto de la periodista Carmen Machado se resume en cuatro tesis fundamentales.
Un reportaje de EL MUNDO contra la lactancia materna ha desatado una avalancha de críticas. Desde una portada soez, tramposa y sexista hasta falacias pseudocientíficas, todo vale para atacar una práctica natural que bastante tiene con resistir los embates de la poderosa industria de la alimentación infantil. El texto remata su agresión tratando de enfrentar a unas madres con otras en el campo del feminismo. Científicos escandalizados y madres dolidas son el triste saldo de un reportaje que ha logrado lo que buscaba, alentar un debate falso.
El pasado domingo, la revista MAGAZINE, suplemento dominical del diario EL MUNDO, dedicó su portada y un amplio reportaje al debate sobre la lactancia materna y sus implicaciones sociales y laborales para las madres.
La portada de la revista estaba ilustrada con la imagen de una mujer desnuda y pintada como una vaca que sostenía en brazos a un bebé; junto a ellos, en grandes caracteres, el titular “Madre o vaca”. En el interior de la revista, la madre, desnuda y a cuatro patas, simulaba ofrecer sus pechos al bebé. El título del artículo reza “La era de las madres vaca”, precedido por el antetítulo “Polémica. Dar el pecho sí o sí”.
Aquí surge la primera controversia. Al margen del recurso fácil al desnudo femenino, el titular de portada opone, mediante una conjunción adversativa, la cualidad de ‘madre’ y la cualidad de ‘vaca’. Es decir, una mujer solo puede ser una cosa o la otra. ¿Quién es qué? ¿Insinúa esta portada que la mujer que da el pecho no es madre sino vaca? Lo grosero de la disyuntiva ofende a la inteligencia y, de paso, a las vacas, a quienes escamotea su derecho a ser madres. No cuesta imaginar la ofensa contraria; una mujer disfrazada de biberón con un bebé en brazos… Cruel, como mínimo.
Ya en páginas interiores, el texto de la periodista Carmen Machado se resume en cuatro tesis fundamentales.
Primera: Que existe una campaña opresiva para obligar a las madres a dar el pecho a sus hijos en lugar de darles biberones de leche artificial.
Segunda: Que esa campaña podría ocultar una suerte de conspiración para apartar a las mujeres del mundo laboral en tiempos de crisis.
Tercera: Que esa campaña persigue sus objetivos por la vía de atacar a las madres que optan por la leche artificial. Y cuarta: Que los innumerables estudios que muestran los beneficios de la leche materna tienen dudoso rigor científico. Estas son las tesis que trataremos de desmontar. Veamos.
1. ¿Existe una campaña para obligar a las madres a dar el pecho? Rotundamente no. Existen, desde luego, campañas sanitarias para tratar de salvar y recuperar esta práctica tan recomendada por la Organización Mundial de la Salud como amenazada por la realidad. El reportaje pinta un panorama neurótico en el que las madres parecen ser perseguidas por hordas de pediatras y enfermeras obsesionados con la lactancia. Sin embargo, en el mismo reportaje se cuela un dato revelador: “El 80% de las madres quiere amamantar a sus hijos cuando da a luz, pero la cifra baja al 68% a las seis semanas. A los tres meses, casi la mitad de las mujeres abandona la lactancia”(1). La estadística revela, pues, una realidad contraria a la tesis del artículo. Las madres sí quieren dar el pecho, pero algo boicotea sus deseos. Al final, son una minoría quienes alcanzan los seis meses de lactancia materna exclusiva que, como mínimo, recomienda la OMS.
2. La lactancia materna, ¿busca apartar a las mujeres del mercado laboral? La autora del reportaje insiste en aportar varios testimonios, sin datos, de filósofas o abogadas que tienen esa sospecha. Es reconocida la debilidad de EL MUNDO por las teorías de la conspiración, ¿estaremos ante un nuevo caso? La autora se escuda tras la feminista francesa Elizabeth Badinter, que denuncia una “presión insoportable” para que la mujer se dedique al cuidado de sus bebés, “incluso para que use pañales lavables […] en detrimento de sus aspiraciones profesionales”(2). He aquí uno de los puntos más calientes del reportaje y de todo el debate que busca avivar: dar el pecho no es feminista. De pronto, las madres que amamantan a sus bebés, son, no solo vacas, sino vacas machistas (!). Ni qué decir tiene que las madres amamantadoras que no se sienten machistas se han sentido ofendidas. Sobre este supuesto sesgo machista de la leche materna opina también la politóloga conservadora Edurne Uriarte, para la que la lactancia materna tiene como conclusión que “los hombres no pintan nada o casi nada en la crianza de los hijos”(3). Sin ser la mejor opción, lo cierto es que la leche materna puede extraerse y conservarse, de modo que pueda ser administrada por la pareja de la madre en ausencia de ésta. Lo que sugieren estas opiniones es que la teta de la mujer debe adaptarse con resignación a los rigores de la normativa laboral. La alternativa es evidente: ¿Por qué no ha de adaptarse la normativa laboral al deseo reconocido del 80% de las madres españolas? La reciente ampliación del permiso de maternidad hasta las 20 semanas en la Unión Europea es un pequeño paso. ¿Puede este cambio legislativo truncar la carrera profesional de una madre? La brújula señala al norte. En Suecia, con permisos de maternidad de 96 semanas y tasas de lactancia materna exclusiva del 50% a los seis meses, alrededor del 75% de las mujeres trabaja, la mitad de la población activa es femenina y la tasa de desempleo es inferior a la de los hombres. En España, la población activa femenina se planta en el 51% del total y, aún así, es el país con mayor tasa de paro femenino de Europa. Parece claro que la presencia de la mujer en el mercado de trabajo no depende de la lactancia materna, sino de políticas sociales activas.
3. Las madres que dan biberón, ¿están perseguidas? La autora asegura que las madres que abandonan la lactancia “a menudo deben hacer frente a la etiqueta de mala madre”. Esta es una las afirmaciones más chocantes del reportaje habida cuenta de que la lactancia materna prolongada sigue siendo minoritaria. Las experiencias personales de muchas madres amamantadoras hablan justo de lo contrario: desde familiares entrometidos y sabelotodos hasta personal sanitario sin formación, pasando por el reparto irregular de muestras comerciales gratuitas de alimentos artificiales, anuncios a toda página en las revistas para padres, muñecas a las que solo se puede alimentar con biberón (4) o la ausencia total de la lactancia materna en películas y series de televisión (5)… Parece claro que no existe un monstruo “lactivista” que tilda de “mala madre” a quienes ven frustrados sus deseos de amamantar, sino que es una exigua minoría la que logra superar la carrera de obstáculos que zancadillean la lactancia. Como muestra de la verdadera represión que existe en muchos lugares contra la lactancia, baste el recuerdo de las 12.000 mujeres que son detenidas anualmente en EEUU por dar el pecho en lugares públicos.
4. Los estudios científicos que aconsejan la lactancia materna, ¿carecen de rigor? Tras acusar a las madres amamantadoras y a los defensores de la lactancia materna de ser vacas machistas agresivas, el reportaje la emprende contra la comunidad científica internacional. La autora cita dos fuentes que siembran la duda sobre los beneficios de la lactancia materna. La maniobra del escepticismo pseudocientífico es conocida: la utilizan los negacionistas del calentamiento global o quienes dudan de la eficacia del preservativo contra el SIDA (6). Desde luego no cita ningún estudio científico que indique una sola ventaja de la leche artificial frente a la leche materna. Lo que hace, con perdón, es ciscarlo todo, caiga quien caiga (7). El reportaje remite a un artículo de la periodista Hanna Rosin, especialista en asuntos religiosos (no médicos) para decir que “los estudios dedicados a demostrar los beneficios del amamantamiento (vínculo psicológico entre madre e hijo, mejor coeficiente intelectual del bebé, menos riesgos para éste de infecciones, leucemia, colesterol, diabetes, futura obesidad, etcétera) adolecen de prejuicios y falta de pruebas”. Un poco más tarde, reaparece Edurne Uriarte para soltar que, en su opinión, “el fondo de esa situación es ideológico y no científico”. Ya de su cosecha propia, la autora suelta que “hasta ahora no hay pruebas concluyentes” y que simplemente “se sugiere, se asocia, se indica…”.
La Tierra no es plana Tercera Información se ha puesto en contacto con diferentes profesionales de la salud para conocer su reacción. María Teresa Hernández Aguilar, coordinadora del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría reconoce que “hay indignación por dicho artículo y las fotos que lo acompañan”. José Cristóbal Buñuel, codirector de la revista Evidencias en Pediatría, defiende que “existen múltiples estudios de altísimo rigor metodológico y correctamente diseñados (entre ellos, diversas revisiones sistemáticas y guías de práctica clínica)”. Y añade que “una búsqueda simple en la base de datos PubMed con el término “breast feeding” nos devuelve más de 21.000 referencias de estudios sobre este tema”. Buñuel se muestra rotundo al desmentir las insinuaciones del reportaje: “Dudar a estas alturas del efecto beneficioso para la salud de madres e hijos de la lactancia materna es algo tan irracional como pensar que la Tierra es plana o que el sol gira alrededor de nuestro planeta. Podemos, efectivamente, “afirmar categóricamente” que la lactancia materna es mejor para la salud (de madre e hijo) que el biberón de leche artificial. Como he comentado antes, múltiples estudios lo llevan demostrando desde hace ya décadas” (8). Paz González, codirectora de la misma publicación, llama la atención sobre una paradoja: “Curiosamente, es la lactancia materna la que tiene que demostrar que es superior, en lugar de la alimentación artificial, que sería la que tendría que demostrar que es superior, o al menos no inferior, en cuanto a resultados de salud”. Buñuel rechaza que los médicos estén presionando a las madres: “Los pediatras recomendamos, no presionamos. Recomendamos basándonos en la abundante evidencia científica disponible sobre los beneficios de la lactancia materna”. Buñuel cambia el punto de mira: “Dar el pecho es gratis. Dar lactancia artificial no lo es. De existir presiones sobre las madres, estas podrían provenir en todo caso de quien tiene “algo que ganar” vendiendo su producto. De todos modos, hace ya muchos años que los fabricantes de leches de fórmula indican en su publicidad que “la lactancia materna es el mejor alimento para su hijo” (9). Ahora brilla por su ausencia uno de los aspectos más interesantes del debate ‘contra’ la leche materna: el papel de los fabricantes de leches de fórmula. The Washington Post tuvo la buena idea de contar las presiones que ejerce este lobby sobre los legisladores de EEUU. El reportaje del Magazine omitió esta cara de la moneda.
¿Tan buena es la leche materna? Sí, rotudamente sí. Lo que la autora tacha de “pensamiento único” es, en realidad, consenso científico. Buñuel lo resume así: “La lactancia materna salva vidas. Con esto debería ser suficiente. Salva vidas especialmente en los países en vías de desarrollo que – no lo olvidemos – engloban al 70-80% de la población de nuestro planeta. En los países desarrollados se sabe además que los niños alimentados con lactancia materna, entre otros beneficios, sufren menos ingresos hospitalarios por gastroenteritis e infecciones respiratorias. Se sabe también que, en la madre que lacta, disminuye la probabilidad de padecer diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer (mama, ovario)”. Y la OMS cita algunos más.
La estrategia del sándwich
Naturalmente, la periodista intenta respetar los servicios mínimos de ética periodística ofreciendo varios testimonios y datos en defensa de la lactancia materna. Una madre con una lactancia satisfactoria, una monitora de la Liga de la Leche, el conocido pediatra Carlos González… Esta riqueza de matices sería honesta si estos entrecomillados recibiesen el mismo trato que los párrafos contrarios a la lactancia. Sin embargo la periodista opta por el viejo truco de insertar los argumentos pro lactancia, contrarios a su opinión, entre párrafos que sí refuerzan su teoría. Así, todo el reportaje se convierte en una ristra de sándwiches retóricos que empiezan con el testimonio angustioso de una madre “al borde de la depresión” por una lactancia fallida y la opinión non petita de la autora, según la cual, las campañas pro lactancia son “casi una corriente de pensamiento único”.
Reacciones El artículo, como quizá perseguía, ha desatado una respuesta masiva. Una avalancha de comentarios de queja, disgusto y cabreo han sacudido los muy activos foros y blogs sobre lactancia materna que habitan Internet. En pocas horas, miles de personas se unían al grupo de Facebook “Me indigna que EL MUNDO haga este ataque a la lactancia materna”, con más de 7.500 adhesiones en el momento de redactar estas líneas. Recogidas de firmas y avalancha de cartas al director calentaban la respuesta de este colectivo antes de organizar una “tetada” reivindicativa ante las redacciones del diario dirigido por Pedro J. Ramírez en toda España.
Durante la tetada reivindicativa celebrada en Madrid, decenas de madres, padres y niños (algunos disfrazados de vaquita) mostraron su malestar. Un redactor de EL MUNDO salió a la puerta para conocer la opinión de los manifestantes y, según dijo, “escribir una pieza” sobre el asunto. Hasta ahora no hemos podido localizar la nota prometida. Durante la entrevista, el redactor reconoció que “quizá” se les “había ido un poco la mano con las fotos y el titular de portada”, pero defendió el reportaje de su compañera como “equilibrado”. Si el reportaje era “equilibrado”, ¿por qué las madres que dan biberón no estaban protestando ante la sede de EL MUNDO?
1. ¿Existe una campaña para obligar a las madres a dar el pecho? Rotundamente no. Existen, desde luego, campañas sanitarias para tratar de salvar y recuperar esta práctica tan recomendada por la Organización Mundial de la Salud como amenazada por la realidad. El reportaje pinta un panorama neurótico en el que las madres parecen ser perseguidas por hordas de pediatras y enfermeras obsesionados con la lactancia. Sin embargo, en el mismo reportaje se cuela un dato revelador: “El 80% de las madres quiere amamantar a sus hijos cuando da a luz, pero la cifra baja al 68% a las seis semanas. A los tres meses, casi la mitad de las mujeres abandona la lactancia”(1). La estadística revela, pues, una realidad contraria a la tesis del artículo. Las madres sí quieren dar el pecho, pero algo boicotea sus deseos. Al final, son una minoría quienes alcanzan los seis meses de lactancia materna exclusiva que, como mínimo, recomienda la OMS.
2. La lactancia materna, ¿busca apartar a las mujeres del mercado laboral? La autora del reportaje insiste en aportar varios testimonios, sin datos, de filósofas o abogadas que tienen esa sospecha. Es reconocida la debilidad de EL MUNDO por las teorías de la conspiración, ¿estaremos ante un nuevo caso? La autora se escuda tras la feminista francesa Elizabeth Badinter, que denuncia una “presión insoportable” para que la mujer se dedique al cuidado de sus bebés, “incluso para que use pañales lavables […] en detrimento de sus aspiraciones profesionales”(2). He aquí uno de los puntos más calientes del reportaje y de todo el debate que busca avivar: dar el pecho no es feminista. De pronto, las madres que amamantan a sus bebés, son, no solo vacas, sino vacas machistas (!). Ni qué decir tiene que las madres amamantadoras que no se sienten machistas se han sentido ofendidas. Sobre este supuesto sesgo machista de la leche materna opina también la politóloga conservadora Edurne Uriarte, para la que la lactancia materna tiene como conclusión que “los hombres no pintan nada o casi nada en la crianza de los hijos”(3). Sin ser la mejor opción, lo cierto es que la leche materna puede extraerse y conservarse, de modo que pueda ser administrada por la pareja de la madre en ausencia de ésta. Lo que sugieren estas opiniones es que la teta de la mujer debe adaptarse con resignación a los rigores de la normativa laboral. La alternativa es evidente: ¿Por qué no ha de adaptarse la normativa laboral al deseo reconocido del 80% de las madres españolas? La reciente ampliación del permiso de maternidad hasta las 20 semanas en la Unión Europea es un pequeño paso. ¿Puede este cambio legislativo truncar la carrera profesional de una madre? La brújula señala al norte. En Suecia, con permisos de maternidad de 96 semanas y tasas de lactancia materna exclusiva del 50% a los seis meses, alrededor del 75% de las mujeres trabaja, la mitad de la población activa es femenina y la tasa de desempleo es inferior a la de los hombres. En España, la población activa femenina se planta en el 51% del total y, aún así, es el país con mayor tasa de paro femenino de Europa. Parece claro que la presencia de la mujer en el mercado de trabajo no depende de la lactancia materna, sino de políticas sociales activas.
3. Las madres que dan biberón, ¿están perseguidas? La autora asegura que las madres que abandonan la lactancia “a menudo deben hacer frente a la etiqueta de mala madre”. Esta es una las afirmaciones más chocantes del reportaje habida cuenta de que la lactancia materna prolongada sigue siendo minoritaria. Las experiencias personales de muchas madres amamantadoras hablan justo de lo contrario: desde familiares entrometidos y sabelotodos hasta personal sanitario sin formación, pasando por el reparto irregular de muestras comerciales gratuitas de alimentos artificiales, anuncios a toda página en las revistas para padres, muñecas a las que solo se puede alimentar con biberón (4) o la ausencia total de la lactancia materna en películas y series de televisión (5)… Parece claro que no existe un monstruo “lactivista” que tilda de “mala madre” a quienes ven frustrados sus deseos de amamantar, sino que es una exigua minoría la que logra superar la carrera de obstáculos que zancadillean la lactancia. Como muestra de la verdadera represión que existe en muchos lugares contra la lactancia, baste el recuerdo de las 12.000 mujeres que son detenidas anualmente en EEUU por dar el pecho en lugares públicos.
4. Los estudios científicos que aconsejan la lactancia materna, ¿carecen de rigor? Tras acusar a las madres amamantadoras y a los defensores de la lactancia materna de ser vacas machistas agresivas, el reportaje la emprende contra la comunidad científica internacional. La autora cita dos fuentes que siembran la duda sobre los beneficios de la lactancia materna. La maniobra del escepticismo pseudocientífico es conocida: la utilizan los negacionistas del calentamiento global o quienes dudan de la eficacia del preservativo contra el SIDA (6). Desde luego no cita ningún estudio científico que indique una sola ventaja de la leche artificial frente a la leche materna. Lo que hace, con perdón, es ciscarlo todo, caiga quien caiga (7). El reportaje remite a un artículo de la periodista Hanna Rosin, especialista en asuntos religiosos (no médicos) para decir que “los estudios dedicados a demostrar los beneficios del amamantamiento (vínculo psicológico entre madre e hijo, mejor coeficiente intelectual del bebé, menos riesgos para éste de infecciones, leucemia, colesterol, diabetes, futura obesidad, etcétera) adolecen de prejuicios y falta de pruebas”. Un poco más tarde, reaparece Edurne Uriarte para soltar que, en su opinión, “el fondo de esa situación es ideológico y no científico”. Ya de su cosecha propia, la autora suelta que “hasta ahora no hay pruebas concluyentes” y que simplemente “se sugiere, se asocia, se indica…”.
La Tierra no es plana Tercera Información se ha puesto en contacto con diferentes profesionales de la salud para conocer su reacción. María Teresa Hernández Aguilar, coordinadora del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría reconoce que “hay indignación por dicho artículo y las fotos que lo acompañan”. José Cristóbal Buñuel, codirector de la revista Evidencias en Pediatría, defiende que “existen múltiples estudios de altísimo rigor metodológico y correctamente diseñados (entre ellos, diversas revisiones sistemáticas y guías de práctica clínica)”. Y añade que “una búsqueda simple en la base de datos PubMed con el término “breast feeding” nos devuelve más de 21.000 referencias de estudios sobre este tema”. Buñuel se muestra rotundo al desmentir las insinuaciones del reportaje: “Dudar a estas alturas del efecto beneficioso para la salud de madres e hijos de la lactancia materna es algo tan irracional como pensar que la Tierra es plana o que el sol gira alrededor de nuestro planeta. Podemos, efectivamente, “afirmar categóricamente” que la lactancia materna es mejor para la salud (de madre e hijo) que el biberón de leche artificial. Como he comentado antes, múltiples estudios lo llevan demostrando desde hace ya décadas” (8). Paz González, codirectora de la misma publicación, llama la atención sobre una paradoja: “Curiosamente, es la lactancia materna la que tiene que demostrar que es superior, en lugar de la alimentación artificial, que sería la que tendría que demostrar que es superior, o al menos no inferior, en cuanto a resultados de salud”. Buñuel rechaza que los médicos estén presionando a las madres: “Los pediatras recomendamos, no presionamos. Recomendamos basándonos en la abundante evidencia científica disponible sobre los beneficios de la lactancia materna”. Buñuel cambia el punto de mira: “Dar el pecho es gratis. Dar lactancia artificial no lo es. De existir presiones sobre las madres, estas podrían provenir en todo caso de quien tiene “algo que ganar” vendiendo su producto. De todos modos, hace ya muchos años que los fabricantes de leches de fórmula indican en su publicidad que “la lactancia materna es el mejor alimento para su hijo” (9). Ahora brilla por su ausencia uno de los aspectos más interesantes del debate ‘contra’ la leche materna: el papel de los fabricantes de leches de fórmula. The Washington Post tuvo la buena idea de contar las presiones que ejerce este lobby sobre los legisladores de EEUU. El reportaje del Magazine omitió esta cara de la moneda.
¿Tan buena es la leche materna? Sí, rotudamente sí. Lo que la autora tacha de “pensamiento único” es, en realidad, consenso científico. Buñuel lo resume así: “La lactancia materna salva vidas. Con esto debería ser suficiente. Salva vidas especialmente en los países en vías de desarrollo que – no lo olvidemos – engloban al 70-80% de la población de nuestro planeta. En los países desarrollados se sabe además que los niños alimentados con lactancia materna, entre otros beneficios, sufren menos ingresos hospitalarios por gastroenteritis e infecciones respiratorias. Se sabe también que, en la madre que lacta, disminuye la probabilidad de padecer diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer (mama, ovario)”. Y la OMS cita algunos más.
La estrategia del sándwich
Naturalmente, la periodista intenta respetar los servicios mínimos de ética periodística ofreciendo varios testimonios y datos en defensa de la lactancia materna. Una madre con una lactancia satisfactoria, una monitora de la Liga de la Leche, el conocido pediatra Carlos González… Esta riqueza de matices sería honesta si estos entrecomillados recibiesen el mismo trato que los párrafos contrarios a la lactancia. Sin embargo la periodista opta por el viejo truco de insertar los argumentos pro lactancia, contrarios a su opinión, entre párrafos que sí refuerzan su teoría. Así, todo el reportaje se convierte en una ristra de sándwiches retóricos que empiezan con el testimonio angustioso de una madre “al borde de la depresión” por una lactancia fallida y la opinión non petita de la autora, según la cual, las campañas pro lactancia son “casi una corriente de pensamiento único”.
Reacciones El artículo, como quizá perseguía, ha desatado una respuesta masiva. Una avalancha de comentarios de queja, disgusto y cabreo han sacudido los muy activos foros y blogs sobre lactancia materna que habitan Internet. En pocas horas, miles de personas se unían al grupo de Facebook “Me indigna que EL MUNDO haga este ataque a la lactancia materna”, con más de 7.500 adhesiones en el momento de redactar estas líneas. Recogidas de firmas y avalancha de cartas al director calentaban la respuesta de este colectivo antes de organizar una “tetada” reivindicativa ante las redacciones del diario dirigido por Pedro J. Ramírez en toda España.
Durante la tetada reivindicativa celebrada en Madrid, decenas de madres, padres y niños (algunos disfrazados de vaquita) mostraron su malestar. Un redactor de EL MUNDO salió a la puerta para conocer la opinión de los manifestantes y, según dijo, “escribir una pieza” sobre el asunto. Hasta ahora no hemos podido localizar la nota prometida. Durante la entrevista, el redactor reconoció que “quizá” se les “había ido un poco la mano con las fotos y el titular de portada”, pero defendió el reportaje de su compañera como “equilibrado”. Si el reportaje era “equilibrado”, ¿por qué las madres que dan biberón no estaban protestando ante la sede de EL MUNDO?
Datos interesantes sobre Elisabeth Badinter (la filósofa "feminista" del "igual dá"): Es heredera y primera accionista de Publicis, empresa de comunicaciones que tiene de clientes, entre otros, a fabricantes de leche en polvo, pañales...
Podéis hacer una busca en Google para ver que es cierto.
Y también he leído que todo esto de las madres vaca es una campaña, no de algún fabricante de leches en polvo si no editorial: en breve se va a publicar en castellano un libro suyo donde arremete con la LM y todo lo que defendemos quienes sabemos que FEMINISMO es que se nos respete con las cualidades que nos hacen mujeres, no que se nos discrimine por ello y se pretenda que seamos mujeres-hombre (que por el contrario es machismo, puro y duro)
"El interés habla todos los idiomas y representa todos los papeles, especialmente el del desinterés."
No hay comentarios:
Publicar un comentario